¿Qué se siente cuando te enamoras? Esa preguntaba llevaba rondándole la cabeza varias semanas, y las constantes discusiones con Julia no ayudaban en nada. ¿Acaso no podía entender que su trabajo era importante? Y sí, a veces le tocaba cancelar planes o contestar al teléfono incluso si estaba cenando con ella, pero formaba parte de su sueño y no pensaba renunciar a él ni por ella ni por nadie. Había acabado la carrera de periodismo hacía menos de un año y tenía la gran suerte de trabajar de eso para una de las cadenas más importantes del país, y sí, debía estar constantemente localizable y sí, a veces le fastidiaba tener que cambiar planes, pero si sus amigos lo entendían y apoyaban, ¿por qué su pareja no? Pues por ahí venían los problemas y el que poco a poco Violeta se fuera alejando de Julia hasta el punto que dos semanas antes, después de darle muchas vueltas, decidió que lo mejor era, al menos durante un tiempo, coger caminos separados pues claramente ahora sus vidas no eran compatibles.
—¿Todo bien? —Preguntó Martin.
—¿Perdona?
—Te estaba contando lo de Juanjo y parecías estar a mil quilómetros de aquí.
Martin había sido su cámara desde el primer día de trabajo, en ese tipo de reportajes no ibas con más equipo que tus notas y la persona que sujetaba la cámara y en ese caso siempre era Martin. Eso hizo que, por la proximidad de edad y las horas que pasaban juntos, se fuera creando una estrecha amistad entre ambos. Ella le contaba sus historias con Julia y él las propias con Juanjo, un chico al que había conocido meses atrás y con el que estaban de idas y venidas constantemente. A ella no le acababa de gustar, pero Martin estaba coladísimo así que se limitaba a darle consejos y poco más.
—Lo siento es que...
—Julia. —Violeta asintió y le mostró el móvil con los últimos mensajes— Esta persona debería aprender a soltar, ¿eh?
—Lo peor es que me sabe mal y termino por contestarle.
—Bloquéala.
—¿Cómo voy hacer eso?
—Dame que lo hago yo.
—¿Qué? No, no ya veré qué hago, pero eso no. —Violeta se puso en pie— Vamos que en diez minutos tenemos que estar en directo.
Y eso hicieron, un reportaje más sobre el aumento del precio de la gasolina en las provincias andaluzas, emocionante y excitante como todos los que le tocaban hacer. Al acabar, viendo que aun era pronto, decidieron tomarse algo en el bar de Denna, una de las mejores amigas de Violeta y ahora también de Martin. Denna siempre había querido dedicarse a la música, pero por desgracia el talento no la había acompañado tanto como ella habría querido, así que se reconvirtió en la propietaria de un bar musical. Un lugar al que ir a tomarse algo y a partir de cierta hora a escuchar música en vivo, a veces de espontáneos que se lanzaban guitarra en mano a tocar, otras de artistas que ella misma contrataba. Martin se había animado más de una vez a cantar y no lo hacía del todo mal, para Violeta no era cuestión de ganas, que las tenía, sino de vergüenza. Denna conocía de sobras su talento y la animaba a que se atreviera a subirse al escenario, pero el mero echo de pensar en exponerse ahí frente a todos, no, ella no estaba hecha para algo así por mucho que le gustara la musica más que nada en esta vida.
Se sentaron en su mesa de siempre, Denna estaba detrás de la barra hablando con una chica a la que solo veían de espaldas y Violeta no pudo evitar mirarla. Era una chica algo más alta que Denna, con una funda de guitarra colgada en la espalda y el pelo negro recogido de cualquier manera. Cuando se giró un poco Violeta se pudo fijar mejor en ella, usaba unas gafas de pasta negras un poco grandes y que le daban un aspecto un poco nerd, pero nerd adorable y muy guapa, el top blanco que dejaba al aire el ombligo con un piercing y el chaleco negro completaban el look sentándole a la perfección.