Cambio de papeles

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Roier había ido a casa de Spreen a estrenar el nuevo videojuego que el moreno compró, siendo tan competitivos que quien perdiera 2 de 3 partidas tendría que hacer lo que el otro dijera, sin reclamar, poner algún "pero" o enojarse por la petición.

Al principio el castaño no estaba en su racha y aún cuando parecía tener ventaja, algo sucedía y terminaba quedando en último lugar.

Lo único que Spreen le había pedido era;
Dejar que le mordiera el cuello. Y es que eso casi no lo hacían desde que Quackity quiso castrar al osito al ver como dejaba al pobre de Ro casa que iban a "estudiar". Parecía que se lo quería comer de una forma literal. Las marcas de sus dientes, esos grandes chupetones iniciando desde su cuello y llegando a quien sabe donde. Ya que realmente tenía un fetiche con dejar marcas, casi queriendo dejar en claro que Roier le pertenecía. No como un objeto, si no algo especial.
De ahí fue amarrarlo unos minutos con su bandana y dejar que le tocase como quisiera.
Lo último fue que se quitase toda la ropa y tener una partida como Dios lo trajo al mundo.

Eso le termino dando en contra a Spreen cuando dejaba de prestar atención a lo que sucedía en la pantalla y solo quería tocar a Roier hasta cansarse.

¿Qué?
Tenía las hormonas alborotadas.

Siendo bien aprovechado por el castaño ganando 3/3 lo que le daba gran ventaja en un próximo juego.

Pensó en tantas cosas que podría pedirle al moreno.
Desde hacer que dijera "nya" en traje de maid. (¿De dónde sacaría el traje?
Fácil.
Estaba en la casa Rubegetta, ese lugar casi era tienda de disfraces.
Y la razón del "nya"...
¿Qué te importa?
Cada quien con sus fetiches.)
Que dejase de usar los lentes por un día entero para poder admirar sus ojos cada que le decía algo bonito, porque estaba seguro que los ojos de Spreen brillaban con eso.
O quizás...

Déjame ser el de arriba.- dijo emocionado causando un poco de confusión.

¿Querés  montarme? - ahí ya se estaba emocionando un poco.
Además no perdía detalle de la exquisita vista que aún tenía con el castaño desnudo frente suyo. Sabía que sería mejor al tenerle encima mientras daba de saltitos sobre su regazo.

Pinche osito goloso que nomás piensa con la cabeza de abajo.- "reclamó" dándole un pequeño golpe en el hombro— Aunque esa idea me parece bastante llamativa te recuerdo que es mi turno de pedirte algo y lo que quiero es que me dejes cogerte.

Eso tomó desprevenido al osito que por unos segundos pensó que estaba jugando, pero al verlo tan decidido entro en pánico.
Lo que terminó en él transformado en oso.

Apenas y Roier había podido quitarse antes de ser aplastado.

¿En serio le estaba pidiendo eso?
Vale, que él si pudo pasarse un poco con las cosas que pidió.
¡Pero no podía solo decirle que se abriera de piernas y dejara que se la metiera!

Bueno.
Él a veces hacia eso.
Los besos que parecían inocentes luego terminaban con Roier jadeando mientras intentaba sostenerse de algo mientas él le daba todo su... Amor.

No podía negarse, eso era claro.
Y tampoco podía pedir algo más ya que Roier aceptó todas sus peticiones sin reclamo.

Tenían que ser justos.
Además solo sería algo de una vez.

Se calmó los más rápido que pudo para que el pelaje desapareciera.

Roier no era tan furro como para continuar en este estado.

Podría aceptarlo.
Tenía que experimentar.
Abrir sus horizontes.

No podía ser tan malo, ¿Cierto?

La primera vez no es como la pintan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora