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Día de San Valentín
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Husk se encontraba en lo más alto del techo del Hazbin Hotel, un lugar que había descubierto gracias a sus años de exploración por los rincones más oscuros y olvidados del edificio. Había tenido que sortear obstáculos y superar desafíos para llegar a esa plataforma oculta, pero para él, valía la pena cada esfuerzo.
Desde allí, podía contemplar el cielo nocturno, enmarcado por la oscuridad y el humo que se elevaba desde las profundidades de la ciudad. El rastro de su cigarrillo se unía al baile del humo, como una danza efímera que se desvanecía en la inmensidad del firmamento.
A lo lejos, el bullicio de la fiesta en el interior del Hazbin continuaba, pero Husk había logrado escapar de ese frenesí. No necesitaba las luces brillantes ni las risas estridentes que llenaban las habitaciones abajo. Prefería la soledad y la quietud de aquel lugar elevado, lejos de las pasiones desbordantes y los susurros de amor y lujuria que inundaban el hotel.
Aquella noche infernal, Husk había encontrado su refugio en lo alto, un santuario personal donde podía ser él mismo sin la necesidad de enmascararse tras las máscaras de la sociedad demoníaca. Allí, en la cima del mundo, se sentía libre, como si las cadenas que lo ataban al pasado se hubieran desvanecido con el viento.
Y así, con el cigarro entre los dedos y la mirada perdida en el horizonte oscuro, Husk se sumergió en la paz que solo encontraba en aquel lugar apartado del mundo, donde el tiempo parecía detenerse y las preocupaciones se desvanecían ante la majestuosidad de la noche. Lejos de Charlie, Vaggie y Angel, e incluso de Niffty, cuya energía maníaca se disparó precisamente hoy. Dios ayude a Baxter.
Allí, rodeado únicamente por el vasto cielo oscuro y el humo de su cigarro, se sentía en paz. No había rastro de la bulliciosa fiesta que aún rugía en las entrañas del edificio, ni de las pasiones y deseos que animaban a los huéspedes y habitantes del lugar.
Con una botella entre sus manos y el aroma del tabaco flotando en el aire, Husk se sumergió en un silencio reconfortante, lejos de todo lo que pudiera perturbar su serenidad. En aquel remoto rincón, era libre de dejar atrás las preocupaciones y las tensiones del mundo exterior, libre de las expectativas y los juicios de los demás.
El cielo nocturno extendía su manto estrellado sobre él, ofreciéndole un refugio tranquilo donde podía ser simplemente él mismo, sin máscaras ni pretensiones. Lejos de la cacofonía de la vida cotidiana, encontraba consuelo en la soledad de aquel lugar elevado, donde sus pensamientos podían vagar libremente entre las sombras y los susurros de la noche.
El golpe seco de las botas sobre las baldosas resonó a su lado, rompiendo la serena soledad que Husk había encontrado en lo alto del Hazbin Hotel. Levantó la vista desde donde yacía, con la mirada fija en el cielo estrellado, y vio la figura alta y ominosa que se perfilaba contra la oscuridad: Alastor.
El Príncipe de las Sonrisas, con su presencia imponente y su sonrisa llena de dientes afilados, se erguía ante él como una sombra viviente.
"Me preguntaba dónde te habías escondido", dijo Alastor con su tono melódico y ominoso mientras se desplazaba con elegancia hacia el borde de la plataforma. Husk observó con cautela cada movimiento.
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♥♡Día de San Valentín♡♥
RomanceHusk y Alastor cada año en el día de San Valentín lo celebra de una manera especial, pero Alastor siempre quiere más, pero Husk aún no quiere dar el paso.