❝ Recuerdos ❞

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A palabras de Bakugou, el era un llorón y aunque no lo dijo con tantas malas intenciones y así se quedó para casi todo el mundo, incluso para sus compañeros del curso de héroes, pero a el le parecía un poco grosero, se suponía que ya no lo llamaría llorón aun después de confesar sus sentimientos, y para su propia sorpresa, descubrió que si era un llorón, después de que Bakugou aceptara su amor e incluso lo besara, lloro y lloro bastante, por todos aquellos sentimientos que llevaba reprimiendo un largo tiempo.

Para nadie fue sorpresa que aquellos sentimientos en torno al dúo empezaran a tomar forma como lo que era el amor, incluso después de todo lo que pasaron, el amor estaba allí, oculto a la vista del otro, pero visible para quien se pusiera a analizar sus movimientos, sus suspiros e incluso sus miradas.

Izuku llego a su casa después de un largo día en la agencia, lo único que quería, era ver a su esposo, comer y tal vez decirle por milésima vez en el día lo mucho que lo amaba y lo feliz que estaba con su vida. Al entrar, lo primero que lo recibió fue el olor a comida recién hecha, sonrió ante eso, su esposo se encontraba en la cocina de espaldas a él, y antes de llegar a donde el otro, miro la pared del pequeño pasillo, adornado con fotos de ambos en su graduación de la U.A, en su primer trabajo en una agencia formal, e incluso, en su boda, y volvió a sonreír al recordar la emoción que sintió ese día, miro el anillo en su mano y se acercó rápido por la espalda a abrazar a Bakugou.

- Bienvenido a casa, Deku -. Dijo el rubio para voltear a verlo.

- Sabes que te amo mucho, ¿verdad? -. Pregunto con emoción mientras se acercaba a besarlo, la sensación de los labios del contrario seguía produciendo en el aquellas mariposas que sintió en el primer beso, aunque sintió un poco de frio al acercarse, decidió ignorar eso.

- Lo repites cada jodido día desde que decidí casarme contigo, Deku -. Dijo para alejarlo un poco y guiarlo a el comedor. – Tienes suerte, hoy decidí hacer arte y preparé Katsudon -. Alardeo el rubio.

- Me encanta el Katsudon, ¿Lo sabes? -. Pregunto para sentarse y esperar al rubio para comer juntos.

El silencio se sintió cómodo, hasta que vio la mano de su esposo por el rabillo del ojo, ¿Dónde esta su anillo? Fue lo que se pregunto para posteriormente parar de comer y mirarlo fijamente.

- Kacchan, ¿Dónde esta tu anillo? -. Pregunto directamente al rubio, quien levanto la mirada hacia el peliverde para sonreír un poco.

- Lo tienes tu cariño, quien mas -.

Y la respuesta lo confundo y dejo un sentimiento raro en el pecho del más bajo.

- ¿Recuerdas cuando nos casamos? -. Fue lo que pregunto desconcertando al peliverde.

-Claro que sí, fue el día mas feliz de mi vida -. Desviaron el tema de la conversación hacia un bello recuerdo, después de eso y al terminar la cena, ambos se pusieron a limpiar la cocina, después de todo, Bakugou odiaba el desastre que podía dejar allí, incluso cuando no lo hacía.

Fue entonces cuando, en la pequeña radio que tenia Bakugou en la cocina, empezó a sonar una canción lenta, parecía hecha para un vals y fue cuando Izuku se acerco a Bakugou para alejarlo de sus deberes para bailar con él.

A cualquier persona que los viera y conociera, sabría que ellos 2 se complementaban tanto, incluso logrando hacer que algo improvisado pareciera ya sabido, ambos se movían y bailaban al son de la canción para después, soltar pequeños besos en el rostro del contrario.

Y era tan feliz, Izuku se encontraba siendo observado por aquellos ojos rubís que, lo miraban como si fuera lo mas bello que existía en el mundo, y no dudaba de que su mirada fuera la misma al mirar al mas alto, fue entonces cuando se preguntó, que había hecho en su vida pasada para estar en aquel bello momento.

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