Capítulo III

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La oscuridad es densa, silenciosa y dura, si definitivamente dura.

Mis ojos pesan, pero aun así me esfuerzo por abrirlos... para encontrar todo más oscuro ¿Qué está pasando? Pestañeo varias veces para ver si las cosas cambian, no funciona.

Pero de pronto me siento más ligera, el sonido vuelve a mí, y comienzo a sentir un pip eterno, como si la "i" no fuera capaz de llegar a la "p", pero eso deja de tener importancia cuando me logro poner de pie, todo sigue oscuro, puedo ver la silueta de mi cama y una silla al lado ocupada, y ahí está.

Ella me mira con una sonrisa en sus labios, pero sus ojos tristes, la he extrañado mucho y solo quiero correr a abrazarla, pero con una seña de su mano me detiene y me dice que me quede en la cama, su voz se escucha como un eco en la habitación y caigo en la cuenta en que algo está mal, ella no debería estar aquí ¿Por qué esta aquí? Y es en ese momento, en que el pitido al lado de mi cama se hace más nítido, al prestarle mayor atención, el resto de los ruidos llegan a mis oídos, como tambores, no, son pisadas y gente hablando de forma desesperada, no lo entiendo ¿Cómo hay tanta gente en mi casa?

Ella se levanta y me mira – Aún no es tu momento pequeña – y sin dejarme hablar desaparece con una fuerte luz que me hace cerrar los ojos. Los minutos se hacen eternos, todo está tan iluminado que no puedo ver ni mis manos, ya no hay ruido, solo una extraña paz. No pasa mucho tiempo hasta que se desvanece, comienzo a escuchar pero no puedo distinguir un sonido de otro, la luz me ciega de forma absoluta y hace que me retuerza en la cama, espera, ¿dije en la cama? Sí, estoy en una, puedo sentir la sabana que me cubre y la almohada en mi cabeza, mis ojos pesan y la luz ya no es tan fuerte, escucho gente a mi alrededor y como dos manos tocan mis brazos y rostro verificando mi estado, abro los ojos y me encuentro con cuatro de ellos mirándome y hablando hacia atrás, hay más gente en mi pieza, pero hay algo diferente aquí además de la gente desconocida, como por ejemplo: esas no son mis paredes rosa pálido, ni ese es mi velador, no está ninguno de mis cuadros pop art en la pared derecha de mi cama, ni los pájaros y árboles que pinté en mi pared izquierda, y lo peor de todo, es que no está el librero que cubre toda la muralla frente a mi cama, no está, no hay nada mío aquí ¿Por qué?

De pronto la obvia realidad cae sobre mí, no estoy en mi casa, de hecho no estoy en ningún lugar que conozca, puedo reconocer que las personas a mi alrededor son doctores por las capas blancas que tienen, y el claro rostro de preocupación y casi desesperación cuando me levanté y corrí a la puerta, me lo demostró.

Estoy en un hospital.

Y fui anestesiada.

Me amarraron las muñecas a las rejillas de la camilla, y una vez que prometí que estaría tranquila me explicaron porque estaba ahí, sola.

Lo último que recuerdo es que escuché su voz, específicamente su nombre y se me olvido como respirar y me desmayé, eso fue lo que yo sabía, cualquiera diría "¿Qué? ¿Está hospitalizada por desmayarse al escuchar la voz del chico que quiere?". Pues a eso hay que agregar el hecho de que no había comido nada esa mañana, la noche anterior tampoco comí por estudiar e iba por mi primer café del día cuando todo sucedió; también está el hecho de que estuve mareada la mitad de las clases y tenía una pequeña fuerza que me sostenía que se desvaneció en el minuto en que lo escuché y retrocedí unos meses en el tiempo a cuando me hablo por primera vez; y es muy necesario agregar que cuando me desmayé nadie me agarró a tiempo, y mi cabeza rebotó en el piso de cemento justo en el escalón que llevaba a la mesa de los cafés.

Y pues nada aquí estoy, con la cabeza vendada porque estuve unos días inconsciente a causa del gran golpe que me di en la parte baja de la cabeza, un poco mareada a causa del movimiento frenético de los doctores para calmar a mis amigas que solo quieren entrar a verme o por causa de la conmoción del golpe. Pero no puedo pensar en eso, no puedo pensar en nada más que no sea él, estuvo ahí, me habló justo antes de que perdiera la conciencia y me diera el peor golpe de mi vida ¿Por qué no me afirmó? ¿Por qué no me agarró antes de caer si estaba detrás de mí? Yo sentí su respiración en mi nuca, estaba muy cerca, ¿Cómo es que no pudo afirmarme? O al menos aparecerse por el hospital para saber cómo seguía, digo, llevo al menos un par de días despierta y no hay rastro de él.

La Semilla del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora