Las tiendas

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—Tómalo, es para ti —le dijo Alejandro a Alessa mientras le entregaba el vestido.

—Woow, es precioso, como el de una princesa —le decía Alessa mientras tomaba el vestido con mucho cuidado y cariño.

Mientras Alessa admiraba el vestido no se percató de que Alejandro estaba armando un par de tiendas para acampar. Cuando terminó le dijo a Alessa: —La blanca es tuya y la verde es mía — volviendo a sentarse frente a la mesa de madera con la máquina mágica.

Alessa no se la pensó dos veces cuando se metió a la tienda para ponerse el vestido nuevo, solo alcanzo a decir “Ahorita vengo” a Alejandro, quien ya estaba trabajando de nuevo en su mesa.

	Alessa no se la pensó dos veces cuando se metió a la tienda para ponerse el vestido nuevo, solo alcanzo a decir “Ahorita vengo” a Alejandro, quien ya estaba trabajando de nuevo en su mesa

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No pasó mucho hasta que Alessa salió de la tienda con el vestido nuevo puesto.

—¡Mira! Parezco una princesa, como en los cuentos —Le dijo con alegría Alessa al viejo Alejandro.

—Sí, sí, ahora eres la princesa Alessa, He-he— dijo Alejandro.

—Oye, y ¿qué es eso que estás haciendo? ¿Cómo se llama? —Le preguntó Alessa.

—Esto se llama coser —le respondió Alejandro —y esta es una máquina de coser. Con ella puedo hacer muchas cosas.

—Entonces, ¿tú eres un cosero? —preguntó Alessa al viejo Alejandro.

—Ha-ha-ha, no, no, no —dijo Alejandro —. Yo soy un sastre, y además uno muy bueno, he-he.

—Órale, y ¿puedes hacer todo lo que quieras? —preguntó Alessa.

—Si tengo tela suficiente, sí —le respondió Alejandro.

La plática era buena y agradable, pero la noche llegó y los ojos de Alessa comenzaron a ceder por el sueño y el cansancio.

Alessa bostezó y le dijo al viejo Alejandro:
—Tengo frío y sueño.

—Lo sabía, que bueno que hice esto —dijo Alejandro mientras le daba a Alessa una manta, una almohada y una frazada. Todo era nuevo, con decoraciones de caballos, mariposas y más flores.

—WOW, es muy bonito y calientito, ¡gracias! —le agradeció Alessa con una gran sonrisa.

—Ándale pues, ahora ve a dormir — le dijo Alejandro —Yo todavía tengo que hacer más tiendas y más ropa.

—¿Me haces otro vestido, porfi? —le pidió Alessa.

—He-he-he, claro que sí. Te haré uno diario —le respondió Alejandro.

—¡Yay! Oye, abuelo… —dijo Alessa algo tímida.

—¿Abuelo? —cuestionó Alejandro.

—Mhum —respondió Alessa —¿Quién más va a venir?

Alejandro detuvo un momento el trabajo de su mesa y pensó antes de responderle a Alessa.

—No lo sé, tendremos que estar atentos al bosque, ¿sí? —le responde con una sonrisa.

—Está bien, sastre mágico. Buenas noches, abuelo —le dice Alessa antes de entrar a su tienda con su manta y almohada.

—He-he Buenas noches, princesa Alessa —le responde Alejandro.

Cuando Alessa entra a su tienda para dormir, el viejo Alejandro saca de otro cajón de la mesa una lampara de aceite y la enciende. Coloca la lampara en la mesa y con su luz tenue continúa trabajando.

 Coloca la lampara en la mesa y con su luz tenue continúa trabajando

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Q.E.P.D - Alessa y Alejandro.

Autor: Ariel E. Suárez G.
Editadora: América Leyva

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⏰ Última actualización: Feb 28 ⏰

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La princesa y el sastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora