La recompensa de Namjoon #3 (Namjin)

Capitulo 11

Namjoon sonrió mientras Seokjin se apoyaba contra su duro pecho. Estaban sentados en el porche de la nueva casa que les habían entregado. Era una bonita casa con cuatro habitaciones y dos suites, un baño y una habitación grande que albergaba la sala de estar, comedor y cocina. Era perfecta. Habían llegado hacía unas semanas, pero Namjoon y Seokjin ya se habían hecho amigos de la mayoría de la gente en Haven. Había uno o dos que parecían darles un amplio margen, pero los viejos prejuicios y temores no podían ser superados de un día para otro.

Tener otros omegas en la comunidad que ya habían tenido hijos era una gran ventaja en el libro de Namjoon. Jimin y Taehyung habían sido una fuente de información, y Seokjin pasó mucho tiempo con los niños para acostumbrarse a cuidar de uno. Este era el momento favorito del día de Namjoon, por la tarde, cuando llegaba a casa del trabajo y simplemente se sentaba en su balcón para ver la puesta de sol. Namjoon acostumbraba a describir lo que estaba viendo, dando a Seokjin una idea de su mundo. Sostener a su compañero en sus brazos, sin tener que preocuparse de que alguien los viera fue la mejor parte. Él se sentía cálido en su interior cada vez que tenía a Seokjin en sus brazos y lo besaba sin ninguna otra razón que desearlo. Sabiendo que en tan sólo unas pocas semanas estarían trayendo a su hijo a un mundo en el que, aunque aún había peligros, tenía una casa donde él o ella estaría a salvo, le dio a Namjoon una sensación de paz que nunca había sentido antes. Él nunca quería salir de Haven. Nunca.

― ¿Has tenido un día ajetreado, querido?

― No mucho. Jimin me está enseñando jardinería. Él está tratando de enseñarme los aromas de las verduras.

― Estupendo.

― Quiero ser capaz de cosechar algunas verduras frescas, y Jimin parece pensar que puedo hacerlo, con o sin ojos.

― Yo también creo que puedes.

― ¿En serio? ― Seokjin dijo mientras inclinaba la cabeza hacia atrás. Namjoon aspiró bruscamente el olor del deseo instantáneo que lo llenó de serenidad, cubriendo cada centímetro de la cara hermosa de Seokjin. Sentía el perfume exótico de Seokjin mientras se acercaba más y un fuego salvaje penetró su piel, enrollándose alrededor de sus sentidos.

Seokjin llevó la mano hasta la cara de Namjoon para hacerlo girar y mirarle. ― Puedo oler tu deseo ― Seokjin dijo acurrucándose a su lado, con la cabeza apoyada en las manos. Sus ojos de color blanco lechoso fijos en Namjoon, una pizca de humor y un kilo de lujuria en sus profundidades. Él podía ver el deseo de Seokjin en sus ojos. Namjoon tomó a Seokjin en sus brazos y lo llevó a la casa, directamente a la parte de atrás, donde se encontraba su habitación. Gentilmente puso a Seokjin de pie y luego cayó de rodillas, presionando la palma de la mano en la erección de Seokjin.

― Namjoon. Te necesito, Namjoon.. ― Seokjin gimió. El blanco de sus ojos se veía como un remolino, cada vez más salvaje, más hambriento. Seokjin levantó a Namjoon del suelo, ambos cayendo en la cama hasta que Namjoon se posó al lado de su belleza con el pelo oscuro, los ojos de Seokjin brillando ahora con lo que quería y necesitaba. Seokjin se quedó sin aliento cuando Namjoon le agarró la cara, tirando de ella en su dirección. Los ojos de Namjoon atrapados en los labios deliciosos y tentadores de Seokjin. Fueron hechos para besar. Fueron hechos para él. Namjoon inclinó la boca en Seokjin, haciendo su mejor esfuerzo para devorar al hombre. Él no iba a perder la oportunidad de degustar el cielo.

Las manos de Namjoon se deslizaron alrededor de Seokjin, tirando de su cuerpo más cerca cuando dominó el beso, inclinando la cabeza para conseguir un mejor acceso. Seokjin se abrió, lo que permitió a la lengua de Namjoon entrar y hacer todo lo que quería. Él pasó la pierna por encima de la de Seokjin hasta que este montó sus muslos, cuidando el pequeño bulto que llevaba a su hijo, y luego lo empujó hacia atrás en la cama, sin romper el contacto con los labios del hombre. Besar a Seokjin era como besar a una estrella fugaz. Se sentía como si tuviera miles de mariposas en el estómago y el corazón latía más rápido. Sin duda era fuera de este mundo.