Capítulo 14

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Océano Ártico.

El atardecer cayó.

Los rayos del sol penetraban toda la majestuosidad del Vit juvel. El choque del agua contra el hielo del barco generaba un sonido relajante, y a su vez, la composición de hielo que se cristalizaba mucho más con cada segundo producía una sinfonía hermosa. La rubia de ojos verdes se dió cuenta de que la luz reflejada en el agua creaba una paleta de diferentes colores que ella recordaba haber pintado tantas veces en su habitación. Todo eso entremezclado significó algo asombroso para ella. Sin embargo el frío la azotaba, por lo que se cubrió a sí misma con un enorme abrigo que había encontrado en el armario de su recámara.

—Rapunzel —Jack la llamó desde el timón.

La aludida volteó a verlo y sin dudarlo se acercó.

—¿Sí, Jack?

—Observa —él miró al frente y ella lo imitó.

Sus ojos fueron cautivados por el espléndido paisaje. Era lo más hermoso que había visto. Podía notar como el sol poseía una ligera tonalidad anaranjada, pintando del mismo color todo a su alrededor; las nubes y una parte del mar.

—Éste es el atardecer. El sol va escondiéndose para darle paso a la luna —le explicó el peliblanco a la rubia—. Pero ella no brilla si no es por la luz que el sol le brinda.

—¿Cómo es posible? Si el sol se fue —Rapunzel lo mira confundida.

—Solo a nuestra vista. Pero él sigue brillando en el otro lado de la tierra, en donde no podemos verlo. Su luz impacta en la luna y por eso la noche no es completamente oscura —prosiguió Jack.

—Wow. Es impresionante —ella vuelve a mirar la esfera de fuego.

Cuando choca con el agua y parece derretirse hasta unirse con el mar, el cielo comienza a oscurecerse. El espectáculo tarda un poco, pero Rapunzel contempla cada segundo con estupefacción. De un momento a otro, las estrellas comenzaron a brillar en la imponencia del cielo, y la Luna alumbró la noche recién llegada. No sabía por qué, pero ella sintió que su corazón latía a mil por hora. Tal vez por la emoción.

Atesoraba seguir viendo cosas como esa durante su estancia en el exterior. Quería que fuese para siempre. Debía encargarse de ello.

—¿Habías visto antes una noche así? —Jack le pregunta, sacándola de su ensoñación.

Rapunzel niega con la cabeza aún sorprendida, volviendo a admirar el cielo estrellado como si fuese una niña pequeña. Y es que de esa forma la sentían los demás guardianes.

—Es una de las noches más bonitas que he visto —Mérida se acerca a ellos.

—¡Mira todas esas estrellas! Cómo me alegra poder verlas de verdad y no sólo en las imágenes de los libros —confesó la rubia.

—Todavía queda mucho de éste mundo que tienes que ver —el albino planta su mirada en la de ella. Le agradó ver sus grandes ojos tan fascinados con el paisaje. Sonrió ladinamente al ver esto.

—Hiccup me dijo que me enseñaría lo bueno de éste mundo —ella comenta feliz. Jack y Mérida asienten.

—Nosotros también.

—¡Gracias!

Minutos después, Hiccup se acercó ofreciéndose a relevar a Jack, quien le reviró diciendo que aguantaría hasta el amanecer, que estaba todo en orden. Aunque el castaño intento convencerlo, no pudo, por lo que decidió obedecerlo.

El peliblanco les había dicho que bajasen a la parte inferior del barco a descansar. Elsa se había ocupado de elaborar cuatro recámaras para que cada uno tuviese comodidad. También había una habitación amplia en donde podrían estar Chimuelo y Angus, así que no había problema.

Guardianes | TBF PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora