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Takemichi estaba harto de que ningún alfa le invitara a salir, todos sus amigos omegas ya tenían un alfa con el que estaban emparejados pero él no.
Takemichi no sabía qué era lo malo en él, ¿quizá su olor a marihuana? Él no había pedido nacer con ese olor.
Mientras iba caminando a su casa pensando en qué había hecho mal aparte de nacer, pateó una piedra que le estorbaba en el camino. Tenía 20 años, aún podía buscar a su alfa indicado.
- Oye, precioso. -Una presencia le había abrazado por la espalda y un caliente respirar fue a parar a su cuello directamente a la zona donde se concentraba su olor.- Que rico hueles, déjame llevarte a casa para hacerte cachorritos.
Takemichi se tensó sin saber qué hacer, la mayoría de las personas se alejaban de él porque no querían que se les quedara un poco de su olor y ser atrapados por la policía pensando que fumaban marihuana.
Con un golpe rápido pero fuerte en el vientre de aquel acosador y un giro para terminar con una patada en los testículos, se libró de él sonriendo como un triunfador.
- Esa no es manera de tratar a tu alfa, omega. -El alfa estaba poniendo su esfuerzo en levantarse del suelo pero el omega fue rápido y empezó a correr.-
- ¡Mami, un loco me persigue! -Iba corriendo por la calle con los brazos extendidos hacia arriba apurandose a llegar a su casa.
Estando en ella pudo respirar con tranquilidad al saber que estaba a salvo de ese alfa loco, si tenía suerte, nunca se lo volvería a topar.
Claro, como si esas cosas pasaran, pequeño e ingenuo takemichi .
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Si el día de ayer le hubieran dicho que se volvería a topar al alfa loco, él se reiría diciendo que eso era imposible, pero ahí estaba takemichi intentando caminar para ir a la escuela con el alfa pegado a él.
- Esto es acoso, te voy a demandar. -Murmuró cansado el omega.
- Demandame. -Dijo con simpleza el chico rubio.
- ¿Puedes dejar de seguirme? Me das miedo y estoy intentando ir a la escuela. -takemichi se detuvo en seco viéndole con un puchero mostrando su enojo aunque eso le hiciera ver tierno.
