ᓚᘏᗢ

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Pogo llegó a su vida siendo él muy jóven, tanto que no tenía recuerdos sin él y por algunos años en el orfanato solo eran Pogo y él contra el mundo. Gustabo era la cara amable, dulce y melancólica, un niño que siempre estaba solo pero que dedicaba una sonrisa a todo el mundo. Pogo era todo lo contrario, él salía cuando veía que Gustabo estaba en peligro y no le importaba cómo con qué, pero lo defendía con gran eficiencia sin medir las consecuencias.

Cuando Horacio llegó al orfanato Pogo trató de alejarlo, era un niño demasiado escandaloso, arruinaba la paz que él y Gustabo tenían, pero Gustabo se encariño y Pogo lo dejó ser feliz.

Horacio fue el de la idea de fugarse y tanto Gustabo como Pogo estaban de acuerdo, cansados de las torturas de las encargadas del orfanato en el que vivían, una noche solo desaparecieron. Nadie los busco, porque no le importaban a nadie.

Con el paso de los años la vida en las calles los curtieron un con una labia y personalidades únicas, metiéndose y saliendo de problemas con una facilidad indescriptible. Pogo hace mucho que no estaba, porque Gustabo sabía defenderse solo... Al menos la mayor parte del tiempo.

Cuando el rubio conoció a Dacy, una chica más o menos de su edad que trabajaba en las calles, Pogo regresó. La sensación de operación en el pecho y el atontamiento que el Chico sentía cada vez que estaba con ella eran una molestia para Pogo, le hacían sentir asco y el día en que Gustabo se declararía nunca llegó, aquel día Pogo tomó el control y asustó de tal manera a la chavala que Gustabo no volvió a saber de ella y pronto olvidó que existía y olvidó que una vez sintio algo por alguien. Cada vez que esa sensación comenzaba a alojarse en su corazón y en su cabeza, Pogo se encargaba de deshacerlos y al no ser consciente de ello, asumió que no podía sentir atracción hacia nada ni nadie. Gustabo García se declaró asexual y aromantico antes de cumplir 20 años.

Su vida continuó sin más hasta que Pogo tomó el control total de la misma y Gustabo se fue. No sabía por cuánto tiempo, no fue consciente del daño que hizo, de las personas que se fueron, del tiempo perdido en la oscuridad del payaso hasta que despertó en un hospital, amarrado a una incómoda cama, cubierto de vendajes que cubrían heridas causadas por una explosión y fuego. Despertó completamente solo, no estaba Horacio, no estaba Conway y no estaba Pogo, su cabeza se encontraba en completo silencio, un silencio incómodo, aterrador.

Pasó cuatro años en ese hospital completamente solo, siendo su única compañía la doctora Castro, una mujer paciente y comprensiva a quien no le importaba si eran las 4 de la mañana y se encontraba en su luna de miel, aparecía en el hospital para calmar los ataques de pánico que el rubio tenía a causa de la medicación. También estaba Isidoro, otro paciente del hospital, un chico divertido que había llegado al hospital luego de que un grupo de chicas se burlara de él y lo humillaran haciendo que tuviese un brote psicótico y paranoia persecutoria. Aunque esa no era la historia que él le contaba a todo el mundo, era un chico agradable que quería ser policía.

Cuando por fin salió del hospital pensó que podría hacer una vida normal. Sin Pogo él ya no era un peligro para la sociedad y para asegurar que este no volviera solo tenía que tomar una pastillita al día. Sin embargo su plan se arruinó cuando al salir de la que había sido su habitación en el hospital se encontró de cara con Jack Conway. En otras circunstancias su sola presencia e insultos habían causado algún brote de violencia de su parte, pero las pastillas apagaban esa parte de su cerebro, no sintió nada al verlo.

Volvió al cuerpo de policía con un cargo relativamente alto, sub inspector, no era la gran cosa y realmente no le importaba, solo quería alguna excusa para que lo echaran de la policía y poder hacer una nueva vida. Pero tenía cosas que hacer primero, cómo ayudar a Isidro a entrar a la policía, algo que fue más fácil de lo que pensó.

Su estancia en la policía estaba siendo más agradable de lo que recordaba, parecía encajar con todo el mundo y a pesar que eran muy pocos los que respetaban su cargo, no tenía problemas con nadie.

Su ascenso a Inspector fue rápido, de no ser por el casual aviso por radio de parte de Conway en medio de una joyería, nunca se habría enterado. Los primeros en felicitarlo fueron Isidoro, su orgulloso amigo y Gordon, un agente que solía estar en la antigua malla al que poco recordaba, pero que estaba siendo de mucha ayuda ahora que estaba de regreso. Era paciente con él y se tomaba su tiempo para enseñarle cosas a pesar de ser de un rango inferior. Era comprensivo y aunque no sabía los detalles de la baja de Gustabo comprendía que regresar al trabajo luego de cuatro años de ausencia debía ser difícil. Además, se sentía más feliz de lo usual cuando estaba cerca de Gustabo.

A ese fenómeno climático le habían denominado "efecto García" pues Gordon no era el único en experimentarlo, los síntomas eran diferentes dependiendo de la persona, pero era un hecho que estar cerca de Gustabo mejoraba el estado anímico de la mayoría en la malla, con gran especialidad en James Gordon, quien parecía orbitar alrededor del Rubio, como un planeta alrededor del sol.

Al principio no era muy notorio, se veían por los pasillos, intercambiaban un par de bromas por radio y era suficiente para mantener feliz al agente, pero con el paso de los días sentía la necesidad de estar cerca y la fuerza gravitacional de Gustabo lo arrastraba más y más cerca, sin darle tiempo a asimilar que podría quemarse si se mantenía tanto tiempo cerca del sol.

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⏰ Última actualización: Feb 24 ⏰

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