¿Qué hubiera pasado si Naruto tenía el Karma cuando era niño?

Capítulo 3

Naruto comenzó a mover la roca con la presión del tiempo. Ponía toda sus fuerzas y energías en todo su cuerpo para poder mover la roca que se deslizaba lentamente, volvió a meterse al agua, dejando la roca junto a la que estaba más cercana a la orilla. Vez que con un poco de motivación puedes hacerlo más rápido, dijo Jigen. A medida que estaba avanzando el tiempo, Naruto se cansaría y comenzaría a hacerlo más lento. Una lastima, ibas muy bien, te toca un latigazo, dijo Jigen que desde su árbol sacaría un latigazo que impactaría en la espalda de Naruto ardiendo de una forma muy dolorosa. Naruto se metería al agua para disminuir el dolor, pero sin darse cuenta la fuerte corriente se lo llevaría hasta el fondo de la cascada. Te doy 10 minutos en volver a subir, si no lo logras te dare 10 latigazos, dijo Jigen con una sonrisa maliciosa. ¿Qué?, maldición, no quiero eso, dijo Naruto quien se pondría a escalar al lado de la cascada llegando rápidamente a la cima en nueve minutos. Se tiraría al suelo respirando de forma agitada. No pierdas tiempo, aún debes mover otra roca, el tiempo se mueve, dijo Jigen. Naruto se levantó alarmado moviendo otra roca. Naruto recibiría un par de latigazos más por demorarse en llevar las rocas y otros por volver a caerse. Al terminar el día volverían a la casa donde Naruto sin comer nada se iría de inmediato a dormir, sin contar también con el gran dolor que sentía su cuerpo. Las siguientes semanas se dedicaron a mover la cascada los mil metros, logrando fortalecer el cuerpo de Naruto, disminuyendo los latigazos cada vez menos. Los meses pasarían, Naruto continuaría siendo entrenado por Jigen, sin embargo no se sentía satisfecho con el tipo de entrenamiento que estaría haciendo, donde constantemente sentía dolor, incluso había comenzado a odiarlo. Cuando comenzaban a entrenar peleando, Naruto atacaba con todas sus fuerzas, con intenciones de matarlo, eso le agradaba a Jigen, poco a poco el cuerpo de Naruto se volvía más fuerte, su próximo recipiente. Ese mocoso tiene un chakra excepcional, pensó Jigen mientras observaba a Naruto entrenar. Se ha vuelto el recipiente perfecto para el Karma. El karma podemos decir que es un sello maldito que otorga a su portador poderes inimaginables, pero a cambió consumía su alma y lo convertía progresivamente en Ishiki Otsutsuki, la misma persona que controlaba a Jigen, que en este caso, su cuerpo no podía liberar todo su poder del Otsutsuki. Un día, mientras Naruto estaría entrenando, Jigen lo llamó diciéndole. Es momento Naruto, vas a recibir una marca que te hará muy fuerte, dijo Jigen. ¿Una marca?, preguntó Naruto desconfiado. Así es, dijo Jigen quien tomaría la mano de Naruto implantandole una marca que parecía un diamante. Un intenso dolor recorrió el cuerpo de Naruto mientras la marca se hacía de color purpura y se extendía hasta el brazo y hasta el ojo derecho de Naruto. ¡Qué estás haciendo!, grito Naruto agonizando de dolor. Te estoy convirtiendo en lo que debes ser, respondió Jigen con una mirada fría. Naruto, confundido y aterririzado, luchó contra el poder del Karma, pero era inutil. La marca se grabó en su piel, corrompiendo su chakra y su alma. No quiero esto, sollozó Naruto, sintiendo cómo algo cambiaba dentro de sí. Jigen sonrió con satisfacción. Ahora eres mío, dijo, con la mirada fija en el nuevo recipiente del Karma. Sin embargo, Naruto se estremecía del dolor, es por ello que Jigen tomo a Naruto y lo llevó a un recipiente con agua y oxigeno en su nariz, con la finalidad de reducir el dolor que sentía, a pesar de haber implantado la marca aun quedaba el duró proceso de aguantar lo que el Karma le estaría haciendo a su cuerpo, cambios a niveles celulares que no cualquier persona podría soportar, a pesar de eso, Jigen sabía que Naruto podría hacerlo. Pasaron dos meses, y el Karma comenzaba a hacer cambios celulares bastante grandes, comenzaba a cambiar la genética humana a una genética Otsutsuki y al fin Naruto logró soportar al Karma. Jigen habría sacado a Naruto de su cámara de agua. ¿Que paso?, se preguntó Naruto. Ahora eres más fuerte, respondió Jigen. El sol caía a plomo sobre la árida tierra donde Jigen entrenaba a Naruto. No le daba ningún tipo de descanso, y ahora que tenía el Karma en su interior debía de potenciar ese poder para volverse uno con el Uzumaki. El sudor caía por la frente de Naruto mientras bloqueaba otro golpe de Jigen. El entrenamiento era brutal e implacable. Jigen no mostraba piedad, exigiendo a Naruto que superará sus límites una y otra vez. ¡Más fuerte!, rugió Jigen, asestando un poderoso golpe que envió a Naruto a volar. Naruto se levantó con dificultad, su cuerpo dolorido y magullado. La confusión y el miedo se apoderaban de él. No entendía por qué Jigen durante tanto tiempo lo había tratado con tanta crueldad. ¿Por qué has hecho todo esto?, preguntó Naruto, con la voz entrecortada por el esfuerzo. Para hacerte más fuerte, respondió con una mirada gélida. El mundo que te espera es cruel y despiadado. Solo los fuertes pueden sobrevivir. Naruto no estaba tan convencido con esas palabras, no le proporcionaban consuelo. Mientras un día descansaba en su cuarto un sentimiento de rebelión comenzó a crecer en su interior. No quiero ser fuerte a cualquier precio, se dijo Naruto mientras comenzaba a dormir. En ese momento, una voz resonó en la mente de Naruto. No estás solo mocoso, dijo la voz. Naruto se sorprendió, no reconoció la voz, pero emanaba tranquilidad. Naruto en su plano mental mientras dormia se encontraba en un lugar oscuro con paredes de ladrillos negros y en el suelo había agua, parecia como una especie de alcantarilla, comenzaría a caminar por ese lugar, hasta llegar en frente de unos barrotes como si fuera una prisión sumamente grande. En aquella celda estaría un zorro bastante gigante que miraría con ojos penetrantes a Naruto. ¿Quién eres?, preguntó Naruto. Soy Kyubi, el zorro de las nueve colas, respondió. Estoy sellado dentro de tí. Naruto se quedó atónito. Nunca había imaginado que el zorro de las nueve colas podía hablarle. ¿Qué quieres?, preguntó Naruto. Escucha mocoso, no me agradas, pero esa persona a la que llamas Jigen, algo tiene que me agrada menos que tú, no confíes en él, es un peligro, dijo el Kyubi. Naruto al escuchar lo que decía el zorro se quedó petrificado y después respondió. Has visto como me trata, como entrenamos, pero aun así todo ha tenido sus frutos, soy más fuerte, dijo Naruto. Si tú mueres yo también muero, ten cuidado, dijo el Kyubi. De pronto una pared aparecería entre Naruto y el zorro cerrando cualquier tipo de conexión entre estos dos. El sol se ponía en el horizonte, tiñendo de naranja el cielo mientras Naruto y Jigen se sentaban a comer. El entrenamiento de aquel día había sido agotador, una prueba de resistencia y fuerza que Naruto había logrado realizar. Jigen observaba al joven Uzumaki con una mirada penetrante, mientras masticaba un trozo de carne con solemnidad. Naruto, comentó Jigen con voz grave. ¿Sabías que tienes al Zorro de las nueve colas dentro de ti?. Naruto se atragantó con la comida, tosiendo y tratando de recuperar el aliento. Un escalofrío recorrió su cuerpo, la pregunta de Jigen resonaba en su mente como un trueno. ¿Sabias que tenias al zorro dentro de tí?, La voz que había escuchado en su cabeza ¿era realmente el Zorro?. No, no lo sabía, respondió Naruto con voz temblorosa, intentando ocultar el miedo que le producía la idea. Jigen observó la reacción de Naruto, sus ojos grises como la tormenta escudriñaban cada detalle de su rostro. Esa es la razón por la que los aldeanos te odian, dijo Jigen con severidad. Cuando naciste, el zorro atacó tú aldea, destruyendo gran parte de ella y causando una gran devastación. Desde ese momento, la economía de la aldea se vio afectada y la vida de los aldeanos se tornó difícil. Muchos te echan la culpa a tí por lo que ese zorro hizo, por la destrucción y el dolor que el Zorro trajo consigo.