Capitulo 8

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Mientras el Mega Caballero y la Pekka estaban sentados juntos en la acogedora sala de estar de Pekka, luego que el Mega Caballero tomara una buena ducha fría, ambos bebiendo vasos de limonada helada, había una tensión palpable en el aire, a pesar de sus mejores esfuerzos por mantener una fachada de conversación informal.

—Entonces ¿Cómo estuvo tu semana en la arena?— Preguntó la máquina de guerra, su tono casual mientras intentaba llevar la conversación hacia un territorio más seguro.

—Lo de siempre, batallas, victorias, derrotas, que me llamen gay varias veces— Respondió el encogiéndose de hombros con indiferencia, tratando de parecer no afectado por su presencia.

—Suena como un semana normal— Ella comentó casualmente tomando un sorbo de su bebida.

—Sí, lo fue— Respondió el, incapaz de apartar su mirada de la de la Pekka, se sintió atraído hacia ella como una polilla hacia la luz.

Se sentaron en silencio por un momento, la tensión entre ellos aumentaba con cada segundo que pasaba.

Cuando Mini entró a la cocina, se encontró con algo que lo tomó por sorpresa, su madre y el Mega Caballero estaban juntos, abrazados, sus frentes tocándose en un momento tierno, al menos hasta que se dieron cuenta del menor y ambos se soltaron rápidamente totalmente avergonzados.

Por un momento, los tres se quedaron congelados en el lugar, sin saber qué decir o hacer.

—Finalmente— Declaró el Mini Pekka casualmente mientras se dirigía al refrigerador para tomar un refrigerio.

—Mini ¿estás... bien con esto?— Ella preguntó tentativamente, sin estar segura de cómo reaccionaría él.

—Sí, supongo que sí, si tú eres feliz, mamá, entonces yo también lo soy— El Mini Pekka se encogió de hombros mientras buscaba en el refrigerador algo y termino encontrando unos panqueques.

El Mega Caballero que se había quedado en silencio esperando una rabieta, se agachó a la altura del Mini Pekka.

—Prometo tratar bien a tu mamá, promesa de caballero— El dijo mientras miraba al Mini Pekka al ojo.

—Bien, porque si alguna vez la haces sentir mal tendrás que lidiar conmigo— Advirtió el pequeño robot mientras tomaba el casco del mega Caballero empujándolo hacia abajo para tapar la vista del caballero, para luego irse con sus panqueques.

El Mega Caballero se acomodo el casco y miro a la Pekka feliz, ambos volvieron a juntar suavemente sus frentes felices de que Mini los había aceptado.

Algunos días más tarde, el invierno había llegado al reino, mientras todos estaban fuera disfrutando la nieve, el Mega Caballero estaba dentro estornudando como un gatito.

El sollozó miserablemente, envuelto en una manta en el sofá, su cabello oscuro estaba pegándose a su cuello y frente, mientras que sus ojos azules estaban irritados por la gripe, su armadura estaba a un lado, ahora solo estaba en ropa casual pero cubierto por una manta muy gruesa, mientras la Pekka se movía por la habitación, mimándolo como una mamá gallina.

—Deberías haber sabido que no debías entrenar sin abrigo con este clima— Lo regañó ella sacudiendo la cabeza —Ahora mírate, enfermo como un perro—

El Mega Caballero dejó escapar un gemido lastimero, su voz amortiguada por la congestión en su nariz, roja como la de un reno de Santa Claus.

—Siento que me estoy muriendo...— El se quejó, provocando que la Pekka suspirara divertida.

—No te estás muriendo, sólo estás siendo dramático— Replicó ella, entregándole una taza de té humeante —Toma, bebe esto, te ayudará—

El Mega Caballero aceptó el té agradecido, tomando un sorbo tentativo y haciendo una mueca ante el sabor amargo.

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