II En las Sombras del Comienzo

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El día se inauguró como cualquier otro, sin embargo, Cordelia se percibió extraña desde los primeros minutos al abrir los ojos. Los recuerdos de la atormentadora noche anterior resurgieron en su mente, y aunque trató de convencerse de que solo fue una horrible pesadilla, un deje de miedo persistía en su pecho. Se apresuró a vestirse y descendió las escaleras para dirigirse a la cocina, donde su madre, de espaldas, untaba mermelada en su pan.

Al poner el pie en la cocina y observar a su madre ocupada, Cordelia sintió una punzada repentina en el pecho. Saludó con timidez a su madre y se sentó en la silla para disfrutar del desayuno. Cuando Evelyn se giró para unirse a ella, Cordelia notó algo sorprendente: los ojos hinchados, rojos y lágrimas que moqueaban.

"¿Estuviste llorando... mamá?" preguntó Cordelia, nerviosa.

"N-no, cariño, solo tengo un resfriado", respondió Evelyn con la mirada perdida.

La preocupación se apoderó de Cordelia, temiendo que lo que supuestamente había sido un sueño pudiera ser real. El miedo a que su amada madre se convirtiera en una persona cruel la hizo distanciarse. A medida que pasaban los días, Cordelia observaba cómo su madre lloraba y se golpeaba en su habitación, a veces quedándose horas mirándose en el espejo mientras las lágrimas caían de su rostro.

El padre de Cordelia salía a trabajar temprano y regresaba tarde, dejándola a solas con su madre. Notaba que sus padres ya no discutían, apenas se dirigían la palabra, y en ocasiones, su madre se retiraba a la habitación de invitados. Cordelia, apenas una niña, no entendía completamente lo que sucedía, pero la sospecha de que su madre había intentado hacerle daño en la noche anterior se afianzaba en su mente.

Pasó una semana y todo seguía igual. Después de haber estado ocupada con tareas en su habitación y de haber jugado con sus peluches, Cordelia notó que la noche se acercaba. Su habitación, dotada de una ventana desde la cual solía contemplar el anochecer, se sumió en penumbras. Cerró las cortinas, recogió sus peluches, ordenó sus juguetes y escuchó la llamada de su madre para merendar.

Bajó rápidamente y se sentó a la mesa, esperando encontrar una comida preparada por su madre. Sin embargo, notó algo extraño: su madre no había preparado nada y simplemente estaba sentada de nuevo, con los ojos hinchados y rojos. Confundida, Cordelia le preguntó:

"¿Qué pasa, mami? ¿Dónde está la comida?" Pero su pregunta fue interrumpida por Evelyn.

"¡Silencio!" exclamó Evelyn con fuerza.

Un silencio pesado envolvió el lugar, solo roto por el sonido de las gotas de lluvia que se acercaban. Cordelia, desconcertada, comenzó a sentir un creciente miedo.

"Tu padre ya no me habla, no me toca, no me dice nada. ¿Y sabes por qué?" dijo Evelyn.

Cordelia, sin saber qué responder, quedó en un incómodo silencio, mientras la inminencia de la tormenta afuera parecía reflejar la tensión en el aire. Evelyn, entre sollozos, expresaba su dolor con sinceridad y pesar:

"Él piensa que soy una mala madre, que no merezco su amor ni el tuyo. Pero yo sigo esperando un 'te amo' de su parte. Me fui para poder completar mis estudios, para ver a mi familia. No estaba lista para tenerte, y me arrepiento tanto de no haber estado contigo. También me arrepiento de haberte tenido. La culpa de haberte dejado me invadía todos los días. Si no te hubiera tenido, no habría vuelto aquí, pero es mi culpa. Me arrepiento de haber venido y de haber dejado todo atrás. Me arrepiento de tenerte y me arrepiento de haberme enamorado de Carlos. Todas las noches, mi vida es una mierda, y solo quiero correr lejos de aquí, pero no puedo... no puedo."

Evelyn continuaba llorando, liberando sus emociones en un torrente de confesiones angustiantes. La atmósfera se llenaba de dolor y desesperación, mientras Cordelia, atónita ante las revelaciones de su madre, enfrentaba una realidad impactante y desconcertante.

Cordelia, incapaz de comprender completamente las palabras de su madre, estaba segura de dos cosas: su madre había intentado hacerle daño en dos ocasiones, creyendo erróneamente que todo era un sueño, y también sentía un profundo rechazo hacia ella. Con rapidez, Cordelia se retiró a su habitación, dejando a su madre sumida en lágrimas.

Pasaban los minutos y la confusión reinaba en su mente, agravada por el hambre que no le permitía conciliar el sueño. Silenciosamente, descendió hacia la cocina en busca de algo para comer, mientras reflexionaba sobre las impactantes revelaciones de su madre.

Mientras mordisqueaba unos panes, su atención se desvió al sonido de la puerta que se abría, indicando la llegada de su padre. Temiendo su reprimenda por estar despierta a altas horas de la noche, se ocultó debajo de la mesa.

Al entrar, Carlos fue recibido apresuradamente por Evelyn, aunque él la ignoraba con indiferencia. A pesar de los intentos de complacerlo ofreciéndole comida, Carlos respondió con una bofetada, haciendo que Evelyn cayera al suelo, provocando la consternación de Cordelia. Su padre, visiblemente enfadado, culpando a Evelyn por haberlo dejado solo con su hija dijo:

"enserio tratas de complacerme, después de a verme dejado como idiota con una niña durante muchísimo tiempo, no te dio ni una pisca de pena a ver dejado a tu hija sin una madre?!, no entiendo porque volviste.."

"Volví porque te amo..." decía Evelyn con lágrimas.

"¡Cállate!" gritó Carlos, "tú y yo sabemos que eso es mentira."

Con lágrimas desbordando en sus ojos, Cordelia emergió de su escondite, escapando rápidamente hacia su habitación. Al cerrar la puerta, se dejó caer pesadamente sobre la cama, entregándose a un llanto desgarrador.

Los minutos se deslizaban con la misma intensidad que la lluvia lánguida que golpeaba implacablemente su ventana, mientras sus pensamientos danzaban en un torbellino tumultuoso.

Cuando finalmente rozaba el umbral del sueño, un grito femenino rasgó la tranquilidad de la noche, seguido por un estruendo sordo que reverberó en el silencio. Cordelia se incorporó de un salto, corriendo hacia la ventana, donde las gotas de lluvia danzaban con furia en un frenesí desenfrenado.

En el suelo, un objeto yacía en la oscuridad, revelándose como la figura de su madre. La tragedia, envuelta en el telón oscuro de la tormenta, se desplegaba ante los ojos de Cordelia, sumiéndola en una realidad más oscura y desgarradora de lo que jamás hubiera imaginado.

El amor en tonos oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora