8-Él también tiene un secreto

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Max Bennett estaba acostumbrado a los hospitales, desde el accidente que lo confinó a uno, casi dos años atrás, tenía que visitar un hospital cada mes para practicarse exámenes médicos. Pero esto era distinto.

Por mucho.

O por muy poco, pero definitivamente era distinto.

__Por más que lo mires no desaparecerá misteriosamente _ el bufido del mayor lo hizo apartar la vista del diván negro que ocupaba el amplio lugar junto al ventanal de cristal__ Acuéstate Max, tengamos una charla_ dijo con voz suave tomando asiento en el butacón frente al diván que el castaño observaba como si fuese de otro mundo.

__Qué es esto hermano? Una sesión de terapia acaso?_ dijo sin poder creerlo, los dedos de sus pies se engurruñaron dentro de las pantuflas cuando el aire se tornó repentinamente pesado en el interior de la pequeña habitación.

__Oh eres un chico listo. Ahora siéntate _ ordenó cruzando sus piernas y relajándose contra el respaldo del butacón.

__Qué te hace pensar que necesito terapia?_ cuestionó en un hilillo de su voz ligeramente ofendido, aún sin tomar asiento en el diván de color negro.

__Qué te hace pensar a ti que no necesitas terapia?_ las palabras del mayor lo hicieron callar.

__Hermano..

__Cállate y siéntate de una vez_ ordenó nuevamente alzando ligeramente el tono de su voz, y por fin lo vio obedecer y tomar asiento en el borde del diván, su mochila cayendo en el suelo pulcro en un sonido sordo__Los exámenes de este mes tampoco arrojaron resultados_ dijo de forma casual mirando la pantalla del tablet en su mano.

__No es posible...

__Si lo es_ lo interrumpe apartando su mirada del aparato para mirar con fiereza a los ojos de su pequeño hermano__Han pasado casi dos años desde el accidente y aún no recuerdas nada Max, creo que es momento de admitir que tu problema no es físico _ dijo y al instante los ojos asustados del menor se clavaron en él con una fuerza que le apretó el corazón.

__Papá....le dirás?_ cuestionó con voz débil.

William Bennett sintió su corazón prender de un hilo en el desastre que era su pecho congestionado en emociones y recuerdos que no deseaba traer a colación, no si le afectaban a él.

En cambio estaba bien si el único afectado era Max, era la única forma de hacerlo hablar, después de todo sabía cuán obstinado y orgulloso podía llegar a ser su pequeño hermano.

__No, claro que no_ dijo al fin y pudo apreciar la forma en que el color regresaba a las mejillas del castaño __Tú no eres menor de edad y hay una cosa llamada confidencialidad médico paciente _ explicó retirando sus lentes circulares del puente de su nariz para dejarlos posteriormente sobre la mesita a su lado__Pero no te ves nada sorprendido de hecho_ dijo y lo vio bajar la cabeza__Por supuesto, después de casi dos años sin resultados, era de esperarse que lo pensaras _ respondió a la pregunta que internamente él mismo le hacía a su menor, pero Max alzó su cabeza en un segundo.

__No estoy loco...

__Yo no dije eso. Acuéstate ahí, hablaremos un poco _ pidió nuevamente ante la reiterada negativa de su hermano de acostarse en su precioso diván.

__No estás un poco conflictuado al tenerme aquí prácticamente obligado a una de tus terapias gratuitas? Quiero decir, somos hermanos. Eso no viola ninguna política absurda de tu profesión?_ fue lo que el castaño parloteó mientras se acostaba con cautela en el diván, al fin comenzando a relajarse un poco en su presencia. William sonrió.

__No tengo ningún conflicto ético moral por si es eso lo que te preguntas _ rodó los ojos al oírlo reír, más no pudo contener su propia sonrisa__Soy un profesional Max, uno magnífico. Mantendré mis sentimientos fuera de esto. Sinceramente si yo no puedo ayudarte nadie lo hará _ dijo y lo vio torcer la boca en una sonrisa burlona dirigida hacia él.

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