Tuerzo una y otra vez los pedazos de tela detrás de mi espalda. No es que fuese difícil hacer un nudo, pero hoy en particular, hasta lo más sencillo resulta complicado, como llevar un refresco de la barra a la mesa más cercana. Me resultó en desastre hace cinco minutos.
—Porque no descansas un momento, yo me encargo del resto.
—Gracias Ginny, pero no quiero problemas con el jefe—detengo la respiración un momento. —Al menos por una hora, no deseo discutir con nadie.
Enarca una ceja fastidiada, pero solo decide alejarse. A veces, lograba enojar a los demás, pero no los quería pegados a los problemas. Miro a mi alrededor, la multitud en el bullicio reclama más música, más rapidez de los meseros, y lo único que puedo poner es una cara bonita, porque el lema es: el cliente siempre tiene la razón.
¡Corbet!
Ginny se acerca a mí, poniéndose a mis espaldas.
—Si ese viejo patético me vuelve a llamar por mi apellido te juro que...
—Te ayudaré, créeme.
Sonríe a todo lo que da sus dientes.
Trato de ser lo más rápida y eficiente posible, pero tengo más de tres entregas retrasadas, cuatro personas gritando lo inepta que soy a mi izquierda, mientras que en mi derecha hay dos borrachos diciendo cosas indeseadas sobre mis jeans, no podía negar que me quedaba de maravilla, aunque ahora solo quería quemarlos.
— ¡Paulina!
Dios se apiade de mi alma.
Llego agitada a la planta alta. Abro la puerta de oficina y mis dedos son los más estimulantes que puedo ver una vez allí dentro.
—Dígame, señor Belli.
—No me digas así, soy Mark—. Se acerca un poco más a mi oreja— aunque me encanta cuando me dices señor...
Una presión sube a mis ojos que los cierro de golpe, mis dedos estaban a punto de ser arrancados. Ginny que está aquí también rechista fastidiada.
— ¿Quiere decirnos de una vez por todas qué quiere?
Lo escucho reír abiertamente, y no es hasta que escucho su silla chillar para abrir mis ojos y mirarlo directamente.
—Tú cantaras—apunta a Ginny.
—Imposible, no puedo dejar a Pau ahora. ¿A caso no vio a todas a esas personas?
—Apuesto a que Pau es muy inteligente, lo ha demostrado otras veces ¿no?
— ¡Váyase la mierda!—Grita Ginny.
Ella tiene el superpoder de hervir su sangre rápido, y con justa razón en la mayoría de los casos.
Belli la mira con indiferencia, y luego posa sus ojos en mí, y sentí la risa sarcástica.
—Puedes irte Corbet, nada te detiene.
Ginny suspira y toma mi mano apretándola suavemente.
—No cantaré.
—Tienes que hacerlo, además sé que lo disfrutas—le suplico en voz baja, pero ella no dice nada.
—pueden retirarse.
Estoy a punto de salir, no sin antes dar una última mirada a aquel hombre. Sus manos sobre el escritorio, sus ojos que bailan sobre mí. Tan despreciable.
De vuelta al salón, ninguna dice nada. Tan solo atiendo a las personas, sin perder más tiempo.
Martinis, long island, cerveza, tequila, y mucho wiski salpicados en mi ropa, todo se ve oxidado. Todo comenzó como un par de semanas, luego se volvió meses, y pronto se cumplirá dos de estar atada aquí. Todo un potencial desperdiciado entre borrachos y nicotina, es lo que soy ahora.
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NOCHES PÚRPURAS
RomanceEntre vidrios rotos, manchas de alcohol y gente despiadada, Paulina Ringer se esfuerza al máximo por hallar el lado positivo de las cosas, o al menos aparentarlo. A pesar del caos que envuelve su vida y de que su dinero apenas si alcanza para sobrev...