LA FAUNE (NCT)

Prólogo.

A todas las que tuvieron que leer esto y peores cosas en Twitter.

Coexisten con millones de personas y una civilización que odian los inventores de la tortura; el dolor; el miedo. Entre nosotros y con nosotros conviven aquellos con vidas clandestinas, disimulados pero creados en base al miedo. Quizás en este mismo momento estén por ahí; jactándose de que no hacen nada malo.

Pero vos y yo los conocemos, se mueven como cazadores y brujas, se mantienen en la oscuridad y sólo se dejan ver cuando saben que nadie los juzgará por vestirse con las pieles de sus víctimas. Bajo sus techos y en sus paredes cuelgan nuestras cabezas disecadas. Oh, cuánto desean hacer de nosotros los trofeos de sus miserias.

Quizás vos y yo salgamos con vida de esta. ¿Quién sabe? Puede ser que huyamos a un lugar lejano, no estaría mal dejar de respirar el aire viciado que nos dejan. Puede ser que nunca entremos en su target, ¡Quizás somos muy inteligentes para ellos! 

Puede ser que apaguemos el televisor a tiempo cuando los escuchamos justificar sus negligencias y así evitaremos creer que nos ayudan cuando nos meten de cabeza en sitios como esos...

Como La Faune.

Pero si tenemos que elegir el bando de los corruptos y clandestinos entonces dejaríamos ciegos a los ciervos; a las víctimas que cuelgan de sus blancas paredes. Seríamos peores que ellos, desclasados, traidores. 

Durante toda mi vida me pregunté que bando elegiría cuando llegase el momento. 

Si me vestiré prolijo y pulcro o si me mancharé de sangre cuando decidan que ya sé demasiado. 

Y, para mi desgracia, el momento llegó aquel día.

Cuando entre lágrimas me di cuenta de que se cumplía un año de la desaparición de mi mejor amiga: Liz. Fue entonces cuando, tratando de salvar mi alma de un naufragio que me iba a terminar matando, miré hacia las paredes en dónde colgaban fotos nuestras y me pregunté si yo podría llegar a ver algo que ellos no. Si yo pudiera encontrarla... ¿En dónde sería?

¿A dónde iría?

O mejor dicho: ¿A dónde se la llevarían?