Besos

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— No me lo dijiste— su tono de voz era serio pero ameno. No quería escucharse grosero pero estaba enojado con su pareja por ocultarle tal información.

— Lo siento— agachó la cabeza.
— No te disculpes Giyuu, solo es que— se tomó la cabeza con ambas manos— Si esa niña ataca a alguien vas a...— se acercó al pelinegro con cautela de no asustarlo.

— Ella no lo va a hacer— lo dijo con seguridad.
— No estás seguro de eso— su voz se hacía cada vez más fuerte. — ¿Por qué?— lo vio con ojos suplicantes.

—Cuando los encontré en esa montaña no tenía más motivos para vivir, ¿si?, no me importaba el que me pasara, fue algo extraño cuando vi a esos cachorros solos en ese lugar— confesó subiendo la cabeza — pero ahora te tengo a tí— se limpió las lágrimas que habían escapado de sus ojos. — Lo siento—

Su alfa lo acerco a su pecho y le dio un abrazo fuerte, quería darle esa protección.

—Entonces veamos que esa niña no ataque a nadie— subió el mentón del chico y le dejó un beso corto en los labios.

— Perdón— volvería a decir el moreno. — Hasta yo me sorprendí al ver que ambos segúian vivos, hace dos años los envié con mi maestro— cruzó sus brazos por la espalda del rubio y clavó su cabeza en el amplio pecho del Alfa.

—Disculpa si no te di la confianza para decirme— acariciaba la espalda del omega.

—No fue eso, solo no tuve el valor, creí que te molestarias porque le perdone la vida a un demonio— apretó los ojos.

— No te voy a mentir, antes de la escena de Shinasugawa no le tenía confianza a esa niña, pero si tú crees que puede salvarse, te creo— le sonrió.

— Solo me molesta que pongas en peligro tu vida como si no valiera nada— pasó un mechón de cabello negro por detrás de su oreja. — Vale mucho, mi luna—

— Fue en el pasado, tu llegaste a cambiar eso en mi, gracias por eso— acarició la mejilla del contrario




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Todo había comenzado en una de las reuniones semestrales de la compañía de cazadores en la que se reunían los pilares, era su segunda reunión y seguía sin sentirse digno del puesto que le asignaron, vio a sus compañeros llegar a la finca del patrón, a todos menos a el mayor de todos, Shinjuro Rengoku, solo a un joven que al principio confundio con él. Era extraño pero ciertamente no le concernía, así que solo se inclinó al llegar su líder.

— Hoy es un día particularmente lindo ¿No es así mis niños?— el omega con cicatriz púrpura en el rostro salió hacia el patio de su manción siendo acompañado por sus hijas.

Besos en guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora