𝒗. noche de dos

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──★ CAPÍTULO CINCO

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──★ CAPÍTULO CINCO.

NOCHE DE DOS

❛ hemos tropezado con una vista
hecha a medida para dos 

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JULIETA Y FRANCISCO CAMINABAN JUNTOS en dirección del vehículo de ella, la ruidosa ciudad en pleno anochecer brillaba a su alrededor, saturando el ambiente con el zumbido de los frenéticos vehículos, una bandada de aves volando por lo alto en el cielo, la gente charlando en todas direcciones, el latido de sus corazones retumbando como un par de bombos entonando una balada sobre la más honesta confesión de amor. Era un momento de crepúsculo precioso y parecía estar hecho para dos, sólo para ellos.

El rubio venía más callado de lo normal, Julieta supuso que era porque estaba medio cansadito por toda la caminata de hoy.  Cuando ella se giró a mirarlo, él se encontraba viendo embobado el paisaje, mirada perdida en un punto infinito entre el anaranjado del cielo.

Bajo el cielo del atardecer se veía preciosísimo, el aura dorada resaltando a su alrededor. Y el contraste de colores con el de sus ojos, hacía que brillaran como la más hermosa constelación.

―¿No bebes?―Juli le preguntó para cortar el silencio incómodo que venía alzándose y amenazaba con tomarse el momento si ninguno de ellos se atrevía a hacerlo antes. Escondió sus manos en los bolsillos del chaleco. Mujer que resuelve...

―Sí, pero hoy no ando con las ganitas ―Francisco le respondió, encogiéndose de hombros y luego sus ojos bajaron a la prenda de Juli, que obviamente no era suya por lo tan inmensamente grande que le quedaba ―Así que sí que le hablás bonito a todos los que les sacás fotos, mirá vos. Pensé que era el único que dejabas que te coqueteara, ¿hm?

Su tono de voz retomó aquella entonación juguetona y con eso, se reanudó el jueguito de bote y rebote entre ellos. Como un episodio cualquiera de Tom y Jerry.

―No digas tonterías, Fran― rió Julieta, inclinándose hacia él para impactar suavemente su hombro contra el de él, ya era como hábito, sintiendo la repentina necesidad de darle una explicación, por alguna tonta razón. 

Quizás le quería dejar claro que no buscaba nada con nadie por ahora.... excepto con él.

Y vaya que Julieta cambiaba de parecer rápido, antes de ayer tenía el típico "no me enamoraré nunca más de un hombre" grabado dentro de su ser, como un juramento sagrado al que oraba como su nueva religión, manifestada básicamente desde que había terminado una vez por todas su última relación amorosa, hace dos años atrás, que había sido un huracán de dolor, caos y desastre que la dejó con un corazón roto que hasta el día de hoy no había podido sanar. La soltería hasta ayer, hasta hace horas, era su Dios, fiel y devoto a él. 

GOLDEN | francisco romeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora