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No pude contestar. Imaginé lo que podría haber sido mi vida si Jin hubiera resistido la tentación de cambiar su vida solitaria... y me estremecí.

—Fue la madre de Lisa la que me decidió —la voz de Jin era casi un susurro. Su mirada ausente se perdió más allá de las ventanas oscuras.

— ¿Su madre? —siempre que le había preguntado a Lisa por sus padres, ella sólo me había dicho que habían muerto hacía mucho, y que conservaba recuerdos vagos de ellos. Comprendí que los recuerdos de Jin, a pesar de lo breve de su contacto con ellos, eran perfectamente claros.

—Sí. Su nombre era Elizabeth. Elizabeth Masen. Su padre, se llamaba Edward, no llegó a recobrar el conocimiento en el hospital. Murió en la primera oleada de gripe. Pero Elizabeth estuvo consciente casi hasta el final. Lisa se le parece mucho, tenía el mismo extraño tono broncíneo de pelo y sus ojos eran del mismo color verde.

— ¿Lisa también tenía los ojos verdes? —murmuré mientras intentaba imaginarlo.

—Sí... —los ojos de color ocre de Jin habían retrocedido cien años en el tiempo—. Elizabeth se preocupaba de forma obsesiva por su hija. Perdió sus propias oportunidades de sobrevivir por cuidarla en su lecho de muerte. Yo esperaba que ella muriera primero, ya que estaba mucho peor que ella. Cuando le llegó su final, fue muy rápido. Ocurrió justo después del crepúsculo, cuando yo llegaba para relevar a los doctores que habían estado trabajando todo el día. Eran tiempos muy duros como para andar disimulando, había mucho trabajo por hacer y yo no necesitaba descansar. ¡Cuánto odiaba regresar a casa para esconderme cuando había tanta gente muriendo!

»En primer lugar me fui a comprobar el estado de Elizabeth y su hija, con quienes me sentía emocionalmente ligado, algo siempre peligroso para nosotros si se tiene en cuenta la fragilidad de la naturaleza humana. Me di cuenta a primera vista de que ella tenía muy mal aspecto. La fiebre campaba a sus anchas y su cuerpo estaba demasiado débil para seguir luchando. »Sin embargo, no parecía tan débil cuando me clavó los ojos desde la cama.

»— ¡Sálvela! —me ordenó con voz ronca, la única que su garganta podía emitir ya.

»—Haré cuanto me sea posible —le prometí al tiempo que le tomaba la mano. Tenía tanta fiebre que ella probablemente no sintió la gelidez antinatural de la mía. Su piel ardía, por lo que todo debía de parecerle frío al tacto.

»—Ha de hacerlo —insistió mientras me aferraba con tanta fuerza que me pregunté si, después de todo, conseguiría sobrevivir a la crisis. Sus ojos eran duros como piedras, como esmeraldas—. Debe hacer cuanto esté en su mano. Incluso lo que los demás no pueden, eso es lo que debe hacer por mi Lisa.

»Esas palabras me amedrentaron. Me miraba con aquellos ojos penetrantes y por un momento estuve seguro de que ella conocía mi secreto. Entonces, la fiebre la venció y nunca recobró el conocimiento. Murió una hora después de haberme hecho esa petición.

«Había sopesado durante décadas la posibilidad de crear un compañero, alguien que pudiera conocerme de verdad, más allá de lo que fingía ser, pero no podía justificarme a mí mismo el hacer a otros lo que me habían hecho a mí.

»Era obvio que a la agonizante Lisa le quedaban unas pocas horas de vida, y junto a ella yacía su madre, cuyo rostro no conocía la paz ni siquiera en la muerte, al menos no del todo...

Jin rememoró la escena completa; conservaba muy nítidos los recuerdos a pesar del siglo transcurrido. Yo lo veía con idéntica claridad a medida que él hablaba: la atmósfera desesperada del hospital, la omnipresencia de la muerte, la fiebre que consumía a Lisa mientras se le escapaba la vida con cada tictac del reloj...

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⏰ Última actualización: Feb 22 ⏰

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Luna Neva (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora