III Inocentes

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Cordelia se detuvo junto a la ventana, su mirada perdida en el paisaje urbano que había cambiado en los últimos cinco años. Aquella ventana era testigo de un momento que prefirió dejar en el pasado. Su madre, desde el piso de arriba, había tomado una decisión devastadora para su vida. Sin embargo, con el tiempo, Cordelia aprendió a distanciarse de aquel recuerdo. Mientras la ciudad continuaba su curso, ella reflexionaba sobre cómo había evolucionado desde aquel acontecimiento que una vez la marcó profundamente.

Las imágenes de aquellos días oscuros solían invadir mis pensamientos, pero hoy, frente a la misma ventana que testificó todo, me obligo a enfrentar los recuerdos, he aprendido a distanciarme de aquel doloroso pasado.

Mi nombre es Cordelia, tengo 18 años y resido en Quito con mi padre, de 53. En estos momentos, mi prioridad es prepararme intensamente para ingresar a la universidad y seguir la carrera de Derecho. A pesar de mi naturaleza extrovertida, suelo ser bastante tímida con personas nuevas, lo que ha resultado en que, más que tener pocos amigos, simplemente no tengo ninguno en este momento.

Aunque mi papá trabaja duro y nos va bien, no me gusta depender de su dinero. Prefiero ganarme las cosas por mi cuenta y no ser una niña mimada. Aunque a veces no puedo evitar que él insista en ayudarme económicamente, trato de hacerlo todo por mí misma. Hoy me toca trabajar como camarera en un restaurante cerquita de casa, de las 4pm a las 12pm. Ya casi es hora, así que me voy a alistar rápido.

Dejo listo el almuerzo para mi papá. Aunque podría comprarlo fácilmente, prefiero prepararle la comida con mis propias manos; es mi manera de expresarle cuánto lo quiero. Me encamino a mi trabajo, que está a unos 10 minutos de casa, así que no hay problema. Espero que hoy no haya mucha gente en el restaurante.

Al llegar al restaurante, me encuentro con una de mis colegas mirando su celular.

"Hola, ¿Cómo estás, Cordelia?" me dice sonriente mientras voy entrando

"Ah, hola, me encuentro muy bien. ¿Y tú, Camila?" dije mientras me ataba el delantal

"pues estoy bastante bien, un chico nuevo llego hoy y esta guapísimo, su nombre es Leonardo" dijo Camila entre pequeñas risas

"¿enserio?, pues que bueno, así alguien mas me va ayudar a limpiar"

"¿Limpiar? Él no va a limpiar nada. Es el nuevo cocinero; al anterior lo despidieron. No recuerdo el motivo, aunque debo admitir que no me agradaba mucho."

"¡Ah, qué mal!", murmuré mientras tomaba una escoba y me disponía a limpiar.

Horas más tarde, después de haber casi culminado el trabajo, mis compañeros empezaron a charlar entre ellos. Estaba Camila, con quien suelo entablar más conversaciones, también estaba Diego, un venezolano, Corina y Leonardo, el nuevo integrante. No acostumbro quedarme a conversar, así que rápidamente me preparé para irme. Sin embargo, noté que mis compañeros estaban hablando sobre la vida de Leonardo: si tenía novia, de dónde era, entre otros temas. No pude evitar escuchar sus respuestas mientras pasaba junto a ellos. En ese momento, sentí que alguien me tomaba del brazo y me asusté un poco. Cuando volteé, vi que era Camila, quien quería que me quedara un rato para charlar. Lo pensé por un momento, pero decidí quedarme, ya que quería socializar un poco.

"¡Epa, por fin se queda Cordelia!" exclamó Diego entre risas.

Camila intervino rápidamente: "Déjala, no hagas que se quiera ir, tonto", a lo que Diego simplemente se rió.

La conversación comenzó a fluir sobre diversos temas de la vida, aunque yo hablaba muy poco. Simplemente me gustaba escuchar. Sin embargo, a medida que la conversación avanzaba y se volvía más personal, comenzaba a sentirme incómoda. Tenía ganas de marcharme. Justo cuando estaba a punto de hacerlo, Corina preguntó de repente:

"Y tú, Cordelia, ¿eres virgen?"

La pregunta me tomó por sorpresa. En nuestro grupo, yo era la más joven. Diego tenía 21 años, Camila 20, Corina tenía mi misma edad pero pronto cumpliría 19, y sobre la edad de Leonardo, aún no estaba segura.

No supe cómo reaccionar ante esa pregunta, y no dije nada. Pero Cordelia insistió. Finalmente, decidí responder que sí, que seguía siendo virgen. Corina empezó a reír y hacer bromas sobre mi virginidad. Miré a Leonardo por un instante y parecía disgustado. Entonces Leonardo dijo:

"Vaya, Cordelia, pues ya somos dos. Dos vírgenes", y rió de una manera muy cálida. Su risa era encantadora.

Corina se echó hacia atrás y dijo: "¿Qué? ¿Tú virgen? Con lo guapo que eres, lo dudo". Leonardo solo rió un poco.

Las actitudes de Corina me estaban molestando. Constantemente hacía comentarios burlones hacia mí y Camila. De hecho, reveló algo bastante personal sobre Camila, lo que hizo que se pusiera extremadamente roja de vergüenza. Casi podía apostar que quería llorar.

Hubo un momento en que Corina dijo algo sobre Camila que me sacó de quicio:

"Camila y yo solíamos estar en el mismo colegio. Su madre llegaba y le daba tremendas bofetadas cuando sacaba malas notas. Le decía cosas como que era tonta, idiota. Igual y tu madre tenía algo de razón. Te la pasas coqueteando con chicos, eras bien fácil. Tanto así que quedaste embarazada de uno de esos. Nunca entenderé por qué no abortaste, amiga".

Todos en el grupo quedamos estupefactos, sorprendidos. A Diego se le escapó un "¡Qué mierda!" después de haber escuchado eso. Miré a Camila y sus ojos estaban empapados, quería llorar. Cuando trató de defenderse, no lograba terminar sus oraciones. El llanto la estaba consumiendo tanto que no podía hablar. Me enojé mucho. Miré a Corina y le dije:

"¿Qué mierda estás diciendo? ¿Por qué le dices esas cosas a Camila? Ella no te ha hecho nada malo."

Corina estaba relajada y me dijo: "Bah, no te enojes, solo fue una anécdota tonta".

"Tonta estás tú, pendeja", le respondí mientras tomaba de la mano a Camila para dirigirnos al baño. Pude ver las caras de los chicos: Diego estaba confundido, mientras que Leonardo se notaba bastante enfurecido.

Llegué al baño junto con Camila. A pesar de ser mayor que yo, era bastante bajita, así que pude darle un gran abrazo mientras ella lloraba en mi pecho. Me dijo:

"No sé por qué Corina dijo todo eso de repente. Somos mejores amigas. Yo le conté todo eso porque confiaba en ella".

Eso significaba que Camila tenía un hijo. Me sorprendió bastante. Bueno, casi no hablábamos, no conocía nada de ella.

Estuve un rato limpiando las lágrimas de Camila. El tiempo había pasado tan rápido que no me di cuenta de la hora. Quería ver qué hora era, así que busqué en mis bolsillos el celular. Recordé que lo había dejado junto a los chicos. En ese momento, escuché a Diego gritar:

"¡Cordelia, rápido, ven!"

Salí del baño con Camila, y al regresar, noté que todos parecían estar muy preocupados. ¿Qué había pasado mientras estábamos dentro? La tensión en el aire era palpable.

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⏰ Última actualización: Apr 11 ⏰

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