INICIO

14 3 0
                                    


Al final volvimos a casa un par de días después. No puedo explicar la emoción en los ojos de Venice al vernos, como si nos hubiéramos ausentado por años. Corrió a abrazarnos y nos dijo que nos había extrañado muchísimo, razón por cual Build se largó a llorar y cuando él le preguntó por qué lo hacía, Biu le respondió que sus lágrimas eran de felicidad. Aunque se rehusaba a demostrarlo, Samantha también estaba contenta de tenernos. Esa noche cenamos todos juntos, y desde hacía mucho tiempo no tenía esa sensación de plenitud. 

Pasó al menos una semana hasta que decidí llevar a Build a ver a mi padre. Por un momento creí que le resultaría extraño, pero aceptó —sí, de alguna manera me siguió el juego— y un jueves por la mañana nos subimos al Lancer y marchamos hacia el cementerio. 

Suspiré en cuanto estuvimos frente a su lápida. 

—Papá —dije, con la ilusión de que me estuviera escuchando desde alguna parte—, él es Build, el amor de mi vida. Creo que lo conoces. 

—Hola, señor Sumettikul—lo saludó él y morí de amor ante ese gesto—. Tengo un vago recuerdo de usted, ya sabe, no era mi época aquella vez que fue a casa de mis padres y no lo recuerdo mucho, pero me habría encantado conocerlo alguna de esas veces. —Me miró con una sonrisa—. Y a su grandioso hijo. 

Lo rodeé con mi brazo y le di un beso en el pelo. 

—¿No es precioso, papá? Y no sabes lo listo que es. 

—Bible. 

—Es perfecto. —Volví a besarlo. Una mujer, a unos metros, se quedó mirándonos. 

—Mentira —lo desestimó él—, su hijo lo es. Ha criado a un chico de oro, señor Sumettikul.

Me giré, para mirarlo a los ojos. Él me sonrió. 

—Amo tu sonrisa, Biu—dije y ahuequé su cara entre mis manos—. Y te amo a ti por ser mi mejor amigo.

Las lágrimas anegaron sus ojos. 

—Bib—musitó—, y yo te amo a ti. 

—Mi padre debe estar saltando de alegría. 

—Lo sé, cariño. —Se apretó contra mí y le besé la coronilla—. Y debe estar muy orgulloso quien eres. 

Tomados de la mano, emprendimos el regreso hacia el Lancer. Era una mañana soleada, pero fresca, así que decidimos pasarnos por una cafetería a tomar algo. Mi misión era pasar todo el tiempo que podía con Build y con los niños, por esa razón, durante los siguientes meses disfrutamos de paseos a Hyde Park, que a Venice le encantaba, al cine y a los video juegos. También tenía días especiales solo con Build. Íbamos a cenar, nos reuníamos con sus amigos y desaparecíamos por muchas horas en mi apartamento. Éramos una pareja de novios normal, con un final inevitable en el que trataba de no pensar. 

—¿Qué es eso, Venice? —preguntó Build una tarde.

Estiró la mano y tomó la caja de los videos de mis carreras. 

—Ay, no, Venice. —Sonreí, algo avergonzado. 

—Papá dijo que podíamos verlos. 

Build me miraba fascinado. En sus manos tenía uno de los VHS. Estábamos en el sofá mirando una película vieja. 

—¿O sea que puedo ver tus días de gloria? 

Me eché a reír.

—Estos días son mis días de gloria, Biu. Junto a ti. 

Él hizo una mueca y me soltó un besito. 

—Qué lindo eres, pero quiero ver esto. —Agitó el VHS y se incorporó para meterlo en el reproductor—. Por suerte Jon sigue teniendo este aparato. 

Metió el VHS y a los pocos segundos comenzó a reproducirse. La calidad no era de las mejores, pero se veía con claridad. Recordaba aquella carrera, era la tercera y se corría en Miami. 

—¿Ese es tu auto? —interrogó Build en cuanto el Lancer comenzó a derrapar—. Luce diferente.

 Asentí. 

—Sí. Los patrocinadores me llenaron el auto de marcas. —Rodé los ojos. A pesar de que era lo estipulado, odiaba que esas pegatinas arruinaran la belleza del Lancer—. Espantoso, pero necesario.

Build no dijo nada; tenía los ojos pegados a la pantalla en donde el Lancer se jugaba los puntos contra un Nissan 350z. 

—Cuando sea grande quiero ser como tú —dijo Venice, entusiasmado y se giró hacia Build—. Tío Build, el tío me prometió que me enseñaría a conducir. 

Él me miró, y sentí la necesidad de intervenir. 

—También te dije que si yo no puedo hacerlo, lo hará él. —Build alzó las cejas, sorprendido—. Prometo enseñarte, Biu. 

Una sonrisa afloró en sus labios. 

—Lo sé —respondió mi sobrino un poquito decepcionado y lo abracé fuerte. 

—Vamos, no te desanimes. —Le froté el brazo y besé su cabeza—.Verás que vas a aprender e incluso serás mejor que yo, ¿no, Biu? 

—Lo serás, Venice. 

Nos pasamos casi toda la tarde mirando el resto de los videos, y cuando Build observó que la Fórmula D era diferente a las competencias de Calle Inter, le expliqué que en las carreras profesionales nos calificaban según nuestro estilo, el ángulo de deslizamiento, la velocidad y la distancia al borde la pista. 

—Se suele correr en una sola pista, en solitario o en parejas —expliqué—. Nunca en grupo. 

—Imagino que sería complicado calificarlos a todos juntos.

Asentí. 

—¿Ya dije que soy el campeón de la primera temporada? —pregunté con una sonrisa de orgullo.

 —¡Sí! —exclamaron mi sobrino y mi novio al mismo tiempo y se echaron a reír. 

—¡Bueno, bueno! —Alcé las manos para darme un aire inocente—.Solo quería saber. 

—¿Todavía tienes el overol y el casco? —quiso saber, con una sonrisita pícara. 

—¿Por qué? —Lo miré de reojo. 

Se inclinó para hablarme al oído. 

—Me parece sexy —susurró. 

Un calor ardiente se esparció por todo mi cuerpo, y si Venice no hubiera estado en la casa, habría llevado a Build a nuestra habitación. 

—¿Los tienes, tío? 

—Los tengo a todos. —Sonreí—. Al principio los llevaba a Calle Inter porque me daban seguridad, pero al final los terminé dejando en casa. Pero tú, Venice—dije a mi sobrino—, si alguna vez quieres hacer lo que el tío hizo, debes usar toda la protección que se debe, ¿oíste?

Venice asintió con una enorme sonrisa. 

Esa noche Build me pidió que me probara el traje, y como era mi deber consentirlo en todo, lo hice. 

Sin embargo, me sentí culpable por no poder amarlo como hubiera querido. Me había mareado, terminando en el baño, inclinado sobre el inodoro y con el estómago vacío. 

—Lo siento mucho —le supliqué más tarde mientras lo abrazaba. Era de madrugada, y Build se había quedado velando por mí casi toda la noche. 

—No te preocupes por mí, Bib —dijo y besó mi frente—. Solo quiero que estés bien. 

Respiré profundo y me apreté más contra él. La sensación de su piel contra la mía era lo único que necesitaba. 

—¿Sabes que eres el mejor novio del mundo? 

Él no dijo nada, y cuando oí un gemido perteneciente a un llanto, lo abracé todavía más y le besé el cabello. 

----------------------


Voy a terminar de subir todos los capítulos hoy para llorar de corrido 😔🤙🏻

PARA SIEMPRE EN TI [BIBLEBUILD] VER. BIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora