dieciocho

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Mi plan había funcionado

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Mi plan había funcionado.

Sakura había llegado a las siete treinta jueves y viernes, gracias a Ino; por lo tanto, los minutos se me reducían a la mitad para estar con Naruto. Algo que, aunque no me gustaba mucho hacía menos difícil la resistencia. Sin embargo, no dejaba de ser dura.

Miré la hora cuando el timbre sonó, sólo dos minutos tarde había llegado Hinata. Apagué el televisor y me encaminé hasta la puerta.

—Lindo departamento— musitó paseando su mirada por todo alrededor —Aunque el edificio es... un poco melancólico.

Sonreí.

—Gracias por venir— le dije.

—Para mí es un honor que me hayas invitado a tu casa... bueno, departamento— rio.

—Gracias, eres la única con la que puedo hablar de esto— fui hasta mi habitación e hice que me siguiera.

—Sabes que siempre podrás contar conmigo, Sasuke— me sonrió, demostrándome confianza.

—Soy un caso perdido— me puse en cuclillas y rebusqué entre los cajones de mi buró, del inferior saqué mi gran tesoro. Un sobre amarillo en tamaño carta y de un grosor considerable que aventé luego sobre la cama, haciéndolo rebotar sólo un par de veces.

Le hice una seña a Hinata para que abriera aquel sobre y al instante que comprendió, se acercó y lo tomó entre sus manos.

—Vaya, sí que pesa— bromeó, alzando las cejas.

Deshizo el pequeño hilo rojo y abrió el sobre. Sacó el montón de fotografías que estuvieron a punto de caérsele.

—¡Wow!— dijo, sorprendido cuando notó cuántas fotos eran y sobre todo, de quién eran —Este tipo podría trabajar de modelo— musitó y aunque aquello era para hacerme reír, no pude hacerlo —Esto es como un libro— hizo referencia al grosor —o como una exposición de algún museo.

—O un manual de lo prohibido— musité.

—Eso suena interesante— rio.

El timbre apagó la risa de los dos, eran las seis con quince minutos apenas, ¿quién sería? Ambos nos miramos extrañados.

—¿Esperas a alguien?— me preguntó Hinata.

—No que yo sepa— negué con la cabeza y luego salí de mi habitación para abrir la puerta.

Hinata fue detrás de mí y cuando abrí la armazón de madera me llevé una gran sorpresa al ver a Naruto allí. Los ojos casi se me salían de las órbitas.

—¿Uzumaki?— articulé, claramente sorprendido.

—Ay, yo pensé que ya habíamos dejado las formalidades— bromeó y luego miró por encima de mi hombro a Hinata, quien lo miraba embobado.

manual de lo prohibido- narusasu adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora