Invierno 1918
El simple hecho de tomar aire era un verdadero suplicio, si pudiera reír ante la ironía lo haría, tres años atrás en una noche de invierno había dejado ir al amor de su vida, todo por el honor, ese maldito honor que siempre ha sido la desgracia de los Grandchester, él que tanto se juró no ser como su padre, y a pesar de estar al borde de muerte, seguía encadenado a aquella mujer a la que le debía el haberlo salvado de morir aquella tarde.
Pero ahora no existía poder humano que lo salvara de ese destino inevitable, postrado en la cama de un hospital a la espera de aquel final inminente, sabía que no había nada que hacer, en cuanto empezaron los síntomas el sabía que solo era cuestión de tiempo a qué todo empeorase, así que dejando cartas a sus seres queridos, ingresó a aquel hospital con la certeza de que nunca más volvería a salir de aquel lugar.
Conforme pasaron los días, la conciencia iba y venía dejándolo cada vez más débil, sabía que solo era cuestión de tiempo para que el dulce alivio de la muerte llegara a él.
Si tan solo pudiera pedir un deseo... Sería el poder luchar por nuestro amor...
Pequeñas luces brillantes parpadeaban tras sus párpados, mientras con gran esfuerzo inhalaba profundamente para exhalar su último aliento....
Invierno 1915
-¡Joven Graham! ¿Se encuentra bien?- Terry se tambaleó de la pequeña tarima en la que se encontraban de pie, la costurera, una mujer pequeña y regordeta con su marcado acento irlandés se encontraba haciendo los últimos ajustes al vestuario, cuando repentinamente vió a la joven promesa del teatro perderse en la nada- pareciera como si hubiera caído en un anillo de hadas. * Mejor tome asiento y descanse un poco seguramente no ha probado bocado jovencito.
Terry solo atinó a seguir las indicaciones de aquella mujer mientras veía con asombro el vestuario de Romeo.
-¿Q....que día.... Es hoy?- preguntó temeroso y a la vez ansioso por saber la respuesta.
-Es 6 de diciembre joven- la respiración de Terry se volvió a agitar, ese era el día en el que su vida cambió por completo, Susana había propuesto un ensayo vespertino con los vestuarios para que los actores se familiarizaran con ellos, Robert había accedido a la propuesta de Susana pues las luces y el escenario se habían montado en días pasados y eso le permitiría apreciar a los actores en todo su esplendor.
Con paso presuroso, Terry atravesó el área de costura dirigiéndose sin detenerse al pasillo que conectaba al escenario. Susana se encontraba en medio de el, con la mirada dirigida hacia arriba, admirando las luces y la iluminación que hacía resaltar su nivea piel.
-¡Oh, Terry ¿No se ve hermoso?- expresó Susana ignorando la dura mirada que Terry le dirigía.
-Devuelvelas- dijo Terry tajantemente, ante la mirada de desconcierto de Susana agregó:- mis cartas, devuélveme las cartas que con ayuda de la casera has estado robando.
Terry recordaba aquella carta que había recibido mientras estaba hospitalizado y que una amable enfermera le había hecho el favor de leerle, en ella Susana le confesaba haber robado cartas de parte de Candy con ayuda de la casera de su primer departamento.
El rostro de Susana palideció, pues no sé explicaba como Terry la había descubierto.
-No... No sé de qué hablas- el temblor en su voz era evidente.
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Una Nueva Oportunidad
FanfictionUn último deseo antes de su último aliento.... La historia original de Candy así como la descripción física pertenecen a sus creadoras Kiōko Mizuki y Yumiko Igarashi, yo solo soy dueña de esta historia.