Salas repletas de muebles,decoraciones y objetos de lujo meramente innecesarios; habitaciones del tamaño de una casa promedio, con ropa y juguetes cubriendo sus suelos; y mi parte favorita, los enormes ventanales que se levantaban en la pared trasera,mismos que permitían una vista completa al patio donde se levantaban entre la maleza dos cipreses.
Daniel y yo convertimos esa fría mansión en nuestro propio mundo, salir no era una opción, habíamos permanecido allí por más de dos décadas,solos. Nuestros hábitos eran nulos, misma razón por la cuál la casa no se encontraba en las mejores condiciones, únicamente nos entreteníamos en jugar mientras esperábamos.
Mi hermano solía vestir una camisa delgada amarilla a rayas y unos shorts de mezclilla que le permitían estirarse con facilidad para alcanzar los libros de los estantes más altos de la biblioteca,junto con unos zapatos negros. Yo llevaba una camisa blanca con un overol de cuerpo completo que me concedía la capacidad de tirarme y correr por todos lados sin miedo a mancharlo, y unas botas cómodas para jugar en el barro.
-Evan
Dejo mi diversión con los juguetes de madera que nuestro padre nos había construido y volteo hacia la voz que me llama, para encontrarme con mis ojos color azabache, mirándome entre unas cuantas hebras largas de pelo cobrizo atadas en un intento de coleta baja.
-¿Qué pasa,Daniel?
-¿Podemos salir a jugar al patio? Ya he releído toda la biblioteca como mil veces y estoy aburrido- se queja mientras hace un puchero.
-No, recuerda que papá nos dijo que no saliéramos hasta que volviera.
Antes dejarnos por nuestra cuenta, entre ruidos fuertes, agónicos y luces que venían de la sala oeste para banquetes en la mansión, nuestro padre nos había ordenado no salir si él no regresaba y mucho menos ir a esa zona. Demasiado ya habíamos arriesgado al salir del armario en el que nos dejó.
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Los días siguieron pasando con monotonía, yo me mantenía jugando con las cosas que encontraba a mi paso y causando una que otra calamidad que alertaba de alguna manera a vecinos contiguos que se atrevían a vivir ahí. Por su lado,Daniel dejó de insistir en salir luego de agotar mi paciencia,nada cambiaría el hecho de que aún teníamos 10 años. Ahora estaba dedicando su tiempo a hacer algo que él llama "arte", retratando cualquier cosa que se encontrara en casa, muebles, lámparas, plantas marchitas, juguetes, etc. Entre sus múltiples pinturas abstractas se le ocurrió querer retratarnos a los dos,luego de ver un viejo cuadro familiar guardado en el lugar más remoto de la biblioteca, mas,no contó con que no existía manera de vernos, los espejos habían abandonado nuestra presencia y sólo servía como un recuerdo de la vida.
Pensé que nada iba a cambiar hasta que un día mientras corría por los pasillos escuché a lo lejos voces y divisé luces...venían de afuera de nuestra vivienda. Entonces, el pasado volvió ante mis ojos como un destello violento que te arrebata el aire, los gritos, peleas, sangre,la traición.En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba jadeando ante mi hermano y nuestros ojos de obsidiana me miraban extrañado.
-¿Qué sucede,Evan?
-¡Están aquí,Daniel, están afuera!
-¿Qui-
La puerta principal se abrió con un sonido estrepitoso que resonó por todo el lugar,callando a mi gemelo sin más. Pisadas cautelosas de uniformados, junto con olfateos hábiles de bestias, inundaron la parte posterior de la casa,para luego distribuirse a la sala oeste. Muy probablemente no fue de su agrado lo que encontraron ahí ,pues apenas entraron, escuchamos más movilización con órdenes hacia las tropas.
-Tenemos que irnos- chilló Daniel.
-Pero pap-
-No podemos seguirlo esperando ¡Se ha ido,Evan!
Seguido a esto,me tomó del brazo,me sacó de la casa hacia el patio trasero y nos escondimos atrás de los cipreses, mirando cómo policías tomaban nuestro hogar y ponían todo de cabeza, estaban buscando algo,no...nos estaban buscando.
Entonces, un gruñido y luego unos ladridos nos sacaron del trace, un perro grande y peludo nos observaba mientras movía la cola, advirtiendo a sus entrenadores que estábamos ahí. En seguida fueron hacía nosotros sus superiores alertados por el hallazgo de la unidad canina. Sin embargo,no advirtieron nuestra presencia mientras llamaban refuerzos para inspecciones.
Una vez más, Daniel me agarró fuertemente y corrimos hacia el portón principal de la propiedad que se encontraba abierta por la fuerza con las cadenas y soldaduras que nuestra misma familia había puesto para encerrarnos. Y desde allí,vimos cómo los cipreses,guardianes de nuestra prisión, caían soltando los mismos alaridos de dolor que alguna vez nosotros también dejamos.
-Evan...-y una vez más, dirigí mi vista a mis ojos gemelos ahora con un destello de esperanza- somos libres.
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*Árboles Ciprés
Estos árboles, con su forma esbelta y perenne, simbolizan la eternidad y la inmortalidad. Desde tiempos antiguos, diversas culturas han asociado a los cipreses con la muerte y el duelo, pero también con la esperanza de una vida más allá de la terrenal.En muchas tradiciones, el ciprés representa la conexión entre el cielo y la tierra, sirviendo como un símbolo de elevación espiritual. Su presencia en los cementerios se interpreta en el cristianismo como un puente para que las almas encuentren la vida eterna y la resurrección, en esa analogía con estos árboles frondosos y de forma ascendente.
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