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Un día normal había iniciado, era la mañana después de su Luna de miel. Jeongin y Chan despertaban poco a poco gracias a la luz solar que se colaba entre las cortinas.

Habían dormido abrazados luego de acabar con las energías agotadas, y durante todo lo que les restó de la noche no se habían distanciado. Eran felices, pues ahora que estaban casados todo les parecía perfecto.

Hacia un par de días que la boda se había realizado, con una misa tranquila y una fiesta en grande para sus familiares y amigos.

Después de tres largos años de noviazgo, Chan había decidido dar aquel paso decisivo. Lo había planeado meticulosamente durante varios meses, pidió ayuda a algunas de sus amistades para los preparativos, y finalmente le propuso matrimonio a Jeongin bajo la luz de la Luna decembrina, con una gran sonrisa y una hermosa canción escrita sólo para su amor.

Eran la pareja perfecta a los ojos de todos, se amaban, se apoyaban, se complementaban entre sí, tenían una excelente relación en todos los sentidos posibles.
A su percepción, no les hacía falta nada.
Sin embargo, a la percepción del destino, sí había una parte vacía entre los chicos.

Y muy pronto se darían cuenta de lo que era.

—Buenos días, bonito —sonrió con ternura, viendo como su ahora esposo restregaba sus ojitos debido al impacto de la luz.

—Buenos días, Channie —cerró momentáneamente sus ojos y sonrió aún somnoliento.

Hubiera sido un despertar bastante cálido y normal, de no ser porque el estómago de Jeongin se revolvió fuertemente a los pocos segundos de haber reaccionado, haciéndolo correr hasta el baño con desespero, abriendo bruscamente la puerta de dicho lugar.
Logró ponerse de rodillas frente al inodoro, comenzando a producir ruidos preocupantes al vaciar su estómago.

Chan entró junto a él casi corriendo, pasando su mano por la espalda del menor en un intento de mostrarle que estaba allí. Su mirada denotaba alarma, pues no entendía el porqué de esa reacción tan repentina.

Pasaron algunos minutos hasta que Jeongin pudo parar, tosiendo un poco al separarse y bajar la palanca del baño.

—¿Estás bien, cielo? —preguntó preocupado ayudándole a levantarse.

—Sí... Supongo que mi estómago no amaneció con ganas de existir —respondió con una ligera sonrisa.

—Más bien la cena te hizo mal —caminaron hasta el fregadero.

—Puede ser, sí —cepilló sus dientes un par de veces para quitar el mal sabor que tenía.

—Pero ya pasaron las náuseas, ¿cierto? —Chan no salió de allí hasta no asegurarse de que su esposo se encontraba mejor.

—Creo que sí, no hay de qué preocuparse —sonrió.

(...)

Sin embargo, Jeongin estaba equivocado, pues sí había algo de que preocuparse.
A lo largo del día había tenido náuseas constantes ante cualquier comida que viera, no había podido probar bocado ni siquiera de su postre favorito —hecho por Chan—, y su estómago dolía horrores por no haber parado de vomitar, aun estando ya vacío.

A duras penas retenía líquidos, y se sentía sumamente débil al llegar la media tarde. Claro que estaba asustado, jamás le había pasado algo como aquello, ni siquiera cuando comía de más. Chan sabía que esos malestares no eran ocasionados por una cena pesada, y no estaba dispuesto a dejarlo pasar por alto.

—Amor, se me pasará solo, no creo que sea necesario ir al médico —renegó Jeongin estando dentro del auto.

—Casi es de noche y no has parado de sentirte mal desde la mañana, así que sí es necesario ir —contestó abrochando su cinturón.

—Quizá algo que comí ayer ya no servía, puede que mañana me sienta mejor, en serio — Chan abrochó el cinturón del contrario.

—¿Porque evades una consulta médica cielo? —sonrió leve imaginando la respuesta un poco infantil que recibiría.

—Me da miedo estar enfermo, Channie —admitió formando un tierno puchero.

—Vamos, tranquilo, estaré contigo en todo momento, sólo es para saber qué tienes en tu pancita, ¿de acuerdo? —Jeongin asintió aún con aquella expresión y Chan arrancó.

Poco tiempo después llegaron al consultorio más cercano, el doctor Jung siempre los atendía bien cuando tocaban a su puerta por un resfriado o algo similar. De hecho, él era su médico de cabecera, quien tenía varios datos sobre su salud archivados en pequeños expedientes. Jeongin se sentía un poco más seguro con él, al menos tenía la confianza de que era un buen médico y que no le daría ningún diagnóstico erróneo.

Para su suerte de la pareja, no había pacientes en espera, así que pudieron pedir una consulta rápida.

El doctor Han Jisung los hizo pasar a la brevedad, dándoles una sonrisa cálida al recibirlos, haciendo que Jeongin se tranquilizara levemente.

—Bueno, ¿cuál es el problema chicos? —cuestionó sentado tras su escritorio.

—Jeongin se ha sentido fatal desde muy temprano, y no sabemos por qué podría ser —explicó el mayor.

—De acuerdo, ¿qué síntomas tienes, Jeongin?

—Náuseas constantes, nada de apetito, y vómito —contestó algo apenado—. No he logrado comer nada desde que desperté.

—Suena como una infección, te revisaré para encontrar la razón —se levantó.

Realizó algunos chequeos rutinarios, en los cuales no se llevó mayor sorpresa. Jeongin no tenía ninguna infección estomacal, ni indigestión, sólo notó lo lastimado que se encontraba el órgano debido a tanto malestar.

—Me parece raro no haber encontrado nada... —suspiró—. Aunque puede existir una razón más aparte de las que ya fueron descartadas.

—¿Cuál? —preguntaron al unísono.

—Puede que sea uno de los primeros síntomas de un embarazo —respondió regresando a su escritorio—. Aunque en tu caso no creo que sería conveniente algo así.

—¿Y por qué no? —Jeongin había borrado la ligera sonrisa que apareció en su rostro al imaginar que estaba en cinta.

—Por tu genética, un embarazo conlleva muchas complicaciones, es una condición que no se puede explicar del todo.

—Pero, podría salir bien, ¿no?, debe haber un porcentaje positivo —tomó la mano de su esposo para intentar calmar su nerviosismo.

—Sí lo hay, claro —suspiró levemente—. Para empezar, deberías hacerte una prueba, así sabremos si hay o no gestación.

—Lo haré, vendré mañana para mantenerlo al tanto —asintió en acuerdo y la pareja finalmente salió del consultorio luego de pagarle.

—Lo haré, vendré mañana para mantenerlo al tanto —asintió en acuerdo y la pareja finalmente salió del consultorio luego de pagarle

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¿Baby? ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora