Cendrillon

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(Aclaración, esto no es parte del canon de la historia de Gardenia.)

Dentro de una carroza, venían sentadas dos galletas, una de pelo luminoso y azúl, salpicado de pequeñas estrellas que lo adornaban. Estaba vestido con un elegante traje negro, acompañado de una capa del mismo color con terminaciones azules. La otra venía cubierta con una capucha, la cual no dejaba revelar su identidad. Se dirigían hacia el gran Reino Vainilla, donde se estaba realizando una fiesta de gran importancia, galletas de alto nivel estarían presentes en ese lugar. Al llegar, la misteriosa galleta dijo unas palabras y le entregó una daga a su contrario, el cual bajó de la carroza y se dirigió al gran palacio con gran nerviosismo.

Por otro lado, se encontraba el príncipe Gardenia. Estaba rodeado de galletas, quienes no buscaban mucho más que satisfacer sus propios intereses con él. Era obvio, esas máscaras eran fáciles de detectar para el peliblanco, le irritaba, pero tenía que permanecer ahí por indicaciones de su padre. Cuando estaba a nada de perder la cabeza, apareció alguien por las puertas. Su apariencia inusualmente bella captó la atención del príncipe, quien aprovechó para sacarse de encima a la bola de galletas que tenía. Bajó escalones y llegó a las puertas, donde estaba la otra galleta, haciéndole una pequeña reverencia. —Buenas noches, por favor, permítame.— Dijo Gardenia, extendiendo una de sus manos, invitando al desconocido adentro. El peliazul quedó cautivado por la belleza de aquel príncipe, llevó su mano temblorosa hacia la de su contrario, dejando que la sostuviera. Comenzaron a avanzar hacia el salón para bailar un momento, las miradas estaban sobre ellos, los demás decían cosas en voz baja; "¿De verdad agarró al que acaba de llegar?" "¡Qué afortunado jovencito!". El más bajo miraba con tristeza al príncipe, —¿Todo bien?— preguntó el peliblanco, captando la atención de su contrario. —Ah... Sí.— Exclamó con preocupación.

El interés de Gardenia por aquel desconocido crecía más y más. Algo estaba pasando con él, no era como los demás, no tenía las mismas intenciones que todos. Ese chico intentaba sostener una máscara, pero fracasaba una y otra vez. Aunque apenas lo hubiera conocido, no quería dejarlo ir, no hasta saber lo que estaba pasando.

Bailaron un tiempo, cruzando un par de palabras de vez en cuando. La mirada del príncipe causaba mucha más presión sobre el chico, quién sólo podía desviar los ojos a otros lados. —Joven, por favor dígame, ¿Cómo se llama?— Preguntó Gardenia, intentando romper tensión, —...Stardust. Stardust Cookie.— Respondió con voz débil. —...Tiene un nombre hermoso, Stardust. Considero que le queda bien.— Stardust empezó a dudar mucho sobre lo que estaba haciendo, el príncipe parecía alguien tan encantador... No se sentía capaz de asesinarlo ahí mismo, volteó hacia el reloj, su tiempo se acababa. Sin saberlo, comenzó a soltar lágrimas por el estrés del momento. Volvió a la realidad cuando sintió algo rozar su mejilla, era la mano de Gardenia, quien acababa de limpiarle una lágrima del rostro para después agarrar su mano y llevarlo lejos de todos.

Terminaron afuera del palacio, acompañados sólo por el cielo estrellado. Stardust seguía estresado y Gardenia no entendía por qué, así que intentó calmarlo una vez más sosteniendo sus manos, entrelazándolas. Stardust creyó que sería buen momento para atacar, sacando el arma y abrazando al príncipe, sólo para arrepentirse cuando el filo apenas rozó el saco por la espalda, cortando un par de cabellos blancos de por medio. Terminó apartándose del príncipe, tirando la daga y cubriendo su rostro con las manos. —Perdón... No sé.. ¿Por qué? Tú eres tan... Tan bueno, no... Yo.. Yo sólo seguía órdenes, nunca.. nunca quise...— Sus palabras fueron interrumpidas cuando se dió cuenta de cómo lo estaba viendo Gardenia. Tenía ojos de amor, aunque lo hubieran intentado asesinar hace segundos. La transparencia de Stardust lo había cautivado completamente. Ambos se quedaron viendo en silencio, una conexión se estaba formando entre ellos. Con pasos lentos, Gardenia se fue acercando a su contrario, tomó su mano y en ese momento, Stardust entendió lo que iba a pasar, accediendo completamente con una sonrisa. Ambos corrieron lejos del palacio, luego lejos del reino... Estaban felices, felices de no tener que aparentar o seguir órdenes. Sólo estarían ellos dos, libres de hacer lo que quieran ahora.

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⏰ Última actualización: Feb 25 ⏰

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