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Él es el mejor oncólogo. La persona más reconocida en ese hospital. Su agenda siempre se encuentra llena, y pareciera que se la vive dentro de su oficina o atendiendo a personas todo el tiempo. Jamás se le ha visto salir de fiestas—a menos que sea en relación al trabajo—o mucho menos tener una pareja estable.

No muchos conocen de él. Claro que todo el mundo sabe quién es, ¿pero conocerlo? ¿Saber en verdad sobre él? Pocos saben de su vida privada, pocos saben quién es fuera de los consultorios.

Ella es su más reciente paciente, la cuál ahora mismo se encuentra esperando en una silla, con la mirada perdida, distraída con tantas cosas que suceden y corren por su mente una y otra vez. Alyssa piensa sobre su vida, su trabajo, todo el estrés que lleva. Tiene tantas cosas pendientes, tiene muchos proyectos por hacer, ella no debería estar en esta silla en un hospital esperando por su cita ahora mismo, ella debería estar trabajando para poder terminar todo lo que tiene pendiente, o al menos eso ella piensa, hasta que una voz interrumpe sus pensamientos por completo.

-Puede pasar.

La joven parpadea volviendo a su realidad, susurra algo, se levanta de su silla y entra a la oficina del hombre.

-¿Puede contarme a qué ha venido hoy?

-Ah... sí, yo... llevo varias semanas con dolor de pecho, he batallado para respirar de ves en cuando, y tengo hinchazón en las piernas.

En realidad, Alyssa pasaba ese dolor por completo, lleva vario tiempo, y al paso de los días ha aumentado gravemente. Por el mismo dolor y desesperación, más la falta de tiempo de ella, decidió comprar algunas pastillas para "reducir" el dolor, sin embargo, le eran inútiles, hasta que un día mientras estaba en una junta tuvo que salir corriendo por falta de oxigenación y dolor. Su amiga la acompañó hasta fuera y le ha puesto una cita con un oncólogo en contra de su voluntad.

-Le voy a mandar a hacer unos análisis de sangre, ¿le parece bien?

-Mhm.

-Okey, solo le pediré algunos datos.

Alyssa le responde las preguntas que él pide, y al terminar le hace una revisión y los análisis. La manda a casa con una cita para dos días después. Ella se alegra de que por fin ha terminado todo.

Cuando llega a su casa empieza a trabajar en su computadora, termina su presentación, atiende algunas llamadas, y luego su esposo entra.

-¿Qué hay de cenar?

-Perdona—se levanta—no he tenido tiempo de hacer la cena, tuve que ir al...

-¿Acaso te pregunté? Debes de tener listo todo sin importar a dónde demonios vayas, ¿no lo crees?

Ella se queda callada por unos segundos y luego se dirige a la cocina a hacerle algo de cenar a su marido. Cuando está a punto de servir el plato en la mesa siente unas palpitaciones en el pecho lo que causa que suelte la comida y se tire todo al suelo.

-¡¿Pero qué demonios?!—se levanta—¿acaso no sabes hacer nada bien?

-Y-yo... ah...

-Eres una inútil—bufa.

El hombre la golpea con una cachetada en la mejilla y luego sale de la cocina después de tomar una cerveza. Alyssa se agacha a recoger todo y limpiar mientras su respiración no la deja del todo.

Lo normal sería que quisiera llorar en este momento, pero está acostumbrada completamente a este trato, entre cosas peores, que para ella ahora es su día día. Ella sabe que no es correcto lo que hace, aunque no planea divorciarse de ninguna forma.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora