𝒊𝒊𝒊. madrid, te quiero

1.2K 134 142
                                    

──★ CAPÍTULO TRES

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

──★ CAPÍTULO TRES.

MADRID, TE QUIERO

cuando lo sabes, lo sabes

——


JULI Y FRAN LLEVABAN ALREDEDOR DE DIEZ MINUTOS caminando sin parar, buscando a los chicos, que aparentemente habían desaparecido de la faz de la Tierra, como por arte de magia.

―Estos forros de mierda― refunfuñó Francisco una vez el par se detuvo a descansar después de rotar en una esquina del callejón, sin mayor éxito, pues el numeroso grupo no se veía por ningún lado.

Llevaban todo este rato caminando a un paso bastante apresurado y ninguno de los dos estaba en condiciones físicas para ello, aparetemente.

El rubio soltó un suspiro y volteó para mirar a su nueva compañera de travesía, pudo sentir perfectamente como su corazón se apretujaba en su pecho al notar que ella tenía un rostro un tanto alterado y preocupado, sus cejas tornadas en un gesto que le daban un semblante tan adorable a su cara que Fran rió con suavidad, acercándose a ella para intentar tranquilizarla.

Apenas la conocía, pero podía leerla tan bien que daba miedo, entendía que la castaña tenía una tendencia a ser un tanto nerviosa y ansiosa. Y él estaba dispuestísimo a consolarla y reconfortarla todas las veces que fueran necesarias.

―Ay, gordis, no te preocupes, si los encontraremos― su voz se mantuvo suave y tranquilizadora, y su mano se atrevió a buscar la de Julieta, que la había llevado a la altura de su rostro para mordisquearse las uñas, un mal hábito que había tomado durante el tiempo, deteniéndola de hacerlo ― Son unos tarados, ni siquiera se dieron cuenta que no estábamos y eso que vos sos la guía.

La broma no le había parecido para nada graciosa a Julieta, y ahora, sus labios se curvaban ligeramente en un pequeño puchero, mirándolo con ojos grandes y expectantes.

Así que, Francisco se puso serio ahora, su mano haciendo una lenta travesía a lo largo del brazo de la chica hasta llegar a su hombro, dándole un afectuoso apretón.

Julieta se enfocó en la forma en que sus dedos finos trazaron un caminito de tersas caricias a través de su brazo, de reojo apreció también lo pálida y venosa de su mano, lo largo y esbelto de sus dedos contra la piel desnuda de su hombro, rozando apenas su clavícula. Su toque era sutil y delicado, casi tímido, sus dedos eran suaves, pero se sintió tan potente sobre ella que era todo en lo que se podía enfocar, cualquier otro problema esfumándose de su cabeza como si nunca hubiera existido en primer lugar, dejándola media aturdida. Y ahora, todo era él. Él, él él...

El tacto los había dejado sin respiración a ambos, abrumados y acalorados, por lo que, el gesto que era totalmente inocente, en vez de tranquilizar a Juli, sólo logró ponerla aún más nerviosa, haciendo que evitara la mirada que le estaba dirigiendo el rubio frente a ella.

GOLDEN | francisco romeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora