prólogo

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Meredith despertó con un presentimiento sombrío

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Meredith despertó con un presentimiento sombrío. Antes de salir de casa, un oscuro presentimiento le advertía que ese día no sería fácil. A pesar de su mal humor, se obligó a seguir con su rutina habitual y enfrentar la gélida mañana de Forks.

Su día de clases transcurrió con normalidad, había quedado de verse con Jessica y Angela ese mismo día por la tarde.

Su amigo Tyler se había ofrecido a llevarla de regreso a casa. Meredith aceptó sin dudarlo, pues Tyler era un amigo suyo desde la primaria y era costumbre que él la acercara a casa cada que tenía oportunidad.

Mer estaba mal sentada, cambiando la estación de radio y quejándose la basura que transmitía esa estación.

-¿Cómo puede gustarte esa música? Es para babosos, oíste lo que dice la letra?-
se quejaba la ojiazul, distrayendo a su amigo conductor, quien se abría camino hacia la salida del estacionamiento de la escuela.

-Escucho cualquier cosa que esté en onda, solo tienes gustos de abuela.- Bromeó él.

Meredith abrió la boca con indignación, pero antes de que pudiera decir algo: la camioneta derrapó sobre el congelado pavimento, Tyler perdió el control del vehículo y Mer pudo ver como se dirigían directamente hacia la chica Swan.
Abrió los ojos con horror y en lo que pareció un parpadeo: el impacto resultó a la inversa.

Meredith resultó empujada contra la ventana lateral que estalló, su brazo siendo víctima de los cientos de cristales que cayeron.
No tardaron en formarse gritos alrededor, pero la ojiazul sólo podía sentir sangre fluyendo por debajo de su suéter y un zumbido inestable que la desconectaba del exterior.

El ruido parecía lejano, cuando se dió cuenta ya estaba siendo subida a una ambulancia. Se sintió entumecida, demasiado quieta mientras todos actuaban a su alrededor.

Tyler goteaba sangre de una ceja, no paraba de ladrar disculpas en todo el camino hacia el hospital.

Su madre estaría furiosa, sin duda. Ya estaba pensando en cómo le echaría la culpa sobre el accidente y la castigaría.

En la sala de emergencias, las enfermeras los separaron. Después de atender a Tyler y Bella, llegó el turno de Meredith. La enfermera cortó su suéter para evaluar sus heridas, que resultaron ser solo rasguños superficiales, aunque sangraban profusamente debido a los cristales incrustados.

La enfermera no hizo más que pedirle su nombre y edad. Dijo que el doctor estaría ahí pronto.

Y así fue, pronto las puertas de urgencias se abrieron, pudo escuchar pero no ver.
Escuchó pasos acercándose y luego la cortina se abrió.

Casi soltó un suspiro de alivio cuando vió que no se trataba de su madre. Era un apuesto doctor rubio, pálido y con ojos color oro.

-¿Meredith Russell?- habló él, su voz hizo que a la ojiazul le diera un extraño escalofrío. Asintió como pudo con la cabeza.
-Soy el doctor Cullen. Tu madre me envió, está atendiendo un parto.-

SAPIOPHILE | Carlisle CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora