Único

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“I need your love, honey. I need your love...

Crazy, crazy, crazy, I go crazy
You turn it on then you're gone
Yeah, you drive me...

Crazy, crazy, crazy, for you baby
I'm losing my mind, girl. Because I'm going crazy...”

¿Alguna vez te has preguntado cómo se siente volverse loco de amor? 

Bueno, quizás Spreen pueda hacer un breve resúmen sobre eso, ya que desde que conoció a Roier estaba seguro de haber perdido la cabeza por completo. 

Tenía razón. Si ya lo volvía loco en su papel de “Melissa”, era mil veces peor cómo Roier. 

No importaba dónde estaba o con quién, en su mente siempre aparecía Roier. Cuando estaba en el trabajo en una reunión sumamente importante, allí aparecía la imagen de Roier para desordenarlo todo. Cuando salía con sus amigos en un día pesado, en algún momento tenía que sacar su teléfono para mensajear al chico. O simplemente cuando veía algo que le recordara a él; una araña de peluche, comics de Spiderman, rojo. Sí, Roier se había apropiado totalmente de ese color. 

Y no es como que lo extrañara, porque la realidad es que luego de esa noche en dónde los sentimientos sobresalieron a flor de piel, Spreen finalmente se atrevió a pedirle una cita. Y luego otra, y otra, y otra.

Fueron bastantes encuentros que casi siempre, de alguna ú otra forma terminaban entre las sábanas.

Pero eso no era todo. Con cada salida, Spreen iba conociendo mejor al chico detrás de la larga cabellera falsa, el maquillaje y la ropa de brillantes lentejuelas. Descubriendo así la maravillosa persona que había debajo de todo eso. 

Roier fácilmente podría ser el chico más optimista que había conocido. No había persona que no hubiera visto su hermosa sonrisa aunque sea una vez. Y Spreen, orgulloso, podía decir que había perdido la cuenta de las veces que fue espectador de esa belleza.
Roier parecía tímido, pero no lo era para nada. Hasta podría decir que era algo torpe. Quizás bastante. 
También era muy gracioso. Compartían el mismo sentido del humor y hasta a veces Roier lo llamaba “aburrido”.

A Roier le gustaba el color rojo, las amapolas del mismo color, la gastronomía, todo tipo de música, el baile, el canto, los videojuegos, los vestidos, los atardeceres, las tormentas, las películas románticas (aunque Spreen las llamara “cliché”), los niños, los perros, los gatos. Y Spreen podía estar horas y horas nombrando todos los gustos y disgustos, todos los Hobby y los aspectos de Roier. 

Información que cualquier persona diría que es inútil. 

Pero para Spreen era muy, muy importante saber hasta que es lo que solía desayunar Roier, cuánto azúcar le ponía a su café en las mañanas y si le desagradaba la pizza con piña o no.

Pero todo tiene su lado malo, ¿No?

Era casi imposible no darse cuenta de la atracción entre ambos chicos. Todos sus amigos lo notaban con un simple vistazo. 

Por eso, cuando un día Roier llegó y le dijo: “no puedes acercarte a mi en el club” 

No le sorprendió para nada, pero de todas formas decidió preguntar aunque ya supiera la respuesta.

— ¿Por qué no?

Indagó mientras repartía húmedos besos en la cálida piel del castaño. Justo en la zona de su cuello donde le sacaba alguna que otra risa. 

Cómo en ese momento. Así que Roier tuvo que apartar al pelinegro sosteniendo su rostro entre sus manos.

— Ya te lo he dicho. —Respondió entre risas por los cortos besos que dejaba Spreen sobre sus labios.— Reglas son reglas. Si Maximus descubre que me estoy viendo con un cliente, va a despedirme. 

Crazy | SpiderbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora