EL CASTIGO DEL PERRO

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Hace más de mil años, cercanamente de la entrada de Chan Chan, en Trujillo, Perú, se encontraban dos extrañas personas que observaron el lugar con cierto asombro, lentamente fueron apreciando y observando cada detalle de las grandísimas y altas paredes del lugar, sin embargo, muy de pronto las huacas del sol y la luna sintieron sus presencias, nadie cruzaba por sus templos, eran muy sagrados y solo venía la gente para hacer ciertos sacrificios, alterados por el momento, decidieron llamar a su fiel amigo ese es el perro peruano, el canino tenía un hermoso pelaje, era muy grande y siempre estaba alegre, todas las personas que ya vivían en las ruinas de Chan Chan le tenían mucho respeto, e incluso, le querían porque era un perrito muy lindo, sobretodo, porque él podía comunicarse con las huacas del lugar, así como hablar, cosa que los habitantes no podían hacer con las huacas.

A las pocas horas, el perrito acudió al llamado, las huacas del sol y la luna, le comentaron al perro sobre las extrañas personas que habían estado observando sus templos por mucho tiempo, por ello, le encomendaron el trabajo de hacerse amigo de aquellas personas, para sacarles información y, asimismo, ver las intenciones que tenían y tal vez luego matarlos.

El perro les contesto diciendo que le tomaría un poco de tiempo, pero, no obtuvo respuesta alguna por parte de las huacas, por lo que optó por retirarse. Fue sigilosamente hacia la entrada y vio como los extraños dialogaban, y decidió hacer su pequeña intervención.

―¡Hola!― Habló con normalidad el perrito.―Por sus apariencias veo que no son de aquí, acaso... ¿son ustedes viajeros?

―¡¡¡Wow!!! ¡Nunca había presenciado a un perro hablar!―¿No eres un robot?―Dijo uno de los viajeros muy sorprendido, probablemente se le saldrán los ojos.

Ambos viajeros quedaron sorprendidos, pues por lo mucho que hayan explorado Perú nunca vieron un perrito hablar, no dejándolo esperar más le respondieron.

―Sí―. Fue eso lo que contestaron ambos viajeros.

―Yo soy el guardián de este lugar, ¿qué los trae de visita aquí?― El perrito les volvió a cuestionar.

―Oh, verás nosotros tenemos como pasatiempo ser exploradores y así descubrir objetos, o lugares que no hayamos visto, todo esto el fin de transmitirlo a la gente, y que estos no queden en el olvido―. Le respondió uno de los viajeros.

―Menudo tiempo―. Soltó el perrito.―Bueno, ¿qué os parece si les enseño el santuario?

―¡Sí!― Respondieron los viajeros emocionados.

Al camino le agrado aquellas personas, sin embargo, al final tendría que matarlos, el perrito decidió borrar ese pensamiento de su mente para seguir hablando sobre el importante patrimonio histórico que los habitantes consideraban sagrado.

Los viajeros observaron su increíble arquitectura, fachadas con gran serie de personajes, montañas, cerros, cabezas de zorro, pescadores, redes, peces, asimismo, un patio de diez mil metros cuadrados y monumentos situados en el sur de la ciudad de Trujillo.

Y así fue pasando el tiempo, el perro se sentía feliz, puesto que, estaba acostumbrado mayormente a estar solo, sentía que su vacío se había llenado gracias a los viajeros.

Sintiendo pena y sintiéndose un mal amigo, el canino se armó de valor, decidiendo contarles sobre su situación con ellos.

―Si... si ustedes siguen merodeando en este lugar, lamentablemente podrían salir heridos o... ―El perrito pensó si debía decirles la palabra "muertos" pero la omitió por el momento.

―¿Cómo así?―Dijo uno de los viajeros con preocupación e intriga.

―Las huacas del sol y la luna me pidieron engañarlos y matarlos, pero he tomado otra decisión, que la muerte no es una opción y yo... les quiero tener de amigos, aunque no haya pasado mucho tiempo, semanas, meses, o años, siento que ustedes son especiales para mí, no los quiero perder, deseó acompañarlos en sus aventuras, protegerlos y me causa tristeza pensar que los podría perder...― Se sincero y confesó el peludo.

Los viajeros comenzaron a llorar, las palabras del perro les había conmovido.

―¡Escapemos amigo mío!― Contestaron entre lágrimas. No pasaron ni diez minutos pues inesperadamente las huacas del sol y la luna sintieron como alguien les iba a traicionar, ni siquiera lo pensaron, el único en quién podían sospechar era el perrito, muy molestos empezaron a vociferar.

―Ni pensar que tendrías la valentía para hacer tal cosa, traicionarnos a nosotros, pero no creas que esto se quedará así―. Hablaron aún más molestos.

Cómo castigo las huacas del sol y la luna expulsaron a los viajeros y al perro de Chan Chan por traidor, quitando el pensamiento de muerte.

―No creas que esto es suficiente―. Las huacas del sol y la luna le quitaron el pelo enfurecidos, quedando el perrito calvo con solo algunos cuantos pelos, el perrito había perdido su hermosa y brillante melena.

Así fue como el conocido perro peruano quedó calvo, pero, no le importó pues era muy feliz con sus dos nuevos amigos. Nunca imaginó conocer la verdadera amistad con unos extraños viajeros.

Fin

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