Parte 1: Comienza la noche

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Desde que mi amiga me invitó al particular evento tuve mis reservas. Todo el misterio y algunos conceptos que no entendí hasta que llegué esa noche al lugar, me generaban cierto grado de desconfianza, pero a la vez algo de mí se sentía muy atraída hacia la propuesta. No sé si era morbo o simple curiosidad, pero a medida que se acercaba el día, más ansias me provocaba. El título del singular acontecimiento era EROS y se llevaría a cabo en el centro de Valparaíso, aunque recién el día del evento nos dijeron dónde sería exactamente. Mi amiga, que ya llevaba un tiempo en ese mundillo de fiestas y encuentros eróticos, me ayudó con el Dress Code, que según ella era importante. Me prestó un pantalón de una lycra brillante negra, que con mis botines de cuero negro y el corsé rojinegro que le saqué a escondidas a mi hija, me hacían ver como en mis mejores tiempos. Yo como ex señora, separada apenas un año atrás, no entendía mucho, pero me dejé llevar, como lo había estado haciendo los últimos tres meses con mi amiga. No era difícil dejarse llevar por ella, una "bombona", como le llamo.

Mientras afinábamos detalles de vestuario y maquillaje en su casa, fueron suficiente solo un par de cervezas para relajarme y dejar de cuestionarme sobre qué pasaría si me encontraba con gente conocida o si me dejaba llevar y terminaba siendo partícipe de alguna acción de la que me arrepentiría después. Apuraba el último sorbo mientras me miraba en el espejo de Bombona con cara de pícara culpa cuando le vi llegar por detrás. Sus tacos negros de charol le elevaban mucho más sobre mí que lo usual y su entero de jeans negro le dibujaba la silueta de forma casi perfecta, resaltando sus curvas, tapando en la medida justa su escote. En varias ocasiones he dudado de mi orientación sexual en su presencia, aunque ella nunca se fijaría en mí. Al menos, eso creía hasta esa noche. Sus brazos olorosamente desnudos me rodearon, sentí sus redondos pechos presionar mi espalda y su grave voz me invitó a partir con un "Te ves preciosa, Olga. Yo te cuidaré. Vamos".

Al llegar a la puerta del lugar, a eso de las diez de la noche, la fila era un desfile de inusuales y sensuales vestimentas, en las que el negro y el rojo eran definitivos protagonistas de la velada. Un par de antifaces entre lxs asistentes le añadían una cuota de misterio a la ya excitante noche y ya a esa altura, un par de tipos que me hicieron temblar con sus miradas y perfumes. No hallaba la hora de entrar por fin al evento, que prometía sensualidad y algunas sorpresas artísticas. Bombona aprovechó la espera para prender un cigarrillo extraño, que en los últimos meses me había dado a probar, pero nunca me había hecho efecto. Quizás los nervios, quizás la locura nocturna, pero al respirar su humo, mi relajo comenzó a ser más alegre y osado que el usual. Cuando el singular anfitrión de sombrero puntiagudo y torso semidesnudo nos recordó las reglas del evento y nos dio la bienvenida, me sentí entrando en otra dimensión, en un lugar que no pertenecía al Valparaíso que yo conocía.

La luz era tenue y al costado, un gran aparador contenía desde vestuario, pasando por juguetes y aceites, hasta herramientas de castigo. Algunos cuadros de escenas sugerentes colgaban de la irregular pared. La música llena de cadencias llenaba el espacio y frente a mí, una blanca y curvosa chica de largo cabello en un vestido negro de grandes aberturas a los costados, me miró y sonrió con una gran boquilla. "¿Quieres un susurro?" me ofreció y yo ruborizada negué rápidamente con la cabeza, escabulléndome por la escalera que llevaba al subsuelo, donde al parecer, todo estaba sucediendo. Al descender, la música se hizo más ensordecedora y los perfumes de quienes bajaban delante irrumpían en mi nariz, hasta llegar a un espacio más amplio, adornado por gruesos pilares, unos bustos amarrados con cuerdas de Shibari, un DJ enmascarado y en el centro del lugar dos chicas jugaban y estiraban sus cuerpos en medio de lo que parecía una alfombra. Cuando el animador dio las palabras de bienvenida y continuó con la presentación de la Performance que inauguraba todo, me di cuenta que la alfombra era el escenario de la intervención, en que cuerdas y amarres fueron los protagonistas. Algo en los gemidos de la maniatada me agitaba. Miraba alrededor y vi a más de alguien relamiéndose mientras veía el espectáculo. El reconocible sonido de palmas en sus nalgas me secaban la boca y me hacían reír de forma nerviosa.

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⏰ Última actualización: Feb 29 ⏰

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