Eirene

228 20 0
                                    

Tenía 16 años en ese fatídico día de 1534 cuando los piratas me raptaron para venderme como esclava. Aunque traté de esconderme como pude, uno de los piratas me pilló y me arrastró del pelo mientras le tiraba una bolsa de monedas a mi madre en la cara, golpeándola en la cara y dejándola sangrando. Esa imagen de mi pobre madre me aterra y me persigue en mis pesadillas hasta el día de hoy. El pirata que me pilló, me arrastró hasta el barco donde tenían a otras desafortunadas chicas venecianas y griegas de mí misma edad que estaban en la misma situación que yo. Recuerdo que me amenazaron con matar a mi hermano y a mi madre en mi presencia si yo no cooperaba. Ante la amenaza y llorando aterrada, preferí cooperar con los piratas antes de que le hicieran daño a mi familia. Aunque ya soy una mujer adulta a estas alturas, todavía tengo pesadillas con los gritos y el llanto de mis padres y mi hermano, llamándome por mi antiguo nombre con impotencia y tratando de ayudarme sin éxito.

Aunque logré sobrevivir, la culpa del me carcomió todos los días durante un buen tiempo porque que ese día fue la última vez que ví a mis padres y a mi hermano con vida. Pero en algún momento me tuve que resignar a la idea de que no los volvería a ver y cuando acepté mi realidad, decidí que iba a vivir lo que el destino me tuviese preparado, ya no había vuelta atrás. En un mercado de esclavas de Constantinopla, le llamé la atención a la hermana de Mustafá y ella pagó una buena cantidad de dinero al vendedor para llevarme al harem de Manisa. A pesar de que la situación de por sí es sumamente degradante, a estas alturas ya estaba resignada. Aunque Yahya y la sultana Mihrisah sin personas muy correctas y respetuosas, por un momento se me cruzó la idea de escapar, pero estaba extremadamente cansada y no tuve el corazón para hacerlo. Me fui en silencio durante todo el trayecto a Manisa y ellos respetaron mi deseo de no querer hablar en el camino.

Al llegar al palacio de Manisa, me recibieron Yusuf, el eunuco a cargo del harem y Fidan, la criada de la sultana Mahidevran, madre de Mustafá y directora del harem del palacio de Manisa. La sultana Mihrisah les dio ordenes de que me bañaran, me cambiaran de ropa y luego me llevaron con la doctora del palacio para que me hicieran una serie de exámenes médicos. Una vez que se dieron cuenta de que estaba sana y lo suficientemente presentable, Fidan me envió directamente con la sultana Mahidevran, la madre de Mustafá y Mihrisah.

Aquí es donde empieza mi historia y de como dejé de ser Eirene para ser Melek, Haseki del Sultán Mustafá I.

***

—Sultana Mihrisah, le llegó esta carta desde la capital. —le informó uno de las criadas entregándole un rollo de papel a Mihrisah. Mahidevran miró a su hija expectante, esperando que abriera la carta.

—Puedes retirarte, muchas gracias. —Mihrisah le agradeció mientras la criada le hacía una última reverencia antes de retirarse de los aposentos de Mahidevran.

—Abre la carta, hija. Alá mediante espero que sean buenas noticias. —comentó Mahidevran ansiosa después de que la criada cerrara la puerta.

Mihrisah abrió el rollo que contenía la carta y la leyó con atención. Era de parte del Sultán. Se quedó pensativa por un momento, tratando de procesar la información que contenía la carta. No era muy larga, pero en pocas palabras, el Sultán quería que Mihrisah volviera a la capital para hacerse cargo del harem luego de haber despedido a Hürrem del cargo.

—Madre, el Sultán quiere que vuelva a la capital porque... —Mihrisah habló con seriedad mirando primero la carta y después a su madre. —despidió a Hürrem de la administración del harem. No me dió muchos detalles pero quiere que sea yo la que se haga cargo.

Mahidevran no fue capaz de ocultar su alegría por las noticias. Que el Sultán haya nombrado a Mihrisah por sobre Hürrem para hacerse cargo de la administración del harem, sin duda debió ser golpe muy duro para la pelirroja. Hubiera pagado lo que sea para estar en la capital viendo lo mortificada que se encontraría Hürrem en estos momentos.

La era dorada del Sultán Mustafá I: Príncipe de la Corona (parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora