Los primeros rayos del sol colándose entre las cortinas de su habitación, provocaron que Terry abriera perezosamente los ojos, sobresaltado se incorporó de su cama mirando con renovada emoción su apartamento. No había sido un sueño, ahora tenía la oportunidad de remediar todas aquellas malas decisiones que por su juventud e inmadurez había tomado. Se había corregido aquel fatídico accidente, pero ahora habría que ver qué consecuencias traería aquel cambio de rumbo.
Se dió una ducha rápida y se dirigió al consorcio Andley en Nueva York, y aunque tuvo que hacer uso del apellido Grandchester para que le dieran la información del señor George Johnson el encargado de las cosas en ausencia del señor Andley no pudo estar más contento por aquello. Y aunque hubiera querido hablar en persona con el señor Johnson no tuvo más remedio que conformarse con una simple llamada telefónica en la cual le hacía saber sus intenciones de matrimonio con la rubia y en caso de ser aceptada su propuesta, le pedía fehacientemente buscara a Candy para entregarle dicha autorización, pues una vez Candy llegara a Nueva York la convertiría en su esposa.
De manera sutil le advirtió los deseos de Stear de ir como voluntario a la gran guerra, no dió por finalizada la llamada hasta que se aseguró de que el señor Johnson vigilaría al chico Cornwell. Quitándose ese ligero peso de encima, se dirigió a la casa de su madre, en el pasado Terry había desestimado la ayuda que su madre le quería brindar en aquel asunto con las Marlow, orgulloso como solo un Grandchester puede ser, se negó rotundamente ante cualquier contacto que la rubia intentó establecer con él, en su lecho de muerte se dió cuenta del gran error cometido y con las pocas fuerzas que le quedaban le había escrito una carta a su madre pidiéndole perdón por alejarla de su lado y asegurándole que de tener otro oportunidad habría hecho las cosas diferentes.
Y ahí estaba de pie ante la imponente mansión de Eleanor Baker, cumpliendo aquella promesa.
-¡Joven Graham!- exclamó la fiel doncella que era la única que sabía la verdadera historia de Eleanor- adelante, enseguida llamo a la señora.
Mientras Terry admiraba el jardín durmiente ante la inminente llegada de la primera nevada invernal, unos pasos apresurados sonaban a su espalda.
-¡Oh, Terry! ¡Hijo! Me da tanta alegría que por fin me buscaras- sin esperar respuesta la rubia envolvió entre sus brazos a su hijo, que había ganado bastante altura desde la última vez que lo tuvo frente a frente hacia casi año y medio- ¡No sabes lo orgullosa que estoy de ti! En tan poco tiempo te has ganado al público y a los críticos teatrales de todo el país.
El orgullo era palpable en la voz de la rubia, Terry solo pudo esbozar una ligera sonrisa mientras su corazón se llenaba de calidez.
-Tengo algo que decirte madre- expresó seriamente Terry- me voy a casar.
La rubia no pudo ocultar la sorpresa ante lo dicho por su hijo, no sabía que el tuviera alguna relación en el presente, solo los tabloides dejaban entre ver una posible relación con su compañera Susana pero no había nada confirmado. Y si bien Terry era poseedor del carácter reservado como el de Richard, aquella vez en Escocia podía ver el interés escrito en el rostro de su hijo que claramente se estaba convirtiendo en amor ante la negativa de su vástago de marcharse con ella, a menos que...
-¡No me digas que... Te reencontraste con Candy!
Terry le relató todo lo ocurrido una vez regresaron al colegio, el como ambos chicos cayeron como tontos ante aquella trampa, la impotencia sentida ante la negativa de su padre de ayudarlo y como el tomó el lugar de Candy para que no fuera despreciada por su familia adoptiva. Y como hacia poco más de medio año en aquella gira por Chicago había encontrado a los primos de Candy los cuales habían vuelto ante la inminente guerrera, y aunque solo la vió un instante mientras el tren avanzaba, desde ese momento ambos habían entablado una relación a base de cartas, finalizando con el envío del boleto al estreno y el boleto solo de ida a Nueva York.
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Una Nueva Oportunidad
FanfictionUn último deseo antes de su último aliento.... La historia original de Candy así como la descripción física pertenecen a sus creadoras Kiōko Mizuki y Yumiko Igarashi, yo solo soy dueña de esta historia.