Quackity se sentía con mucha energía el día de hoy, no tenía idea del porqué pero se sintió agradecido sea cual sea la razón. Se levantó dispuesto a proponerle ir a minar a Rubius, pero después de buscarlo por cada rincón de la casa no dió con él. Era bastante temprano aún, Rubius no solía salir a ningún lugar a estas horas. La preocupación comenzó a llenar su pecho en forma de punzadas, un mal presentimiento le llegó como una ola.
Marcó el número de Rubius desde su celular, sabía que su hermano odiaba recibir llamadas pero esta vez era realmente necesario. Esperó y justo como temía, el sonido del celular de Rubius se escuchó desde su habitación. Quackity entró y se encontró con el móvil sonando arriba del mueble, el vaso de agua vibrando a su lado, colgó.
¿Dónde carajos estaba Rubius? La ansiedad que comenzó a sentir era tan desagradable, la sensación de su corazón encogiéndose hacía que se le complicara respirar bien. Tenía que salir y preguntar a quién sea si habían visto a su hermano.
Salió de la casa corriendo en dirección al pueblo, antes de llegar vió a Luzu a lo lejos. Justo lo que necesitaba, una persona de confianza a la cual acudir. Se acercó rápidamente hasta el castaño quién al verlo lo saludó bastante animado, lamentablemente Quackity era todo lo contrario. Lágrimas amenazaban con salir de sus ojos y arrastrando las palabras fue que le pidió ayuda a Luzu.
Luzu no pudo evitar sentirse mal por Quackity, pero justificó veloz cualquier culpa al pensar que esto había sido por su bien. No es bueno que pase tanto tiempo con Rubius, era peligroso. Aunque fuese su hermano había algo que no terminaba por gustarle a Luzu. Un sentimiento desagradable.
"Debe estar bien, lo conozco, seguramente regrese más tarde" Trató de consolar al de gorro, pero sus palabras no parecieron ayudar.
"Por favor, ayúdame a buscarlo, no es normal que desaparezca para mí" Pidió, casi llorando. El corazón de Luzu se contrajo en celos.
¿Por qué seguía preocupándose por el estúpido de Rubius? Que sí, que son hermanos, pero no es un niño pequeño, además Rubius no es el tipo de persona que correría peligro, él era el peligro.
Se aguantó las ganas de poner los ojos en blanco, manteniendo la postura de buena persona que había decidido adoptar con Quackity. Al final, el objetivo seguía siendo el mismo, pasar tiempo con él.
"Venga, vamos a buscarle que no debe estar lejos".
Fue una mañana movida, pasaron por todos los locales, Quackity era el que hacía las preguntas. Los pueblerinos negaban haber visto a Rubius ese día. No había rastro de él y Quackity comenzaba a sentirse peor.
Luzu se dedicaba a observarlo todo, de vez en cuando soltando palabras de aliento para animar a Quackity, quien no parecía inmutarse y al contrario se veía cada vez más consternado. Luzu tuvo que morderse la lengua, temiendo que pudiera dejar salir algún comentario fuera de lugar, es que no podía entender la casi maníaca necesidad de Quackity por hallar al oso.
Quizá era porque él era hijo único y no podía comprender ese amor fraternal. Intentó ser comprensivo en su cabeza, le extendió un brazo a Quackity.
"Quizá ya regresó a casa, vamos a ver" Quackity asintió, un hilo de esperanza al fin, ya habían pasado horas y había probabilidad de que Rubius estuviera ahora buscándolo a él.
La puerta principal estaba abierta, Quackity no recuerda si fue él quien no la cerró al momento de salir, pero de igual forma se sintió feliz y corrió hasta adentro. En la sala se encontraba la chica de la limpieza, no recordaba su nombre pues la había visto pocas veces.
"Oh, ahí estás" la pelirroja le dió una mirada rápida a Luzu, no se atrevió a saludarlo, echaría a perder todo. Así que se limitó a dirigirse hacia el hermano menor de su jefe. "Rubius se despertó muy enfermo y lo llevé al hospital, aquí tienes la receta".
Quackity se mantuvo silencioso, sosteniendo el papel que le dió la chica. En ella venían un montón de medicamentos para náuseas y dolor de cabeza, los demás no sabía para qué funcionaban. Aunque su preocupación disminuyó a grandes niveles, aún no pudo relajarse, Rubius no era alguien que se enfermara. Temía verlo mal.
"¿Está en su habitación?" Preguntó con voz temblorosa, la muchacha asintió.
No escuchó más y se fue a toda prisa al segundo piso. Dejando atrás a Luzu y Nieves.
"De haber sabido que me ibas a meter en tu mierda no lo habría hecho, pudiste m-matarlo, ¿sabes? estuvo en urgencias" Soltó con rabia que había estado conteniendo toda la mañana.
Sabía que era una mala idea ayudar al ex de su mejor amiga, pero es que ella haría cualquier cosa por Lanita, incluso las menos éticas.
"No era la intención, lo siento" No fue sincero, Luzu pensó que si Rubius moría hubiese sido aún mejor pero se reservó el pensamiento. Nieves lo miró con asco, como si no creyera en sus disculpas, bastante inteligente. Pero aunque no confiara en Luzu no le servía de nada estar en su contra.
No después de ver de lo que era capaz.
"Bueno, lo que sea, pero esta es la última vez que hago algo así" Respondió cortante, tomando su bolso que estaba sobre la encimera de la cocina y yendo directo a la salida.
Luzu se encogió de hombros, restando importancia a la situación. Lo que importa ahora es ver a Quackity, no debería de tardar en bajar.
"¡Rubius!" Quackity se abalanzó sobre el mayor quien estaba acostado en su cama, se veía más pálido de lo normal y de solo verlo era claro que estaba sintiéndose mal. Se veía tan delicado, tan enfermo que Quackity comenzó a sollozar.
"No llores, no me voy a morir, hierba mala nunca muere pato" Incluso así, podía tener esa sonrisa burlona en su rostro.
Quackity dejó de sollozar y lo volteó a ver. "Es que tú nunca te enfermas, me da tristeza verte así".
"Ya, ya, mañana voy a estar bien, por ahora quiero dormir" Cerró los ojos, se sentía jodidamente cansado y las pastillas comenzaban a hacer efecto ocasionando que se sintiera con mucho sueño.
"Está bien, descansa, Rubius, ya vuelvo" Se secó el rastro de lágrimas de los ojos y dejó la habitación del mayor, tenía que agradecerle a Luzu por su tiempo y apoyo. Para luego volver y recostarse al lado de Rubius.
No quería dejarlo solo estando así.
Luzu lo vió bajando, no pudo evitar esbozar una suave sonrisa, de algún modo los ojos hinchados de Quackity lo hacían ver doblemente adorable.
"¿Todo bien?" Se animó a preguntarle, aunque lo cierto es que no le preocupaba nada. Quackity asintió lentamente.
"Más o menos, sí, muchas gracias por tu ayuda, no sé que hubiera hecho sin ti" De repente se sintió avergonzado, un sonrojo cubrió su cara. Luzu lo había visto casi a punto de enloquecer, qué pena.
"No es nada, te dije que podías pedirme ayuda siempre que lo necesites" Y es verdad, Luzu estaba dispuesto a ayudarlo con lo que sea, cuando quisiera.
"Muchísimas gracias, Lusu, pero igual te debo una, cuando quieras, eh" Terminó por decir, sin saber muy bien cómo contestar a aquello, no sabía si Luzu era tan buena persona o había algo más detrás de su bondad. Sea como fuera, necesitaba devolverle el favor o sentiría que se estaba aprovechando de él.
"Bueno, ya que insistes te tomaré la palabra" Una sonrisa adornando su rostro, Quackity no había insistido pero asintió de igual manera.
"Claro, dime".
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Doble Filo | rubckity + luckity
Fiksi PenggemarLuzu quería acercarse tanto a Quackity, pero cómo podría si el maldito Rubius siempre estaba a su lado. --esta historia puede contener temas sensibles, sexuales e incluso turbios, si no sueles consumir este tipo de contenido o no entras con la menta...