꧁ Parte 62 ꧂

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ꕥ Los cuatro hijos de mis vecinos están siempre que salgo a la calle.

María y Luisa son las mayores. Cinco años más grandes que yo.
María es buena en todo pero es muy buena en matemáticas. Yo no. Cada vez que le pregunto algo de matemática la responde, pero ella es muy buena en matemática así que todos los chicos del barrio le preguntan y eso la cansa un poco. Ella sabe de sobra que no soy buena en matemática y aveces me hace preguntas o me pide que resuelva ejercicios solo para decirme que tengo que esforzarme más y que tengo que usar la cabeza.
Luisa también es buena en todo pero le gusta más los libros. Con ella me llevo mejor porque por más que me hace ejercicios y preguntas yo siempre sé las respuestas porque es divertido leer. Me explica las palabras largas. Con ella escribo muchas historias y ella siempre me manda a leer libros muy entretenidos. Pero me corrige mucho las palabras que escribo mal. Por más que nos llevamos bien a ella también le gusta la matemática y siempre toma el lado de María si intento decir que no me gusta la matemática.
Juan es un año más grande que yo. Él, como María, es buenísimo en matemática. Por más que es solo un año más grande me trata como si no supiera nada. Me dice loca o tonta cuando cuento mis personajes. No me golpea ni nada porque sabe que su mamá lo reta por más que piensa lo mismo. Pero le dijo a todos los chicos del barrio que no me hablen. Que estoy loca y que soy tonta.
Luján no me molesta pero no tampoco me defiende. Tampoco juega conmigo. No me habla, solo no me mira feo como los otros. Ella no es ni buena ni mala en lengua y matemática, aveces le sale y a veces no. Ella tiene sus amigos y no me echa si me acerco pero no me animo a hablarle porque no tenemos realmente de qué hablar. Ella me cae bien y estoy casi segura que a ella también le caigo bien. Igual, no creo que pueda ser mi amiga.
Están siempre cuando salgo a la calle. Y me siguen a todos lados. Incluso aveces cuando estoy en mi casa por la ventana están marcando mis pasos. Y yo sé que la mayoría de adultos piensan igual que ellos. Porque si hablo de que me gusta matemática o que prefiero escribir que aprender de números me dicen que la matemática también es importante. Llega un punto donde si un mago me lo ofreciera, cambiaría mi habilidad para escribir por ser buena en matemática. Así por lo menos, los adultos no me molestaría y intentarían decirme que tengo que aprender más y esforzarme más.

Todo esto sería una historia simple si fuera ficticia. Pero María es mi profesora de matemática. Luisa es mi profesora de lengua. Juan son los compañeros que me hicieron daño y Luján es ese grupo de gente con la cual siempre estuvo en mi lista de deseo ser amiga. ꕥ

En el silencio de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora