Día 7: Volar

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Desde las alturas de la azotea del hotel, del nuevo hotel reconstruido que era mil veces más grande y alto que el anterior, Angel miraba hacia abajo con mucho nerviosismo. Retrocedió y se dio cuenta de que sus ideas eran más estúpidas de lo que creía a la hora de ejecutarlas.

—Ya no estoy tan seguro de esto —se hizo para atrás, se arrepintió—. Creo que cambié de opinión.

—No seas cobarde —Husk, a su lado, le recriminó con cara de pocos amigos— No dejaste de insistir en cada maldita noche en el bar, ¿y ahora le tienes miedo a las alturas?

Ambos estaban allí precisamente por eso. En medio de sus borracheras habituales, ambos terminaron en la azotea y Husk le prometió que le daría un gran paseo volando. A Angel le pareció buena idea, porque quería imitar un salto en paracaídas. La idea era esa, saltar, llegar hasta pocos metros del suelo y remontar. Una gran idea en su mente, una pésima idea en la práctica.

—¡No es eso! —la araña se avergonzó— ¡Es una puta altura de cien metros y tú estás ebrio como siempre! —le reclamó para que no lo tomara como un cobarde— ¿Quién carajo se atrevería a-

Fue suficiente. Husk sujetó su brazo, lo jaló consigo y ambos se arrojaron desde la azotea sin premeditarlo. Angel entró en pánico de inmediato. A pesar de que el contrario no lo soltaba, parecía una caída mortal y terribleme dolorosa. Los edificios parecían moverse a sus lados, al igual que las luces y el resto del ambiente. Se puso a gritar como un loco porque estaba verdaderamente arrepentido de sugerir la idea.

—¡HUSK, YA SUBAMOS! ¡SUBAMOS!

Sus deseos fueron órdenes. Husk lo atrajo a su cuerpo, lo alzó entre sus brazos y extendió sus enormes alas. Entonces, a pocos metros del piso, realzó su vuelo y llevó a Angel a la superficie. Agitó sus plumas y empezaron a volar por encima del hotel, luego pasaron por los edificios cercanos y rodearon algunos.

—Ya deja el drama —lo regañó el felino, ya que Angel se aferraba a él con sus uñas como un animal asustado y traumado—. No te dejaré caer.

Entonces, Angel tragó en seco y asintió muy nervioso. Observó el paisaje, fue mejor de lo que pensó. Relajó su cuerpo a los pocos segundos, ya que esa vista de la ciudad no la tendría cualquiera. Se sintió cómodo en los brazos de Husk, mientras ambos miraban lo que eran la preciosas luces del centro y ese cielo rojo e infinito.

—¿Qué opinas? —le preguntó el felino con una sonrisa radiante y confiada. Angel se rio al sentirlo cerca, lo miró a los ojos y se acercó a su rostro con descaro.

—Opino que es el escenario más romántico en el que he estado, justo como quería —llegó a centímetros de sus labios y no dejó de sonreír—. Con el hombre que más amo.

Se besaron en ese instante. Los pequeños momentos compartidos, cosas simples y discretas, eran los que conformaban y hacían fuerte a su relación.

HuskerDust week 2024 🐈‍⬛🕸️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora