En un vaivén sutil, balanceaba nuestras manos que se encontraban entrelazadas. Mientras caminábamos en dirección al cementerio, levanté mi vista teniendo contacto visual con ella.
Nada me hacía más felíz que tenerla a mi lado. Realmente la amaba.
Me dedicó una leve sonrisa y luego su vista volvió a su frente. La brisa fría, hacía revolotear sus cabellos en cualquier dirección, obstruyendo su campo de visión. Pero a ella no parecía importarle demasiado eso, de hecho, a mi tampoco me molestaba soportar tener la mano congelada. No si se trataba de estar unida su mano junto a la mía.
—¿Te encuentras bien? —decidió romper con el silencio.
El duro invierno azotaba la punta de nuestras narices, y podía sentirlo; era evidente que estaban teñidas de un color carmesí, uno muy intenso.
—Claro. ¿Por qué lo preguntas? —Ahora era yo quien cuestionaba.
—No lo sé, hoy estás muy callado, Enzo. —Sentenció. Era muy notorio que el vapor de agua en su boca se condensaba al ponerse al contacto con el aire frío, por la nube blanquecina que sale desprendida de su aliento.
Me solté de su agarre y rápidamente, aceleré mis pasos. Di media vuelta, y toqué su pecho, y con ello, logré detener su andar.
—¿Sucede algo? —Preguntó demasiado confundida, y estaba claro por su entrecejo fruncido.
—¿Te he dicho que te ves muy bonita el día de hoy? —Inquirí.
—No intentes evadir el tema Enzo. —Ella rodó los ojos de una manera muy grosera y se hizo a un lado, para seguir con la caminata. Pero insistí en detenerla.
—Tal vez. —Suspiré pesadamente. —Solo estoy un poco cansado, es todo. —Y era cierto, por algún motivo comenzaba a sentirme cansado, física y mentalmente.
—Se está volviendo tedioso escucharte quejarte por lo mismo siempre. — Empujó a propósito mi hombro. —Desde que te conozco, todos los días dices lo mismo. — siguió con sus pasos, pero esta vez del lado contrario.
Mierda. Sabía que la había cagado con mi respuesta. Mofé y me di media vuelta.
—Jade...—La llamé. — Jade, espera. —Intenté detenerla tomándola del brazo, pero se zafó de mi agarre.
—Deja de molestarme Enzo. Cuando pienses en mí, hablaremos. – Respondió en un tono seco y duro.
Me quedé estático en mi lugar viendo como se marchaba. Apreté mi mano en forma de puño, conteniendo así toda la rabia que estaba consumiéndome poco a poco. Odiaba discutir con ella y no era la primera vez que lo hacíamos.
Pero ella tenía razón, no tenía el valor suficiente de expresar mis propios pensamientos, emociones o incluso sentimientos. Lo que siempre termina en situaciones como estas; en malditos malentendidos y conflictos en nuestra relación.
Aunque no la dejaría ir tan fácilmente. Corrí unos pasos y la tomé del brazo, haciéndola girar.
—¿Qué quieres? —masculló sin mirarme a los ojos.
—¿A dónde vas? —mi pregunta fue tan estúpida, porque sus acciones eran demasiado obvias.
—Tu que crees, idiota.
—Tienes razón, me comporté como un idiota, y creeme que lo siento. —ella se dignó a mirarme. — No volverá a suceder. Por unos instantes me observó con detenimiento y luego habló.
—Siempre dices lo mismo Enzo.
—Lo siento. —agache la cabeza sintiéndome culpable. —¿Me perdonas? —Esas palabras habían sido mágicas para que volviera a sonreír otra vez.
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𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬 | 𝐄𝐧𝐳𝐨 𝐕𝐨𝐠𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐜 +18
Misterio / SuspensoBienvenido a una serie de historias cortas de misterio/suspenso y de contenido explícito del actor uruguayo Enzo Vogrincic. Estas historias son exclusivamente de mi imaginación. ⚠️¡¡SE SUGIERE LEER ADVERTENCIA DE CONTENIDO!!⚠️