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Cuando Luzu vió una cara desconocida en el pueblo, no pudo evitar ir y presentarse amistosamente, amaba conocer gente nueva, pero esa no fue la única razón por la cual se acercó a ese misterioso chico. La realidad es que el sentimiento de atracción que sintió al verlo fue tal que algo en su frío corazón se removió.

"¿Cómo te llamas?" Preguntó después de haberse presentado a sí mismo y hacer un comentario como que era bueno ver gente nueva caer en Karmaland.

"Quackity" Respondió con voz alegre, Luzu sonrió ante la actitud claramente positiva del chico. Muy agradable.

Estuvo a punto de preguntarle si quería que le diera un pequeño y rápido tour por el pueblo. Servía que así conocería más sobre él y también sabría donde se quedaría. No es cómo si fuera un acosador, nada de eso, simplemente sentía más curiosidad de la normal picar en su pecho.

"¡Pato! Que se me ha hecho un poquito tarde, lo siento" esa voz ronca la conocía demasiado bien para su desgracia. Pero si era el más payaso del pueblo, Rubén Doblas.

Luzu era conocido por ser un rol de canela y aunque a veces se les unía a sus amigos en hacerle putadas a los demás, solían ser cositas de unas risas y sin dañar realmente a nadie.
Sin embargo, había una persona con la cual no se involucraba para nada y era este mismo oso hijo de puta, llevaba todo a otro nivel, sus bromas si es que podían llamarse así, rebasaban la legalidad, Luzu estaba seguro de que Rubius tenía algún transtorno, probablemente era un psicópata con delirios de piromanía.

La sonrisa que tenía en el rostro desde hace rato se deformó hasta convertirse en una mueca de desagrado que no se molestó en disimular.

Para su buena, o mala suerte, la atención de Quackity estaba toda sobre Rubius, lo miraba con los ojos brillantes y una sonrisa tan grande, como si estuviera viendo al mismísimo papa, vaya.

"¡Rubiuus! Te extrañé mucho, como no tienes idea" Dijo con emoción genuina y se lanzó a abrazarlo, siendo correspondido por el más alto con un "Yo también, patito".

De repente Luzu se sintió invisible, como si sobrara ahí. Y quizá así era, porque parece que Quackity se olvidó de todo a su alrededor y lo único que podía ver era al oso. Luzu carraspeó para llamar su atención, sintiéndose incómodo por estar atrapado en esa extraña burbuja.

"Oh, pensé que ya te habías ido" Mencionó Rubius con esa misma sonrisa burlona que siempre adornaba su estúpida cara. De verdad tenía el don de que cualquier cosa que dijera se escuchara desagradable.

Luzu tenía un problema con las cosas y personas así.

"Lusuu, me caíste muy bien y aunque quisiera quedarme un ratito más contigo, ahora tengo que ir a instalarme y descansar un poco" Interrumpió Quackity, con un positivismo que le regresó la sonrisa a Luzu, aunque haya pronunciado de forma rara su nombre.

"Está bien, fue un placer conocerte, te veo luego y no dudes en pedirme ayuda..." Volteó a ver a Rubius, una mirada filosa "...si las cosas se complican".

Quackity asintió, feliz por haber conocido a una buena persona. Después de agradecerle se fue junto a Rubius, tomándolo del brazo. Parecían tan cercanos.

Luzu se quedó quieto en su lugar, viendo como las figuras de los chicos se iban haciendo más pequeñas. Justo cuando se iba a dar la vuelta para seguir con su vida, Rubius se giró y lo miró, así pudo ver, esa sonrisa torcida que había tenido la suerte de ver pocas veces, aquella que componía antes de hacer algo muy, muy malo.

Un escalofrío recorrió su columna. Sólo pudo pensar en el chico que caminaba animadamente al lado de ese monstruo, ¿no sería capaz de hacerle daño, cierto?

A quién trataba de engañar, claro que ese imbécil era más que capaz.

Tenía que seguirlos, a lo mejor eso era lo que quería Rubius, quizá era una trampa pero no podía darse el lujo de titubear sobre ello, tenía que asegurarse de que no le hiciera nada a Quackity, sin importar si él salía lastimado en el proceso de protegerlo.

Por su lado, Quackity estaba amando todo de Karmaland, sus paisajes, el clima, la arquitectura. Todo parecía tan mítico, distinto a los lugares en los que ha estado antes donde se respiraba un aire más moderno y por ende más contaminado. Además la gente parecía mucho más agradable aquí, empezando por ese tal Luzu, estaba contento de haberlo conocido, tuvo la impresión de que sería un buen amigo suyo en el futuro.

"Ya casi llegamos, vivo un poco retirado del pueblo, espero no te moleste" Rubius habló a su lado, Quackity lo miró con una sonrisa, después de tantos años sin verlo tenía sentimientos encontrados.

"No te preocupes, igual no me gusta mucho el ruido" Contestó, apretando aún más el agarre de su brazo con cariño.

Rubius no pareció inmutarse por la muestra de afecto y se limitó a contestar suavemente: "Lo sé".

Hubo un algo retorcerse en el pecho de Quackity, recuerdos que no quería que se atravesaran en su mente pero que aún así lo hicieron. Tuvo que morderse el labio inferior con fuerza como castigo por tener pensamientos tontos de repente. Era mejor mantener esa fachada de chico tonto, aunque en el fondo sabía que Rubius no la creía del todo.

Se mantuvieron en un silencio cómodo hasta llegar a lo que parecía una casa de ricos. Quackity silbó de la impresión, al parecer Rubius no había estado rascándose los huevos sin más. No pudo evitar hacer un comentario al respecto y Rubius solo rió, modesto.

"Venga, te enseño tu habitación" Ahora fue Rubius quien lo arrastró del brazo hasta dentro de la casa, subiendo las escaleras hasta el segundo piso y deteniéndose en una puerta blanca, "Aquí".

"A la verga" La impresión fue grande al ver el tamaño del cuarto por dentro, no sólo sus colores favoritos adornaban las paredes y demás decoración también todo parecía muy limpio y un rico olor fresco invadió su nariz, tal parece que Rubius le puso esmero en recibirlo.

"¿Te gusta?" Preguntó el mayor desde el marco de la puerta, Quackity asintió efusivamente incapaz de formular las palabras adecuadas para agradecerle.

"Es más de lo que siempre he querido, muchísimas gracias, Rub, eres el mejor" Soltó finalmente antes de darle un abrazo cálido que fue correspondido al instante.

"Lo preparé de último momento, planeaba que te quedarás conmigo pero creí que sería mejor darte tu espacio y tal" Se sinceró, un ligero sonrojo adornando su pálida cara, Rubius no era el tipo de persona que decía verdades.

"Tontito, no tenías porqué, pero igual me gustó mucho, te quiero mucho" Dijo sin poder evitarlo, separándose un poco del abrazo para poder verlo a la cara.

Esperando algo.

"Vale, te dejo descansar, tengo que ir a farmear diamantes" Rubius suspiró, sabía lo que Quackity esperaba de él, pero no podía, no más. Fingió demencia y se despidió del otro añadiendo que regresaría para cenar.

Quackity no dijo nada más, la decepción fue enorme a pesar de que en realidad no esperaba nada, de igual forma le dió una sonrisa a Rubius.

Luzu vió como Rubius salía de nuevo de la casa. Esta era su oportunidad para llegar a Quackity y saber de una vez por todas cuál era su relación con el psicópata oso.

Doble Filo | rubckity + luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora