Parte 7

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Una vez las cosas se calmaron, los soldados atlantes rodearon a Xeno, Stanley y sus solados con sus lanzas, obligándolos a soltar todas sus armas.

En cuanto tuvieron atados a los más peligrosos, los atlantes comenzaron a curar con sus cristales las heridas de todos, tanto de otros atlantes como de soldados de Xeno.

Senku en un principio se quedó junto a Kohaku, dejándola abrazarlo, sosteniendo su mano, hasta que ella decidió ir con su hermana para consolarse la una a la otra por la pérdida de su padre.

Mientras las princesas estaban en eso, Senku se acercó a Xeno.

—¿Y qué... ahora simplemente nos dejarás irnos? —murmuró Xeno hacia Senku con una mirada distante—. Nada te asegura que no vamos a volver.

—Puedes intentarlo. —Senku lo miró con una sonrisa amenazante—. Te estaré esperando justo aquí, con todo el armamento atlante. ¿Crees que vas a ganar, Dr. Xeno?

El Dr. Xeno bufó, cruzando los brazos y alzando mucho la barbilla.

—Podría traer aliados, bombas nucleares... cualquier nación desearía el poder de Atlantis, es capaz de cosas realmente... elegantes.

—Podrías, sí... pero ¿lo harías? —Lo miró fijamente a los ojos.

Todavía recordaba cómo Xeno tuvo la oportunidad de matarlo, más de una vez, pero se negó a hacerlo.

Después de un momento, Xeno suspiró profundamente y negó con la cabeza.

—No. No lo haría... Sigo pensando que eres un niño idealista demasiado ingenuo, tal como tu padre, sigo pensando que mi método sería mejor, pero... tal como tu padre, te has ganado mi respeto. —Apartó la mirada—. En lugar de ser enemigos, te propongo ser tu aliado... a cambio de que me dejes ver los progresos científicos que lograras como gobernante de Atlantis.

—No creo ser el gobernante, pero sin duda le pediré a la princesa el puesto de científico real. —Rio entre dientes, rascando su oído con el meñique—. Aun así, claro que te acepto como mi aliado, pero sin armas.

Xeno bufó.

—Claramente te vas a casar con la princesa, aunque es la más joven, pero parece estar bastante interesada en el bienestar de su pueblo, probablemente acabe siendo la reina, te recomendaría aprovechar la oportunidad.

Senku bufó.

—Esa no es una decisión que pueda tomar solo, y ahora tengo mucho trabajo que hacer antes de pensar en matrimonio... voy a ayudar a Atlantis de una forma u otra, los haré resurgir como el gran imperio que una vez fueron... aunque probablemente deba mantenerlos ocultos del mundo exterior.

—¿Dedicaras tu vida a Atlantis? —preguntó Tsukasa, acercándose—. ¿No volverás a tu ciudad con tu familia?

Senku tomó aire.

—No por ahora. Esta ciudad me necesita, soy el único que puede descifrar sus secretos... ya he visto muchas cosas útiles, necesitaré trabajar codo a codo con los atlantes para que pueda volver a reinsertarse en el mundo y que... eventualmente... ayude a que la ciencia de toda la humanidad avance a pasos agigantados, aunque tome años, décadas o siglos, lo haré de modo que no dañe a estas personas —aseguró con firmeza.

Xeno bajó la mirada, antes de asentir lentamente.

—Creo que te has ganado el derecho a que te deje en paz, Dr. Senku. Reconozco tus virtudes... y quiero llegar a ver la grandeza de lo que la humanidad puede llegar a hacer con ese cristal, aunque sea en tu tortuosamente lenta y poco eficiente manera. —Senku bufó, pero luego rio por lo bajo mientras Xeno lo miraba atentamente—. Realmente tienes la misma fortaleza que Byakuya... él estaría orgulloso del hombre en el que te has convertido.

Un Imperio PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora