CAPÍTULO IV

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"La guerra ha hecho del hombre, menos humano. Le ha dotado de una actitud huraña y autodestructiva"

-Doctor Haiden A.Kalim-Psicólogo.

El mismo edificio. La misma sensación de frio. Exactamente el mismo silbido casi melodioso ¿Única diferencia? Yo.

No me detuve ni un segundo esa noche a ver el edificio. No sentí ese miedo estúpido. No me percaté del taconeo de mis zapatos sobre el asfalto de la entrada principal. No me deleitó la iluminación de la sala, bellamente adornada. No me importó ni uno solo de los balbuceos idiotas de la anciana insípida. No me disgustó el tedioso ascenso. No llegó a mi mente la misma frase de reproche.

Un único sentimiento estaba al mando de mi cuerpo. La indignación.

Mi vida entera por el proyecto GEX. Nada me pareció más indignante que lo que ese remedo de capitalista insinuó sobre mis avances y sobre el destino de Delta y Omega.

Me pareció más que estúpida la idea de crear una máquina asesina. Pero aún más me pareció inaudito el hecho de que yo mismo contribuyera a crearla.

La puerta del ascensor se abrió y todos los presentes en la sala de genética experimental me miraron sin disimular su asombro.

Pude deducir que el doctor Martín, no se pudo aguantar la sorpresa. Los miré a todos y no dije nada, ellos siguieron sus labores sin esperar palabras de mi parte; lo que, debo admitir, me alivió.

Caminé unos cuantos metros y percibí a lo lejos, la forma de mi asistente. Se veía desvelado, y muy nervioso.

—¡Doctor Morrison! —gritó desde lejos al verme—¡Enhorabuena que lo encuentro!

—¿Qué pasa chico?—pregunté endureciendo el rostro—¿Qué pasa?

—¡Despertó, doctor, despertó!

—¿De quién...? ¿Delta?

—Así es—respondió satisfecho—Desde hace siete horas. Dos horas después del trasplante de médula.

—Sorprendente, chico.

—Él pide verlo doctor. Desde que despertó, no ha parado de decir que quiere verle.

—Vamos entonces, chico.

Nos dirigimos por la sala, entré en mi oficina y él lo hizo detrás de mí. En el fondo de mi oficina, una puerta, después de ésta, la zona restringida en donde se encontraba GEX.

—Doctor yo daré la vuelta.

—Claro que no, eres mi asistente. Te debo que Delta esté ahora consciente, déjame decirte que eres parte del proyecto. Ahora muévete—sonreí señalado la puerta.

—Qué honor—se adelantó.

La zona de albergue del máximo exponente del proyecto GEX era poco elaborada, blanca, como todo el insípido edificio. Una serie de puertas conectadas por un pasillo, que lucía aún más blanco a causa de la molesta luz.

—No veo a Gex, señor—dijo decepcionado.

—En un momento lo harás, chico.

—Oh...eso me recuerda. Delta estuvo con GEX.

—¿De verdad?

—Eso dijo el doctor Farcrauch.

—Llegamos—chillé en la puerta.

Introduje el código y se abrió; la luz, aún más brillante, nos envolvió por completo, mientras la clara desesperación por ver, por saber, por hablarle se incrementaba.

PROYECTO GEX:El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora