Capítulo 1

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—Muy bien Aiko, ha acabado la sesión. Quiero que sepas que me ha dado mucho gusto hablar contigo, nos vemos de nuevo la próxima semana. Cuídate.—dice amablemente una mujer rubia.—Adiós..—responde la mencionada.

Aiko, una universitaria de 19 años, sale de una habitación muy bien decorada para dirigirse a un salón más grande con dos personas sentadas en unas sillas, aparentemente esperando a ser atentidas por la persona dentro de la habitación de la cual Aiko salió.

La castaña llevaba un sueter de lana con cuello, el cual le llegaba un poco más abajo de su cadera. Mientras que en la parte inferior vestía una falda larga que terminaba un poco más abajo que sus rodillas, con unos zapatos negros y un bolso café claro. Ella observó a las dos personas sentadas en las sillas por unos segundos, aquellas personas no parecían conocerse entre sí. En la sala de espera se encontraba un jóven de edad desconocida y una niña de no más de 12 años.

Aiko salió del resinto para dirigirse a la estación de autobuses para tomar el que la llevaría a su casa. Al llegar a la estación, observó a cada una de las personas paradas esperando su autobus, entre ellas, vió a un joven muy atractivo, ojos grandes y claros, largas pestañas, cabello bien arreglado, bastante alto, cara fina y delicada, piel clara y vestía un uniforme escolar. Por su físico y estatura, no parecía tener menos de 17 años, pero seguía siendo un escolar.

El autobus de Aiko llegó y ella subió a él completamente indiferente, caminó por el autobus hasta llegar a los asientos del fondo. En pocos segundos los asientos del bus comenzaron a llenarse; Aiko elevó la vista solo un segundo para toparse con aquel chico de ojos claros y largas pestañas que había visto en la parada de autobuses.—Disculpa, ¿le molesta si me siento aquí?—preguntó educadamente el escolar mientras señalaba el asiento desocupado a un lado de Aiko.—No, no te preocupes, sientante.—respondió Aiko.

El autobus siguió su curso, el tiempo pasaba y Aiko miraba de reojo al adolescente que tenía a su lado, mientras que el solo veía su telefono y escuchaba música con unos audifonos tradicionales blancos. El autobus estaba completamente lleno, era día viernes y todas las personas salían de sus trabajos y escuelas. 

Pasados unos 30 minutos, Aiko llegó a su destino y se bajó del autobus. La parada de autobuses estaba a 3 minutos de su casa, así que, Aiko caminó tranquilamente hasta su domicilio. Al llegar, sacó las llaves de su bolso y quitó el pestillo de la puerta de entrada. Al entrar, la recibió una mujer de 43 años.—Hola hija, ¿cómo te fue con tu nueva psicóloga?—.

Aiko dejó su bolso a un lado y dió un suspiro, caminó hacia un pequeño mueble y dejó las llaves encima. Se quedó unos segundos pensando y se dispuso a responder—Bien.—dijo de forma seca. La madre la miró unos segundos y habló—¿Quiéres algo para comer?—preguntó; Aiko la observó, seria. La castaña no respondía, solo observaba a su madre, callada.—¿Me vas a responder?—preguntó su madre con un tono molesto.

—No, gracias.—respondió Aiko para luego dirigirse a su habitación. Se acercó a las escaleras y comenzó a subirlas pero frenó en el segundo escalón. Miró a su madre por unos segundos y habló—¿Qué te pasa?—preguntó Aiko a su madre, quien se encontraba ahora sentada en el sofá principal.—¿A qué te refieres?—respondió su madre.—¿Por qué de repente eres buena madre?—preguntó la castaña. La madre se quedó callada al escuchar tal pregunta, el ámbiemte se tensó por un momento hasta que Aiko suspiro y continuó subiendo las escaleras. Al llegar a su cuarto, Aiko cerró la puerta con pestillo y se sentó en el piso apoyando su espalda contra la puerta y cerró los ojos. 

La luz mañanera comenzó a entrar por la ventana de Aiko. Aiko comenzó a abrir sus ojos lentamente y se dispuso a levantarse del suelo, caminó pesadamente a su guarda ropa y escogió un vestido. Era sábado, sus compañeros de universidad siempre solían salir con amigos o estudiar, pero Aiko no tenía amigos, solo una, pero jamás la invitaba a salir, tampoco le gustaba estudiar, así que, se cambió de ropa y salió de su cuarto, bajó las escaleras que llevaban a la sala principal, se dirigió al baño, se cepilló sus dientes y salió del baño; su madre no había despertado aún, así que tomó su bolso y sus llaves, las guardó y salió de su casa. No tenía un destino determinado, solo caminó hasta que algún lugar llamara su atención. Aiko era físicamente atractiva, tenía muchos pretendientes pero sus relaciones no eran duraderas, al igual que sus amistades. Mientras caminaba sin rumbo alguno llegó al centro comercial, lo observó desde fuera y decidió no entrar, así que desvió su mirada al parque de enfrente. Caminó en dirección al parque muy tranquilamente y se sentó en una banca de por ahí. 

Se había comenzado a aburrir cuando escuchó una voz familiar, miró en dirección donde ella creía haber escuchado la voz; era él, aquel chico atractivo del autobus, ahora vestía una camiseta negra holgada y unos shorts de mezclilla hasta la rodilla, su cabello lucía un poco desordenado y venía acompañado de unos amigos. Aiko lo siguió con la mirada un rato hasta que notó que se dirigían al centro comercial. La castalla lo pensó unos segundos hasta que se levantó de su asiento y comenzó a caminar en dirección al dichoso centro comercial.

"Sin parejas, no hay felicidad"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora