Día 2

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Hoy también hace un día maravilloso y soleado. Me dirijo al trastero y conecto la cámara de vídeo.


-Hola de nuevo. En este segundo vídeo os voy a explicar las normas del «juego del pañuelo». Dos equipos se sitúan uno frente al otro, separados por varios metros de distancia. Por un lado, se asigna un número a cada componente del equipo. Por otro lado, hay una especie de juez que se sitúa justo a mitad de camino entre los dos equipos. Esta persona tiene un pañuelo en la mano. Para empezar, estira el brazo y grita un número al azar.


A continuación, la persona de cada grupo que tenga el número que dice el juez sale corriendo a por el pañuelo. Ganará la persona que coja el pañuelo y vuelva a su equipo sin que el contrario le pille. Poco a poco, se va eliminando a los participantes hasta que no queda nadie en un equipo.


Como veis es muy fácil y superdivertido. Y como siempre os digo, mientras te diviertes con tus mejores amigos, haces ejercicio. Hasta aquí la segunda entrega. Un saludo y ¡a jugar!


Termino de grabar el vídeo y miro por la ventana hacia la calle.


Hace un poco de viento, pero es ideal para lo que tengo pensado hacer. Voy a intentar convencer a mis amigos para que jueguen conmigo al «surfeo en apuros». Cojo del trastero un monopatín que tiene un mástil enganchado a la base y una tela que hace de vela, como una tabla de windsurf.

 Cojo del trastero un monopatín que tiene un mástil enganchado a la base y una tela que hace de vela, como una tabla de windsurf

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Salgo del trastero y, gracias al aire, voy avanzando sin necesidad de impulsarme con el pie. Me dirijo primero a la casa de Raúl. Cuando llego a su jardín me bajo del monopatín y toco la puerta. Abre su madre.


-Hola, Laura. Veo que insistes en convencer a Raúl para que salga a jugar.


-Sí, a ver si esta vez tengo más suerte -cruzo los dedos.


-Pasa, está en el comedor.


Me dirijo al comedor y Raúl está sentado en el sofá con su tablet.


-Hola. No me digas que se ha derretido tu tablet y se te han quedado los dedos pegados a ella -le digo irónicamente.


-Ah, hola, Laura. Qué va, si acabo de cogerla.


Se escucha la voz de su madre:


-No le mientas a tu amiga, que llevas toda la mañana con ese cacharro.


-¿Vamos a jugar al surfeo en apuros? -le pregunto con entusiasmo.


-¿Al surfeo... qué? -me responde extrañado.


-Al surfeo en apuros. Mira, te explico: nosotros vamos montados en monopatines con una gran vela y, entonces, el suelo es agua repleta de tiburones y pirañas hambrientas que solo comen niños.


Tenemos que conseguir llegar a una isla repleta de golosinas y chocolate para poder rescatar a un gatito que se encuentra atrapado allí.


Raúl me mira como si yo estuviera loca.

Laura y el poder de la imaginación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora