Capítulo 1

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Volkov estaba mirando los pilares de papeles que estaban arriba de su escritorio. Tomó unas cuantas hojas, pero las alejó de su vista puesto que las letras estaban borrosas y mezcladas. Tomó una hoja la cual reconoció, era un permiso que tenía que firmar y por lo visto, Conway ya tenía su firma puesta. En su cabeza resonaba la voz del superintendente: "¡Apúrate, coño! ¡Es para hoy!". Se tocó la frente con su mano derecha intentando callar la voz que menos quería escuchar. A cambio de eso, escuchó el teléfono del mesón principal. Lo dejó sonar varios segundos hasta que se dio cuenta que nadie iría.

Se intentó levantar de la silla, pero falló en su propósito cayendo otra vez en la misma. Se quejó al darse cuenta de su estado... pero su hermano ¡Oh! ¡Como lo extrañaba!. Puso sus manos frente a su rostro e intentó otra vez colocarse de pie, esta vez sí lo logró. Dio un par de pasos tontos hacía la puerta de su oficina, la abrió lentamente ya que sentía que si la abría de golpe se caería.

— ¡Cojones! ¡Callen a ese maldito teléfono!

Pero nadie lo escuchó. Después de unos segundos el teléfono dejó de escucharse, su cabeza podía estar tranquila otra vez. Dio un suspiro. El olor del típico alcohol que siempre tomaba le penetró las fosas nasales, vodka.

Regresó a sentarse detrás de su escritorio botando algunos papeles al suelo. Su cabeza era un tormento, una pesadilla que él mismo provocó. Escuchó la puerta pero no pudo levantar la vista.

— ¿Otra vez?

Reconoció la voz tranquila de su compañero. Greco.

Volkov asintió.

— Si vas una y otra vez a la tumba de Ivanov no vas a dejar que nunca descanse. Que con tanto trago vas a hacer que le de por culo a todos los muertos. —dio una pequeña carcajada.— Ha pasado una semana. Y él sabe que siempre vas a ir a verlo, pero no puedes estancar tu vida en un cementerio.

— ¡Se murió mi hermano, Greco! ¡Al único que consideraba mi hermano!

— Ivanov lo sabe. Y estaría bastante triste al verte de esta manera. —Greco se sentó en los asientos del frente.— Solo mirate Volkov, estás agilipollado. Estás tan arriba de copas, que no puedes ni levantarte.

— Mentira.

— ¿Enserio? —cruzó los brazos.— Levántate.

Volkov se quejó. Sabe que no podía hacerlo.

— Déjame llevarte a tu casa. No puedes hacer nada así.

— Quiero estar aquí.

— Aquí con todo el ruido que hay... lo dudo.

De repente se escuchó la interferencia de la radio, que luego se convirtió en la voz del Conway. Volkov la apagó, por lo que ahora solo se escuchaba desde la radio de Greco.

— Hoy llegará una chica a oposiciones, hagan que vaya a mi despacho apenas se asome por comisaría. Voy a estar en mi oficina, no puedo estar atento a todo.

— 10-4 super. —contestó Greco.

Después de una pequeña interferencia el silencio inundó la pequeña radio. Volkov puso su cabeza en el escritorio. Greco se levantó para acercarse a Volkov. Greco tomó la radio con una mano y habló.

— Super, llevaré a Volkov a su casa.

— ¿Otra vez? —se escuchó su quejido detrás de la radio.— Si llega ebrio una vez más, lo degradaré. ¡Si es gilipollas!

— 10-4 Super.

Greco hizo que Volkov se apoyara en él. Volkov se quejó por el gran esfuerzo que hacía al intentar caminar lo más derecho posible.

— Que te degradará si vienes otra vez así. En este estado no puedes hacer nada. —con la mano izquierda sujetó el brazo de Volkov que pasaba por sus hombros.

Volkov / Spain RpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora