–Dos scones de vainilla y un té de frutilla para llevar, serían 7 dólares
–Aquí tienes, querido y guarda el cambio
–¡Gracias Sra. Mayer!
La dulce anciana saluda al Omega y sale de la tienda. Louis va detrás de ella y cierra la puerta dando vuelta el cartel que cuelga de esta, indicando que la cafetería está cerrada.
Rápidamente Louis limpia las mesas y las tazas sucias que quedaron acumuladas. Limpia la máquina de café y envuelve algunos postres para llevar a su madre y hermana.
–Jefa, ¡ya terminé!
–Louis! Cuántas veces debo decirte que me llames por mí nombre? -la beta dueña de la cafetería le recrimina al Omega-
–Lo siento Mary, la costumbre -Louis se muestra un poco apenado-
–Bueno, desacostumbraté. Trabajas hace mucho para mí, somos familia.
–Claro, Mary. Debo irme, tengo que hacer las compras antes de ir a casa.
–Claro niño, saluda a tu madre y hermana de mí parte.
–¡Adiós!
Se cuelga su cartera y sale de su trabajo hacia el almacén que está a tres calles de su casa. Agradecía que entre su casa y su trabajo haya una distancia de diez calles. Siempre estaba muy cansado pero era su deber cuidar de su familia.
Hoy había hecho buenas propinas así que su compra fue más grande. Verduras y frutas, carne, pescado para su mamá, pastas y algunas golosinas para su hermana. No siempre podía darle el gusto en todo. Algunos meses llegaban más apretados que otros, pero entre lo que él ganaba y la ayuda del estado que recibía su madre por su enfermedad sobrevivían.
Gracias a la Luna jamás les faltó comida. En el vecindario donde vivían conocían la situación que estaban pasando y siempre los ayudaban. Los almacenes siempre cobraban de menos, un vecino, un alfa viudo que tenía un niño de la edad de su hermana, tenía auto llevaba a su madre a sus citas con el médico y su hermana a la escuela.
Louis le debía todo a su madre. Amelia le había contado cómo él había aparecido en la puerta de su hogar, un bebé de meses, siquiera se había presentado, envuelto el finas telas en un canasta. Ella lo adoptó y cuido como si fuese suyo propio.
Eso fue hace 23 años atrás. Cuándo Louis tenía 13 Amelia conoció a alguien y salieron dos años. Era un buen hombre, un alfa de 30 años, siempre le traía a Louis algún regalo o los llevaba al cine o al parque, pero cuándo Amelia quedó en estado el alfa se fue. Dijo que a pesar de que Louis le agradaba no estaba preparado para tener hijos propios.
Así que cuando Louis tenía 16 su hermanita nació. Emily era una niña muy dulce y educada. Seguramente su fascinación por la monarquía la influenciaba.
La Omega ahora tiene 7 años y está en la etapa de querer ser una princesa.
Así que no era sorprendente llegar a casa y ver a Emily bailar por toda la casa con una tiara y vestida de princesa.
–Wow! ¿Qué hace la realeza en nuestra humilde morada?
–Louis! Soy la princesa de las hadas y mí deber es cumplir deseos! ¡Pide uno!
–Mmm...-Louis pensaba mientras depositaba las bolsas en la mesa de la cocina- deseo que...deseo que la princesa baile conmigo!
Emily agarró a Louis de las manos haciéndole dar vueltas mientras reían. Así fue como Amelia los encontró.
–¿Qué travesuras están haciendo mi Príncipe y Princesa?
–Ven mamá, baila con tus hijos -ambos omegas agarraron a la beta y bailaron, despacio para no marearla.
Los tres terminaron "exhaustos" en el sillón.
–Ufff...tanto bailar me dio hambre. ¿Qué les parece si almorzamos?
–Si! ¡Tengo hambre!
–Yo cocino -declaró Amelia-
–No! -Louis le impidió- mamá, porque no mejor descansas, debes estar exhausta.
–¿Exhausta de que? ¿De estar todo el día en cama? Déjame cocinar, puedo y quiero hacerlo, está bien?
–Ok...-Louis aceptó no tan convencido... aunque el cansancio de su cuerpo lo agradecía, además estaba feliz de que su madre tuviera un buen día, no eran muchos- que estamos viendo?
–No oíste!? La Escuela Real de Omegas abrirá sus puertas a un Omega plebeyo y que tenga la oportunidad de asistir hasta el día de la coronación de la Princesa
–Wow...suena...cool.
–Cool!? Nada más que cool!? ¡Es asombroso! La persona elegida va a pasar meses aprendiendo etiqueta y usará vestidos y trajes hermosos! Y también tendrá su propia hada real!! ¡Y habrá muchos príncipes! Debes inscribirte!
–¡Estás loca!? O el hambre te hace decir locuras? No voy a hacerlo.
–Pero porque!?
–Porque, tengo que trabajar y cuidar de todos nosotros.
–A la persona elegida le dan dinero para ellos y cuidan de sus familias si son responsables de sus casas...
–No! No puedo, debo cuidar de mamá y de ti...además, qué podría yo hacer en un lugar así, no soy nada elegante y no soy amante de la etiqueta y no puedo comer sin los codos en la mesa.. probablemente insultaría a la primera persona que me corrija.
–¡Pero podría ser divertido! Nunca haces nada lindo para ti o te diviertes.
–Eso no es cierto, tengo mucha diversión bailando contigo...además -Louis susurra a su oído- ellos no tendrán a una princesa de las hadas..
–...pero tendrías un hada...
–Ya hija. Si Louis no quiere, no puedes obligarlo, está bien? -Amelia le dice, ya que puede escuchar qué Louis estaba quedándose sin excusas- pongan la mesa, la comida estará en un momento.
–Si mamá -ambos Omega responden-
Luego de almorzar su madre va a tomar una siesta, ya que su medicina la agota. Louis aprovecha a descansar ya que debe volver a la cafetería en unas horas.
Por otro lado, Emily sabía que puede ser castigada con esto, pero vale intentar. Además, miles de Omegas se inscribirán, seguramente Louis ni salga electo. Así que no habría ningún daño en poner su petición una vez....o mas. De todos modos si no gana nadie se enterará.