Parte 3

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La princesa los guio hasta el palacio mientras Senku aturdía a todos explicando mil cosas sobre el libro y el lenguaje de los atlantes.

Al llegar a las escaleras del palacio, tuvieron que abandonar los pocos vehículos que pudieron pasar por el puente que conectaba la cueva con la ciudad y siguieron el resto del camino a pie.

Llegando a los niveles superiores del palacio, una pequeña niña con una sandía hueca en la cabeza de repente se les acercó, abrazándose a la espalda de la princesa, que la cargó con gusto, aunque luego la niña los notó y se abrazó a la princesa con evidente temor.

—Tranquila, Suika —dijo la princesa en su idioma, con una sonrisa enternecida—. Son amigos. Viajeros de la superficie.

Senku tradujo todo para los demás, aunque no parecían muy interesados, todos miraban con curiosidad a los habitantes de la ciudad, que a su vez los miraban a todos ellos con curiosidad y extrañeza, pero al ver a la princesa y sus guardias parecían calmarse.

—¿Ellos vieron el mundo exterior? —preguntó la niña.

—¿Por qué la sandía en la cabeza? —indagó Chrome, rascando su nuca con confusión.

Senku tradujo la pregunta, mirando con interés el casco-sandía.

—A Suika no le gusta hablar de eso —dijo la princesa en japones.

—¡Oh, yo sé ese idioma! —Suika saltó emocionada, hablando también en japones—. ¡Hola, soy Suika!

—Suika... —Senku se inclinó a su altura—. Dime, ¿tienes algún problema con tu vista?

—¿Eh? Yo... eh... —Se puso nerviosa y se abrazó más a la princesa.

—Los tiene —confesó la princesa—. Viste el poder sanador de este cristal —dijo de nuevo en su idioma natal, mirando desconfiada a los demás, con la clara intención de que solo Senku la entendiera, mientras le señalaba su collar—. Tratamos de curar los ojos de Suika, con algunos funciona, pero con unos cuantos no sirve —miró con frustración el cristal.

—Debe ser miope, suele ser algo genético —comentó Senku, quitándole el casco sin consideración, haciéndola chillar un poco—. Solo necesita unos lentes.

—¿Lentes?

—Lentes, anteojos, gafas... —Ni la princesa ni Suika parecieron entenderlo, a lo que suspiro—. Puedo hacerle unos lentes, ¿tienen dónde crear cristal o vidrio?

—Oh, sí. —La princesa asintió—. ¿Pero qué tiene que ver? —Ladeo la cabeza.

—Te lo mostraré luego de hablar con tu padre —dijo con una risa, dejando visiblemente intrigada tanto a la princesa como a la pequeña Suika.

—¿Podemos continuar? —preguntó Xeno con frialdad, a lo que Senku lo miró con una ceja en alto, pero rápidamente siguió avanzando.

Llegaron a una sala del trono bastante peculiar, el rey estaba sentado frente a una laguna, en medio de la naturaleza, rodeado de estatuas caídas y esculturas derrumbadas.

A su lado había dos guardias, hombre y mujer, él de pelo blanco y la mujer de cabello negro, y... sentado junto al rey, estaba una mujer muy parecida a la princesa.

Senku habría pensado que era la reina, pero parecía muy joven, y el rey muy anciano, así que ¿era la hermana de la princesa que lo encontró, otra princesa de Atlantis?

El rey tenía complexión fuerte, pero parecía estar algo demacrado, su barba y su cabello rubio estaban repletos de canas, y parecía respirar con algo de dificultad. La otra princesa también parecía bastante pálida y de complexión frágil.

Un Imperio PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora