Último mes

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Iván llegó a casa serio. 

—Amor, qué pasó?—preguntó el castaño.

—Pues... Me han ofrecido un puesto de trabajo mejor...—respondió el pelinegro.

—Eso es bueno...—dijo el oji verde.

—¡No, no lo es!—respondió el ojicafé—Es en el extranjero... en el norte de Brasil...

—Y... ¿Y vas a aceptar?

—Obviamente no... No quiero separarnos...

—Ves tú solo, no pasa nada...—sugirió el menor

—¿Que? ¿Estás loco? No te pienso dejar solo...—dijo el mayor sentándose en el sillón.

—Yo te lo digo. Ves vos solo. Serán un par de meses y volverás acá conmigo...

—No, Rodri... No se sabe si vamos a estar medio año, uno o... Más...—comentó el azabache.

—Como... como que más...?—preguntó el más bajo mientras se sentaba al lado del mayor.

—Si, no para siempre pero, podríamos estar allí más de 3 o 4 años con diversos proyectos.—respondió el ojicafé.

[...]

—Te voy a echar mucho de menos, Rodri...—dijo Iván, que estaba acostado en el pecho del menor.

Estaban viendo una película en la sala, esta era la última noche de Iván en su casa. Y sí, había aceptado el trabajo.

—Yo también ivi...

El azabache miró al castaño, y preguntó

—Queres hacerlo?

—Eh?—preguntó el ojiverde

—Que si queres que te meta la pija un rato.—respondió el mayor.

—No lo digas de esa manera...— rió el menor.

—Entonces, queres o no?

Rodrigo lo pensó por un tiempo y respondió:

—Mmmmm, okay, pero solo una ronda. Ok?

El pelinegro sonrío y agarró de la barbilla a su esposo, seguido de esto, lo besó.

[...]

El castaño estaba en el baño, apoyado en la pica, mirando la prueba de embarazo que recientemente se había hecho.

Esperó por un buen rato, y cinco minutos después, sonrió al ver que la prueba había salido positiva.

Le salieron un par de lágrimas, y se tocó la panza, estaba feliz por el hecho de que estaba esperando un hijo de Iván.

[...]

Un Rodrigo cansado se encontraba en una camilla de el  hospital, acababa de dar a luz a su hijo, el cual lo tenía en brazos, estaba exhausto. 

El ojiverde, acarició a Michael en la mejilla y le dejó un beso en la frente.

—Sos igual a tu papá...—dijo el castaño sonriendo.

[...]

Rodrigo durante las últimas semanas, no se sentía muy feliz. 

No tenía ganas de hacer nada, su hijo era la única razón por la que salía a la calle, y eso era muy pocas veces.

Muchas veces le pedía a Tomás que le ayudase a cuidar al niño y de él.

𝐔𝐧 𝐚ñ𝐨 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐛𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨𝐭𝐞-𝐫𝐨𝐝𝐫𝐢𝐯𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora