Reconciliación

229 18 1
                                    

Por fin pudo sentarse a descansar un momento. Las primeras horas de su turno de la mañana habían estado bastante moviditas por lo que recién tuvo la oportunidad de salir al jardín a despejarse. Acomodada en su banca favorita elevó los ojos al cielo, el sol estaba en todo lo alto; iluminando el día con sus cálidos rayos.

Sacó una barra de chocolate y, mientras la desenvolvía, su teléfono personal dio un pequeño pitido. Terminó de abrir su chocolate y, al tiempo que daba la primera mordida, sacó el aparato para ver la notificación que acababa de llegarle.

Alguien la había etiquetado en Instagram. Al leer el usuario que lo hizo frunció el ceño.

«¿A santo de qué me etiquetó esta mujer?», pensó, su mirada fija en la barra de notificaciones. No eran amigas por lo que la mención en los comentarios del post la hizo dudar de sus intenciones.

Sin embargo, la curiosidad mató al gato, intrigada pinchó en la notificación. La aplicación se abrió enseguida, revelándole una fotografía que habría preferido no ver.

«¡No puede ser!», acompañó su pensamiento con un movimiento negativo de la cabeza, no se dio cuenta que sus nudillos estaban blancos por la fuerza con que sostenía el aparato.

La visión se le enturbió y apenas pudo leer las etiquetas que acompañaban a la fotografía.

#teamo #másfelizquenunca #porfinlibres #míoahoraysiempre #TG

Sintió que las piernas le fallaban. Suerte que seguía sentada o hacía rato que habría caído de rodillas.

El post se estaba llenando de comentarios y corazones a una velocidad alarmante. Una oleada de fans escribía parabienes y muestras de afecto hacia la pareja que se mostraba de perfil, abrazados.

Su esposo abrazaba y miraba con amor a otra mujer. La imagen parecía haber sido captada a hurtadillas, hecho que la hacía parecer auténtica.

—No, no, no. Debe haber una explicación. Él no me haría esto —murmuró, su mirada clavada en la pantalla.

Salió de la aplicación sin dejar ningún comentario o reacción en la publicación. Las manos le temblaban mientras navegaba por los iconos en la pantalla hasta abrir la agenda y pinchar en la última llamada recibida; su chocolate mordido olvidado en la banca.

Con el teléfono en la oreja esperaba a que le respondieran al otro lado de la línea, sin embargo, la voz más odiada por los usuarios de telefonía móvil le informó que su llamada sería transferida al buzón. Intentó una, dos, tres veces, sin embargo, el resultado era el mismo.

Aturdida se quedó observando la pantalla negra del móvil, su mente perdida en la imagen que acababa de destrozarle el corazón.

Pasado un rato, el pitido en su localizador le indicó que el momento de autocompasión había terminado y que tenía que continuar con su trabajo.

Tras la publicación todo el mundo hablaba sobre la nueva pareja del espectáculo: el reconocido actor Terrence Graham y la modelo ucraniana —recién convertida en actriz—, Daryna Melnyk. Ambos actores han interpretado con éxito a la pareja protagónica de una conocida saga de libros; la química en pantalla provocó que la multitud de fans de la saga deseara verlos juntos fuera de esta por lo que la foto alimentó aún más sus fantasías.

El chisme tenía incendiadas las redes sociales y los programas de espectáculos debido a que el actor tenía más de cinco años de matrimonio con una doctora que nada tenía que ver con el medio artístico. Los comentarios de la gente iban desde los buenos deseos para la pareja hasta los insultos al infiel y a la robamaridos.

Pasó la tarde entre cuchicheos y miradas de compasión, pero se esforzó para no hacerles caso. A pesar de que al principio sintió que se moría, con el pasar de las horas logró estabilizar sus emociones y pensar con claridad. La filmación de la tercera película estaba a punto de finalizar, era muy probable que la fotografía fuera solo un truco publicitario. Jamás se basaría en una simple imagen para creer que su esposo le era infiel. Con todo, se prometió que le daría una lección por no prevenirla al respecto y apagar el teléfono en un día como hoy.

Susurros para TerryWhere stories live. Discover now