único.

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Luis observaba sigilosamente a Miguel desde la puerta de su salón; apretando el objeto que sostenía en su mano mientras mordía su labio inferior por los nervios que sentía.

Momentos antes Luis estaba llegando a su escuela, e hizo una parada en una tienda al ver unas paletas rojas en forma de corazón en una vitrina, junto con globos de la misma forma y también rosas; recordando que ese día era San Valentín. Inmediatamente pensó en Miguel, haciendo que su rostro se caliente en menos de un segundo. Sin poder evitarlo, compró una paleta, pensando en regalársela a su crush.

Y ahora Luis estaba espiando al chico pelinegro, quien parecía estar dormido por la manera en que estaba recostado en su asiento. Al darse cuenta de lo raro que se podía ver, le dió un poco de vergüenza y se paró recto, entrando al salón con falsa confianza.

Mientras caminaba hacia Miguel, sus manos empezaron a temblar y accidentalmente tiró la paleta. Al estar casi vacío el salón y no haber mucho ruido, el sonido llamó la atención de Miguel. Este levantó su cabeza y observó a Luis con una ceja levanta, y el papulince rápidamente cayó de rodillas al suelo.

-¡Oh no, mi lente de contacto! -rió incómodamente el moreno, tomando la paleta.

Miguel solo lo miró con su cara de siempre, esa que dice "¿qué carajos estás haciendo?".

El moreno se paró tan rápido como cayó al suelo y se rascó la nuca, mirando a Miguel con una sonrisa tímida.

-Ah, hola, papu. Lo siento por despertarte. -dijo al pelinegro, como si no lo hubiera estaba espiando sin pestañear como por 5 minutos.

-Da igual, no estaba durmiendo.

Luis asintió, aunque el movimiento se veía un poco robótico. Se aclaró la garganta y dió un paso hasta llegar al asiento de Miguel. Respiró profundamente, tratando de relajarse y puso el dulce en frente de él.

-Escuché que hoy día también se les regala cosas a tus amigos entonces quise darte esto ya que eres mi papu y eres muy especial para mí y sé que no es la gran cosa así que perdón pero espero que te guste. -dijo Luis rápidamente, mientras una sonrisa nerviosa adornaba su rostro.

Ni siquiera entendía porqué estaba tan nervioso, era solo una paleta. Seguro Miguel no se daría cuenta de sus sentimientos solo por eso, ¿verdad?

-¿Qué? -fue lo único que dijo Miguel, sin siquiera mirarlo; solo miraba el objeto en frente de él.

Luis quería morirse de la vergüenza.

-Ay, nada, no importa.

-No, o sea, ¿gracias? supongo. -dijo Miguel mientras agarraba la paleta.

Okay, Miguel agradeciéndole definitivamente no era una reacción que esperaba; y eso que se se imaginó todas las reacciones posible. Incluso se atrevería a decir que había un sonrojo en sus pálidas mejillas. Pero no importaba si era solo su imaginación o no, eso hizo que en su estómago se empezaran a sentir mariposas.

-Jeje, de nada. -dijo Luis con una pequeña sonrisa.- Uhm, bueno, ya va a empezar la clase, luego seguimos hablando.

-Ajá.

Al parecer Miguel no podía despegar su mirada de la paleta que Luis le había dado. ¿Qué tenía de especial?

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Me gustas

Bien, eso era lo especial.

Desde el momento que Luis le dió la paleta, Miguel notó algo en ella, incluso por encima del envoltorio. Unas letras.

Me quiere, no me quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora