00. 𝑺𝒂𝒏𝒅𝒆𝒓𝒔

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˗ˏˋ 𝑺𝒂𝒏𝒅𝒆𝒓𝒔ˎˊ˗
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Se miro al espejo que estaba en el pasillo. El pelo rojo perfectamente peinado en una coleta. Ni un solo cabello estaba fuera de su lugar. Ropa impecable y cuidadosamente planchada.

Si había alguien en Little Kilton, que fuera perfecta en todos los aspectos, esa era Hazel Sanders. O al menos eso creían todos.

Educada, inteligente, amable, servicial, reservada, complaciente entré otras cosas que no eran suficientes para describirla.

Las manos de la señora Sanders se posaron en los hombros de su hija.
-Mi muñequita, tan linda como siempre. -Dijo mientras su mirada se topaba con la de su hija en el espejo.

El aliento de Hazel se quedó atorado, mientras su madre la observaba buscando algún defecto en su apariencia. Sonrió al no encontrar ninguno, soltó sus hombros y continuó su camino a la cocina.

Hazel dejó salir el aire que había estado conteniendo.

Los pasillos estaban escasos de fotos. Mamá había quitado de su vida a papá, él no podía estar en el pasillo de los recuerdos. Su padre la había decepcionado, pero no importaba. Era su papá, le podría perdonar todo. Pero su mamá no.

La señora Miller había vuelto a usar su apellido de soltera. Si por ella fuese, haría como si su esposo nunca hubiera existido pero había un vínculo del que no podía deshacerse. Si no podía deshacerse de Hazel, eliminará todo rastro de su padre en ella.

Nunca había sido un mal padre, un mal esposo, tal vez. Pero nunca un mal padre.

A Hazel le dolía no tenerlo pero intentaba no pensar mucho en eso, de todas formas tampoco es que tuviera mucho tiempo para hacerlo, entre tantas actividades extra escolares y la universidad a la vuelta de la esquina, apenas si tenía tiempo para respirar.

La joven entró en la cocina y se sentó en la pequeña mesa, frente a ella había un desayuno perfectamente balanceado.

El aroma del huevo y el café se mezclaban en un perfecto aroma hogareño.

Su mamá estaba mirando por la ventana, seguramente mirando con desagrado a la casa de los Singh.

-Hazel, ¿ya sabes de qué harás tu PC? Ya habrás pensado en algo. Sabes que el tiempo se te viene encima. Y tú no puedes fallar. -Dijo su madre antes recalcando sus últimas palabras. -Lo sabes, ¿No?

La pelirroja entre tantas cosas, lo había olvidado por completo. Pero no tenía porqué saberlo su madre.

-Si, lo sé. Ya tengo un par de ideas. Estaba pensando en temas acerca del racismo y las formas en las que siguen afectando nuestra sociedad. -Hazel no dudaba ni por un segundo que esos fueran temas importantes pero ella no quería hablar de ellos, ya lo había hecho antes. Ella quería hablar de arte, de como se había distorsionado con el paso del tiempo y su evolución pero para su madre esos no eran temas importantes.
Y Hazel siempre decía lo que los demás querían escuchar.

-Muy bien. Tienes mi aprobación -Concedió la señora Miller, dejando un beso en la cabeza de su hija.

Hazel sonrió al saber que su madre está complacida con ella. Hoy no podía ser un día tan malo.

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Abrió el casillero con un suspiro de cansancio.

Su casillero era lo que se cabía esperar de una chica como Hazel. Perfectamente ordenado. Libros colocados por horario y nada de basura o papeles amontonados. Simple y perfecto orden.

Saco los libros que necesitaría para la primera hora.

-Pareces abuela con esos zapatos. -La voz del chico era inconfundible. Blaze Wheeler, típico chico de película adolescente.

El pelo negro, piel bronceada, alto, obiviamente chaqueta de cuero y, como no, una motocicleta. Tal Vez algún tatuaje. Hazel aún no se animaba a preguntarle, pero según todos los rumores, decían que tenía un par de tatuajes bien escondidos pero solo las chicas con las que había estado podían confirmarlo. Así de escondidos estaban.

-Wheeler -saludo la chica aún sin mirarlo, concentrada en sus libros. Qué contraste tan irónico y cliché. Ella la chica buena y el chico malo que vende maría.

Según las películas, está combinación generaría el romance perfecto. Según la joven, un dolor en el culo. No tenía el tiempo que Wheeler le demandaba, pero al ser su tutora no decía nada. Solo cumplía con el deber.

-Enserio, ¿te digo que pareces abuela y ni te inmutas, bonita?

-Decídete, ¿soy una abuela o soy bonita? -Por fin lo miro. El chico estaba recargado de los casilleros observándola con una sonrisa arrogante y sus ojos azules perforando en su alma.

-¿Ambas? Las abuelas también son lindas.

Hazel puso los ojos en blanco.
-¿También sales con ellas o solo las elogias?

-Tan temprano y ya estás celosa, fresita.

Fresita, bonita, duende de santa, pitufo rojo, todos apodos que él le había puesto desde que se conocieron. La mayoría de estos se basaban en su pelo rojo y estatura corta.

-¿Qué quieres exactamente, Wheeler?

-Un poco de tu atención, Sanders. No estudie para el examen de álgebra, necesito que tú me ayudes a pasarlo.

-¿Como rayos piensas que voy a hacer semejante cosa? ¡El examen es unos minutos! -dijo nerviosa. -¡No hay tiempo ni de estudiar! ¡Sabes que estás en la cuerda floja, una detención más y te vas, malas calificaciones y te vas, un escándalo más y te vas!

Blaze soltó un pequeño resoplido.
-¿Crees que vendría a ti sin tener ya una solución en la palma de mi mano?

-¿Y cuál es esa gran solución, gran rey de los zoquetes? -Replicó Hazel.

-Ya estás aprendiendo a insultar. - Bromeo a el chico. -Robaremos las respuestas del examen.

𝙂𝙤𝙤𝙙 𝙂𝙞𝙧𝙡𝙨    ˚  ·Asesinato Para Principiantes·  ˚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora